Ha sido un largo camino, plagado de obstáculos, pero guiado de manera férrea por la apuesta de la directiva. Una apuesta valiente en tiempos convulsos. Una apuesta por la cantera, por técnicos con las ideas claras, y con ganas de que el talento siga creciendo en A Madroa. Y la senda del éxito se ha ido siguiendo despacio, sin prisa, sin pausa. Con entrenadores cortados por el mismo patrón (con la excepción de Abel Resino, una solución de emergencia, que siempre tendrá el mérito de haberse aferrado a aquel 4% de posibilidades de no volver al pozo), que han ido aprovechando los mimbres de sus predecesores, incluso adaptando parte de su idea a lo que ya se estaba gestando.

La histórica victoria en el Camp Nou demuestra que el Celta de Berizzo ha llegado para quedarse

Se han ido dando pasos firmes, pequeñas conquistas. Primero se salvó la categoría, con un equipo que jugaba bien, pero al que le faltaba oficio. Después llegó la confirmación, la victoria sobre el Real Madrid, la racha final. Y ahora ha llegado el Celta de la presión, un Celta que domina, que es capaz de adaptarse a las más difíciles situaciones pero, sobre todo, que compite. Y la histórica victoria en el Camp Nou demuestra que el Celta de Berizzo (pero un poco también de Paco Herrera, de Luis Enrique e incluso de Eusebio) ha llegado para quedarse.

El lugar preciso en el momento oportuno

Asaltar uno de los escenarios míticos del fútbol mundial nunca es fácil. Nunca depende únicamente de criterios objetivos, de la calidad ni de la motivación de quien lo intente. Tiene un poquito de todo eso, y también los pequeños detalles que convierten el fútbol en algo único.

Por eso, el Celta se presentaba en el Camp Nou en el momento idóneo. No tanto por la incipiente crisis del equipo local tras la debacle del Clásico, que también, sino, sobre todo, por su propio estado de forma en este inicio de temporada: por su buena racha de resultados; por no haber sido derrotado aún en cuatro salidas, puntuando en el Calderón o en San Mamés; por haber sacado adelante partidos muy complicados; por el acierto de su defensa; por el de sus delanteros; y, en definitiva, por ser uno de los equipos de moda.

Quedaba la duda del rendimiento que podría dar la apuesta de Berizzo por el juego con balón en el campo de un grande. De saber si podría competir de tú a tú contra el Barcelona, o de si haría un gran partido y volvería coleccionando alabanzas, pero goleado y sin puntos, como le pasó en las temporadas anteriores.

Cruce de caminos

Esta vez, la visita tenía condicionantes especiales, por el pasado de varios de sus protagonistas. No es ningún secreto que el Barcelona, y más concretamente La Masía, son los espejos en los que quiere mirarse Carlos Mouriño en este largo y lento proceso de construcción de su Celta. Por eso, en las filas celestes estaban Nolito y Sergi Gómez, productos de la factoría catalana. Fontàs y Planas se perdieron el regreso a casa por lesión, aunque sus ausencias no se notaron tanto por el enorme rendimiento defensivo. En la acera de enfrente estaban dos piezas clave en el crecimiento de la temporada pasada: Luis Enrique y Rafinha.

No es un secreto que el Barcelona y La Masía son los espejos en los que quiere mirarse Carlos Mouriño

Las mencionadas bajas no alteraron los planes de Berizzo. El técnico había manifestado en la previa que el Celta debía ser fiel a sí mismo en el Camp Nou, y vaya si lo cumplió. Plantó sobre el campo todos los argumentos de los que disponía, dispuesto a aguantar el chaparrón inicial de un rival herido, para intentar quitarle el balón con el paso de los minutos. Sin duda una apuesta valiente y arriesgada, teniendo en cuenta la acumulación de cromos millonarios de un Barcelona que también salió con todo en ataque.

Las rachas están para romperse

Siguiendo la consigna de que quien no arriesga no gana, pero sin olvidar la necesaria dosis de acierto y de fortuna que exige un compromiso de tal envergadura, el Celta aguantó. Y de qué forma.

El partido del Camp Nou, a nivel defensivo, es digno de estudio

Durante el tramo inicial de la temporada, el equipo de Berizzo se desgastaba demasiado durante los partidos, y terminaba encajando goles, con mayor capacidad para marcar que para no recibir. Pero el partido del Camp Nou, a nivel defensivo, es digno de estudio. Los vigueses estuvieron juntos, solidarios y, sobre todo, muy acertados. Brilló toda la defensa pero, sobre todo, brilló Sergio Álvarez. Ya nadie puede negar que el Gato de Catoira es un portero de Primera División con todas las letras. Y desde la más absoluta humildad, como siempre, así lo demostró ante el inagotable repertorio de Messi, Neymar y Luis Suárez.

Pero, donde no llegó Sergio, apareció la madera. Hasta cuatro veces se estrelló el Barcelona en los postes para acabar con una racha de 56 partidos consecutivos marcando en casa. Nada menos que desde el año 2011. No fue la única racha que rompió el Barcelona, que no perdía dos partidos consecutivos en Liga desde mayo de 2009.

Otra obra de arte

El brazo ejecutor fue Larrivey, que acabó con su racha sin marcar lejos de Balaídos pero que, con su gol, mantiene vigente la serie del Celta de 16 partidos seguidos marcando, a solo uno del récord del equipo. La jugada del gol del partido, del gol de la victoria, merece un capítulo propio. Y es que el cuadro vigués está dejando goles para las hemerotecas en los campos más difíciles de la Liga. Ya lo hizo el Tucu Hernández con un taconazo de videojuego en el Calderón. Y ya lo hicieron Orellana y Nolito con una combinación eléctrica en la Catedral. El tanto que permitiera al Celta entrar en la historia del Camp Nou tenía que ser, por tanto, memorable.

El papel estelar estaba reservado para Nolito. Un hombre al que, probablemente, pesó en exceso la oportunidad de brillar en la que fue su casa, en la que pudo haber seguido siendo su casa. Pero Nolito no se desanima. A pesar de que no le había salido casi nada en ataque hasta aquel momento, fue allí, al borde del área, donde se inventó un taconazo imposible que dejó solo a Larrivey, justo el papel que más le gusta interpretar al argentino, que marcó al primer toque. Un gol con el que Nolito llama ya a gritos a las puertas de la selección, en la previa del partido de Balaídos contra Alemania.

Un equipo reconocible

El Celta no ganó la batalla de la posesión, pero sí consiguió evitar, en muchas fases del partido, la continuidad del juego blaugrana. Incluso en los minutos de descuento fue capaz de tocar y de enfriar un encuentro en el que no alteró sus preceptos básicos. Ese era el objetivo, y ese fue el mayor éxito, junto con los puntos.

Que el Celta fuera capaz de mostrar su verdadera identidad en el Camp Nou, y salir airoso, significa mucho

Y es que, habitualmente, se toma como norma que los partidos de los equipos modestos en los campos grandes no sirven como ejemplo de su juego. Que el Celta fuera capaz de mostrar su verdadera identidad en el Camp Nou, y salir airoso, significa mucho. Significa que este equipo ha dejado de dar pequeños pasos, y empieza a caminar con firmeza y con la cabeza alta por el fútbol español.

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...