Nunca se debería iniciar el análisis de la situación de un equipo hablando de decisiones arbitrales pero, en el caso del Málaga-Celta, no queda otro remedio. Y más teniendo en cuenta que la polémica anulación de dos goles de Charles, el primero de ellos a los cuatro minutos de juego, podría haber condicionado totalmente el partido, los comentarios, las opiniones y el estado de ánimo del celtismo. Se podría estar hablando de un equipo con el instinto goleador recuperado, con el retorno de Charles, su fiero depredador del área. Un Celta, en definitiva, otra vez temible y entre los grandes.

En lugar de ello se habla de la inocente mascota, de un gatito sin aparente maldad. Un equipo que acumula casi 500 minutos sin ver puerta. Un Celta al que las modificaciones no le han traído el resultado esperado, aunque han mejorado las prestaciones de las últimas jornadas, para disfrute de una hinchada rival confiada, y martirio de una afición céltica que no ve luz al final del túnel.

Nueva apuesta

Como el fútbol es un deporte de hechos consumados, y no de hipótesis, hay que analizar lo que realmente sucedió en La Rosaleda, consecuencia directa de los últimos resultados. Berizzo agitó el árbol, y de él cayeron los frutos más maduros: además del lesionado Cabral, Radoja, Nolito y Larrivey tuvieron un merecido y probablemente necesario descanso. Sus puestos los ocuparon Sergi Gómez, Augusto Fernández, Santi Mina y Charles, con Krohn-Dehli actuando como pivote, posición nueva esta temporada.

Berizzo agitó el árbol, y de él cayeron los frutos más maduros

No se puede decir que la apuesta no tuviera resultados inmediatos. El equipo aprovechó el arreón inicial y consiguió marcar, pero el árbitro anuló el tanto de Charles por una más que dudosa mano de Santi Mina. Los vigueses habían hecho lo más difícil, demostrarse a sí mismos que la sequía goleadora no era cosa de meigas, y acusaron el golpe.

Sigue la racha

Además de no marcar, en la mala dinámica del Celta también está influyendo la falta de contundencia en el área propia. Quedó patente en el gol del partido, un remate para estudiar en las escuelas de fútbol, un cabezazo espectacular de Samu marcando los tiempos del que no perdieron detalle, cómodamente sentados en sus butacas, todos los defensas del Celta. Servía, además, para aumentar la racha a cinco partidos seguidos encajando, cuatro de ellos en Liga.

Esta falta de concentración defensiva, en un momento dado, es la prueba de que al equipo le están afectando los malos resultados. En ocasiones, a los futbolistas les entra una ansiedad que no es buena compañera. Provoca problemas de colocación que terminan en claras ocasiones del rival. No fue la última vez que ocurrió en La Rosaleda, mientras el equipo intentaba levantar el resultado por activa y por pasiva.

Cuando la pelotita no entra

Quizá con la validez del gol de Charles se hubiese desvanecido esa ansiedad, esos nervios que provocan fallos, que provocan situaciones peligrosas. Y que impiden a los delanteros culminar sus jugadas. Pero, en desventaja, se repitió la situación de los últimos partidos. Hacía falta un gol que no llegaba, y el Celta lo buscó. Vaya si lo buscó.

Porque los delanteros vigueses, frescos, pero ya con ritmo gracias a las últimas rotaciones, siguieron intentándolo. El partido de Charles y Mina fue una de las mejores noticias. Se les vió con ideas, con decisión y, sobre todo, con ganas. Con hambre. Pero, como se dice normalmente, la pelotita no quiso entrar. No, al menos, con el beneplácito del colegiado, que volvió a invalidar un gol de Charles, este legal sin ningún tipo de duda, en la mejor ocasión de los vigueses, que también se estrellaron en Kameni en otro mano a mano que no supo resolver Augusto.

A la inversa, tampoco

El Celta se veía abocado a buscar la igualada de la misma manera que en los anteriores partidos, pero en la situación opuesta: con sus primeras espadas, al menos por lo visto en el tramo inicial de Liga, esperando su turno en la banda. Con la entrada de Nolito y Larrivey, la cosa parecía más sencilla. Pero la participación de ambos solo sirvió para constatar que, a día de hoy, no son desequilibrantes.

La entrada de Nolito y Larrivey constató que, a día de hoy, no son desequilibrantes

La conclusión del partido y, más aún, del último mes, es que el Celta tiene un problema con el gol. Desde el vestuario piden calma, basándose en que el equipo sigue jugando bien al fútbol, y en que sí genera ocasiones de gol. Y en cierto modo son argumentos que aumentan la confianza. Claro que pensar que la solución no depende del trabajo de uno, ni de su calidad, sino de otros condicionantes, como la suerte o el trío arbitral, no es muy tranquilizador.

El dilema

El Celta despide el año con el partido de Copa ante Las Palmas, y el de Liga contra el Almería. Serán tres partidos en solo seis días por lo que, presumiblemente, habrá cambios en el equipo. Pero la decisión de Berizzo se presenta complicada. Por un lado tiene a su once de gala, el que más ha repetido esta temporada, con algunos miembros en baja forma. Por otro, a los futbolistas que han ido haciéndose con un hueco en base al trabajo duro y a la perseverancia, pero que no consiguieron dar una buena imagen en el partido de ida ante un rival aguerrido como Las Palmas. Así que, ¿dónde hará las rotaciones?¿Seguirá confiando en el equipo que dejó una buena imagen en La Rosaleda, pero al que privaron de la victoria factores ajenos al buen juego, para hacer modificaciones ante el Almería?¿O devolverá la titularidad en Copa a los sacrificados en Málaga?

Pensar que la solución no depende del trabajo, sino de otros condicionantes, no es muy tranquilizador

Cualquiera que sea la decisión del Toto, por la convocatoria parece claro que no mentía cuando afirmaba que concede una importancia capital a la Copa: vuelve Cabral y se quedan fuera los hombres con menos minutos. Y, después de los últimos movimientos, ahora ya cuenta con un grupo mucho más grande de jugadores en los que depositar su crédito. Tal y como se reclamaba desde estas líneas cuando su once era inamovible.