Cuando llegó a España nadie le conocía como Henrique Guedes. Natural de Recife, en su país le adjudicaron el apodo de Catanha en referencia a una variedad de cangrejo rojo. Sus desgarbados andares recordaban a los del crustáceo – decían en Sudamérica–, aseveración con la que el punta nunca estuvo de acuerdo. Sin embargo cualquiera capaz de rememorar sus goles asociará a Catanha con el famoso festejo imitando el vuelo de una gaviota. Todo un clásico de un delantero con un estilo tosco pero efectivo, que no seducía pero resultaba rentable. Henrique Guedes destacaba por su capacidad para enviar, tanto con el pie como con la cabeza, la pelota a las redes rivales. Nunca fue futbolista que brillase en el juego asociativo ni que destacase como asistente. Poseía un repertorio tan limitado como jugoso, con intuición para el desmarque, inteligencia a la hora del choque y voracidad de cara a la portería rival. Ni más ni menos.

Catanha en el Salamanca (Foto: marca.com)

En los albores de su carrera el Fluminense lo cedió al São Cristovão. Allí, a principios de la década de los 90, coincidió durante unos días con un adolescente llamado Ronaldo Nazario. También compartió vestuario con otro futuro céltico, Vagner Rogerio Nunes, el único compañero de su etapa en Vigo con el que mantiene relación en la actualidad. Pero su destape como goleador todavía se hizo esperar un par de años, cuando anotó 32 tantos en las dos temporadas en que permaneció en el CS Alagoano de Maceió, lo que le posibilitó negociar un contrato con un equipo europeo. El sueño de Catanha comenzaba a cumplirse con el pase al Belenenses portugués. Allí promedió casi un gol por partido llamando la atención de la Unión Deportiva Salamanca, equipo en el que las cosas no le iban a salir bien. Corría la temporada 96-97 y Catanha ya había cumplido los 24 años de edad.

Cifra récord e internacionalidad

Clave en su explosión resultó la cesión por parte del equipo charro al Leganés durante una campaña. En el club pepinero consiguió la interesante cifra de 14 goles que animaron al Málaga a incorporarlo a sus filas. Jamás hubo dudas en cuanto a su ubicación como nueve pese a que su físico no se correspondía en absoluto con el prototipo de delantero tanque. Los andaluces se encontraban en la Segunda División pero los 26 goles de un Catanha recién llegado les catapultaron hacia la máxima categoría. Una vez allí el brasileño no bajó el pistón, mejorando su promedio anotador al lograr 24 goles en 33 partidos, demostrando encontrarse en el cénit de su carrera. Fue entonces cuando el Celta se marcó como objetivo su fichaje, que se ejecutó por un montante global de 2.300 millones de pesetas poniendo fin al rumor de su fichaje por el Deportivo. Corría el verano de 2000 y la cifra suponía – supone– un record de desembolso por un futbolista para el club olívico. Los aproximadamente 14 millones de euros invertidos en el traspaso de Catanha hace 14 años clarifican cuánto han cambiado los tiempos. Cabe recordar que en el pasado verano el fichaje más caro del equipo céltico –Pablo Hernández– costó ‘apenas’ 1,6 millones de euros, casi la décima parte.

Hoy en día Catanha se dedica a la representación de futbolistas en Brasil

La llegada a Vigo de Henrique Guedes coincide con su debut en la selección española. Tras jurar la Constitución en septiembre, José Antonio Camacho le convoca en octubre de 2000 y cuenta con su participación en tres encuentros en los que no logró estrenarse como goleador.

Ascenso con el Málaga (Foto: malagacf.diariosur.es)

Durante la temporada 2000-2001 logró 16 goles con el Celta en liga mientras que un año después totalizaría 17 tantos en la competición doméstica. No pudo repetir los registros logrados en Málaga – posiblemente porque la responsabilidad anotadora se repartía con los Mostovoi, Karpin, Gustavo López, Jesuli y Edu– pero sus dianas sirvieron para afianzar al equipo en zona europea.

Victoria contundente

Una de sus mejores actuaciones con la casaca azul cielo llegó precisamente en la visita del Celta a La Rosaleda el 31 de marzo de 2001. Los de Víctor Fernández habían pagado con creces durante la primera vuelta la gran cantidad de partidos disputados como consecuencia de su participación en la Copa Intertoto. Disputar el primer encuentro oficial de la temporada un 15 de julio pocas veces trae consecuencias positivas a medio plazo. Tras un inicio fulgurante con tres victorias consecutivas, el Celta solamente saboreó las mieles del triunfo en dos ocasiones entre la cuarta y la decimonovena jornada llegando a coquetear con los puestos de descenso. En el inicio de la segunda vuelta llegó la reacción, en mitad de la que se encontraba el equipo vigués cuando llegó a La Rosaleda. El Málaga, que se movió en la zona templada durante toda la temporada, ocupaba el octavo lugar y mantenía opciones de colarse en Europa.

Alineación del Celta en La Rosaleda (31/03/2001)

Lo cierto es que el encuentro se rompió casi desde el inicio. Un Celta mandón con dos futbolistas revoltosos imponiéndose en las bandas pronto abrió el melón. Corría el minuto once de juego cuando Edu desviaba levemente un remate de Jesuli alojándolo en las redes malaguistas. El equipo de Víctor Fernández se adelantaba en el marcador y controlaba el juego a su antojo, aumentando la renta a los 35 minutos, cuando Mostovoi transformaba una pena máxima. El Málaga echaba de menos a Darío Silva, baja para este partido, pero conseguía meterse en el mismo gracias a un certero remate de Dely Valdés al filo del descanso. El tanto del panameño, lejos de estimular la reacción de los suyos, se quedó en mera anécdota. A la vuelta de vestuarios el Celta continuó dominando en todas las zonas del campo a un Málaga al que le faltó chispa y agresividad. Llegaba el momento de liquidar el encuentro, tarea de la que se iba a encargar un hombre al que en La Rosaleda conocían bien. Henrique Guedes da Silva, atento en la presión, incomodó permanentemente a la zaga blanquiazul y completó su gran partido clavando dos goles a su ex equipo una vez superada la hora de juego. Por respeto a los colores blanquiazules que tan buenos y recientes recuerdos le traían, Catanha no escenificó su tradicional gaviota. Un enorme cariño hacia la capital de la Costa del Sol ha adornado su discurso durante los últimos años pero en esta ocasión los goles y los puntos se iban para Vigo. El Celta proseguía con una escalada que alcanzaría su techo con una sexta posición final que otorgaba el derecho a jugar la Copa de la UEFA. Un objetivo que no lograría conquistar el Málaga, octavo al final del curso.

Foto: farodevigo.es

La temporada 2000-2001 también se recuerda en Vigo por haber alcanzado los cuartos de final en esta misma competición cayendo ante el FC Barcelona, rival al que a su vez se derrotó en semifinales de la Copa del Rey. En la final, disputada en Sevilla, Catanha no pudo colaborar con sus goles y el Celta cayó con justicia ante el Real Zaragoza. Fue aquella la temporada más larga en la historia de los de Vigo, disputando entre todas las competiciones la friolera de 65 partidos oficiales. Faltó la guinda del título de copa en un partido al que el Celta llegaba como favorito.

Pérdida de protagonismo

Con la camiseta del Estepona (Foto: mediavida.com)

Desgraciadamente, tras la campaña 2001-2002 jamás se volvió a ver al mejor Catanha. Cuatro goles en 31 encuentros disputados durante la temporada siguiente constataban que algo no funcionaba en el ariete brasileño pese a que el equipo, ahora dirigido por Lotina, conseguía la clasificación para la Champions League. La llegada de Savo Milosevic terminó por desplazarle de la titularidad, participando en apenas diez encuentros durante el ejercicio 2003-2004, el de la caída a la División de Plata. No obstante, Catanha no llegaría a vivir el drama del descenso, fichando en el mercado de invierno por el Krylia Sovetov ruso, equipo en el que tampoco recuperó sensaciones.

Os Belenenses y Atletico Mineiro figuraron como estaciones de paso antes de su regreso a España, en donde disfrutaría de unos últimos años como profesional cerca de la tierra que le vio triunfar en su máximo esplendor. Linares y Estepona pusieron colofón a la carrera de Henrique Guedes da Silva, un internacional que prefirió alargar su carrera en el barro de la Segunda División B. Quizás simplemente le apetecía terminar como empezó, saboreando los placeres y los sinsabores del fútbol humilde. Su última experiencia sobre el verde la vivió en su país, en el club que lo descubrió como goleador, el CS Alagoano. Hoy en día Catanha se dedica a la representación de futbolistas en Brasil.

Catanha continúa ligado al mundo del fútbol (Foto: as.com)

Como tantos otros futbolistas de origen brasileño le gustaba leer la Biblia antes de saltar al terreno de juego. Ni su capacidad de liderazgo, ni su físico ni sus dotes técnicas pasarán a la historia. ¿Qué le convirtió en especial? Simplemente destacó por un agudo olfato goleador y por saber aprovechar los mejores años de su vida deportiva. La cantidad de dinero que se pagó por él seguramente no se correspondía con su verdadero valor de mercado aunque las mareantes cifras de aquellos años podían fácilmente confundir a cualquiera. Pero la Gaviota, pese a todas sus limitaciones, cumplió con creces en un Celta que intentó durante varias temporadas pelear de tú a tú con los mejores equipos de la liga española.