El Celta tiene un problema, un problema gordo, un problema de diván, ese “tenemos que hablar” con el que empiezan todas las crisis de pareja. Cuatro partidos, cero goles. Preocupante para un equipo que había visto portería en todas sus anteriores citas ligueras; pero el asunto va mucho más allá. No es que los tres de arriba están bien, porque no lo están, pero se suele decir que los delanteros no marcan si no les llegan balones en condiciones.

Eduardo Berizzo, un entrenador con las ideas claras —a veces, demasiado claras— todavía no ha encontrado un centro del campo que le haya permitido cumplir con sus designios. Si en algo ha rotado el técnico celeste, poco amigo de los cambios en los onces titulares, ésa ha sido la medular, una de las demarcaciones con más efectivos en nómina. No ayudaron las tempraneras e inoportunas lesiones de dos argentinos, Augusto y Pablo Hernández, llamados en verano a jugar un papel clave en el equipo y que en estos momentos se encuentran en un precario estado de forma. Tampoco lo hizo el olvido de Madinda, cada vez más próximo a marcharse en enero y al que todavía no se ha visto esta temporada demostrar en su puesto si está o no a la altura de este Celta. Y tampoco lo ha hecho la irregularidad de Álex López, lastrado por un escaso fondo físico impropio de un jugador de su categoría. Sólo él parecía estar a la altura.

Berizzo todavía no ha encontrado un centro del campo a su gusto

Michael Krohn-Dehli pasó al conocimiento del aficionado medio por sus goles en la última Eurocopa, donde ayudó a que Dinamarca sacase los colores a la Holanda subcampeona del mundo. Esta idea de base y un rendimiento aceptable —con claroscuros, eso sí— en su primera temporada en Vigo sembraron la duda y la sorpresa en la grada de Balaídos cuando Luis Enrique, un artesano en esto de hacer malabarismos con los jugadores en la pizarra, decidió poner al pequeño extremo en pleno mediocentro, a modo de recambio para un Oubiña que empezaba a manifestar una pérdida de presencia, fruto de sus eternos problemas de rodilla. Contra todo pronóstico, el danés se asentó en el puesto, empleando su criterio y precisión en beneficio del colectivo, protagonista de una milagrosa recuperación en la segunda vuelta.

Magia y calidad

Recogió el guante Berizzo una temporada después y, de nuevo, Krohn volvió a responder. La capacidad organizadora del 23, un poco más liberado de responsabilidades defensivas con la irrupción de Radoja, bordó lo mágico: pases imposibles, criterio a la hora de distribuir y un cariño insólito a la hora de tratar la pelota. El Celta empezaba la temporada como un tiro, desplegando un recital ofensivo de gran vistosidad para el aficionado propio y ajeno. Michael, el capitán del drakkar, comandaba una sala de máquinas con una presencia y un peso que auguraban una época brillante en el equipo. El tridente de arriba se hinchó de goles, algunos de ellos, regalos en bandeja de las botas del danés. Daba igual quién fuese su pareja de baile, bajo la música de Krohn-Dehli, los puntos llovían para un equipo sin techo y con pleno derecho a soñar.

Krohn ofreció al principio de liga un espectacular nivel

Pero de repente, algo sucedió, el tarro de las esencias se vació. La magia del rubio centrocampista parece haberse desvanecido, como si profanar el santuario del F.C. Barcelona hubiese vertido una maldición sobre él. La imagen del equipo se ha empobrecido con creces desde el centro del campo, como si del brote de una enfermedad se tratara, gangrenando ideas, anulando cualquier atisbo de ataque. No es ningún secreto que la parcela ofensiva celeste no dispone de las mismas y claras oportunidades de gol que antes. Krohn no está bien, su presencia se ha perdido, su precisión, también. Fijo todavía para Berizzo, todavía le llueven los elogios por su primer tramo de temporada —el último, esta misma semana por parte de Dani García, su homólogo en el Eibar—, pero el equipo se está resintiendo, y mucho, de este apagón.

El centro del campo del Celta fue estéril en el último partido del Bernabéu (Foto: Dani Mullor | VAVEL).

Nadie imaginaba a comienzo de temporada que este espectacular arranque iba a ser una constancia a lo largo de toda la liga. El Celta vuelve a tener los pies en la tierra, tras haber caminado sobre el aire durante unas semanas. Parece que este bajón de forma del danés ha contagiado a sus compañeros, como si no se sintiesen tan buenos como antes. El cuadro celeste adolece en estos momentos de una dolorosa falta de confianza después de haber sorteado con cierto éxito a sus rivales más duros. La posesión, ese elemento tan discutible con el que se mide virtualmente si un equipo juega bien o no, sigue siendo favorable a los vigueses, que tuvieron el balón en los pies tanto o más que sus rivales en todos los partidos de liga, a excepción del de Barcelona. Sin contar el duro trámite del Bernabéu, el Celta todavía se mantiene regular en lo que a promedio de ocasiones se mantiene, pero no es lo mismo un remate tras una buena jugada colectiva que un tiro lejano ante la falta de opciones. No es la misma pegada, no es el mismo fútbol.

El poderoso caballero

También por el aire debió navegar el drakkar. Parece que en las últimas semanas, el Celta y Krohn-Dehli no atraviesan su mejor momento, hablando de lo estrictamente monetario. El primer condicionante, la fecha del 30 de junio de 2015 que fija el contrato del danés, riñe con el segundo, que son los 32 años con los que terminará el curso. No sin un cierto criterio razonable, la dirección deportiva no se encuentra por la labor de mejorarle el salario a un futbolista llamado a encarar la fase final de su carrera, aunque hubiese manifestado este nivel de forma en el césped. "Si Michael solo busca la estabilidad y zona de confort de su familia tendremos opciones, pero si solo busca la mejora económica va a ser muy difícil de que continúe”, dijo simple y llanamente Miguel Torrecilla el mes pasado. Al parecer, el danés se ha visto tentado por ofertas procedentes de otros países en los que lo económico prima más que lo competitivo, y habrá que ver si todo este revuelo burocrático tan ajeno al equipo y al aficionado no está repercutiendo en la mente de Krohn.

El danés tiene jugosas ofertas de países poco competitivos

Este sábado, el Málaga, un equipo que está traduciendo su solvencia en resultados positivos y que fue el primero en aprovecharse de las vacilaciones de los vigueses, recibe al Celta. Una ocasión perfecta para volver a dar el golpe en la mesa, frente a un rival de “su liga”, la zona tranquila de la tabla, cuyo estilo defensivo permite, a priori, desplegar todo el repertorio constructivo de los celestes. Todo parece indicar que, de nuevo, Krohn-Dehli estará a los mandos del barco en La Rosaleda. Un capitán —aunque no lleve brazalete— siempre es el último en bajarse. Ojalá sea así.

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Sobre el autor
Juan Llano
Fui parte del proyecto entre noviembre de 2012 y enero de 2016. Coordiné Inglaterra VAVEL, integré el equipo de redactores de Celta VAVEL, elaboré reportajes variados y maqueté guías para la Premier League 2013/14, el F.C. Barcelona 2014/15 y el Celta de Vigo 2015/16. Doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual; máster online en Comunicación y Periodismo Deportivo MARCA. A tu disposición en: [email protected]