La necesidad de tener un filial es costosa pero imperiosa. Ninguna entidad deportiva puede ser ajena a la comunidad donde vive, y por ello necesita fomentar el deporte base. Una semilla de la que brotan nuevos talentos que surten de éxitos, y en ocasiones de dinero, al primer equipo. Para conjuntos como el Celta, la cantera ha de ser un fondo de transfusión con el que paliar la mala salud de ciertas épocas.

Sucedió con la caída celeste al abismo de Segunda División, un valle en la gráfica histórica del equipo que se logró levantar gracias a savia nueva. En la actualidad el equipo vigués semeja vivir fuera de los agobios de antaño. Pero aún inmersos en un clima temperado, la frialdad del descenso percute el cogote celeste cada vez que hay una mala racha.

Ahí es cuando el aire fresco de los canteranos se hace imprescindible. Pero en las últimas temporadas el Celta B ha tenido más problemas para subsistir que el equipo adulto. El trasvase de jugadores al primer equipo y la igualdad que preside al grupo primero de la Segunda B han impedido que la cantera brille con luz propia. Con todo muchos jugadores todavía en edad juvenil han obtenido valiosas experiencias en la antesala del fútbol profesional.

Los fantasmas del 2014

El 2014 trajo un negativo balance deportivo para el Celta B. El filial perdió la categoría en mayo, después de firmar una catastrófica segunda vuelta en la que sólo sumó trece puntos, repartidos en tres victorias y cuatro empates. El conjunto de David de Dios arruinó un prometedor inicio de temporada en el que coqueteó con los puestos altos de la tabla. Tan solo la compra de plaza vacante que dejó el extinto CD Ourense pudo salvar al equipo celeste. En el presente curso la historia del filial vuelve a discurrir por cauces aleatorios.

La desconfianza planea sobre el equipo que ahora entrena Javi López. El Celta B comienza el 2015 en la duodécima plaza tras firmar un esperanzador inicio liguero en el que llegó a ser líder del grupo 1 de la Segunda División B. A estas alturas la pasada temporada el Celta B sumaba 21 puntos en 19 partidos. Ocupaba la decimosexta plaza -playout-. Marcaba su nivel más bajo desde el inicio de la temporada. David de Dios estuvo hasta el final al frente del barco celeste.

El cambio de Fredi por Javi López no ha traído mejores resultados hasta el momento

Esta campaña la dirección técnica del equipo dio un giro brusco antes del fin de la primera vuelta. Fredi, quien se incorporó al equipo a inicio de temporada, fue destituido en la jornada 12. El conjunto era por aquel entonces noveno y su situación era equidistante del ascenso y el descenso. La medida resultó sorpresiva.

Sin margen de maniobra frente al Marino

El recambio para el exentrenador del Compostela fue Javi López, un hombre de confianza del director técnico del Celta, Miguel Torrecilla. Ambos coincidieron en la desaparecida UD Salamanca durante la temporada 2005 / 2006 cuando el club charro ascendió a la categoría de plata. El entrenador barcelonés ha desenvuelto gran parte de su carrera en Segunda División, pero las reglas de juego son diferentes un peldaño más abajo.

Hasta el momento el balance de Javi López es el siguiente: dos victorias, dos empates y tres derrotas. La última victoria frente al Coruxo en O Vao insufló energía a un equipo que vive inmerso en la irregularidad. Los celestes afrontan este domingo un duelo crucial para sus aspiraciones futuras. Reciben al Marino de Luanco, colista de la categoría con nueve puntos, y primer candidato a perder la categoría. Es un partido para empezar la opción del reseteo. Una cita con el cambio que necesita un filial para el que las rachas son decisivas.  

Un bloque más sólido

A diferencia del último curso, el conjunto de este año está más consolidado. La 2013 / 2014 fue la temporada de debut en la categoría de bronce de muchos jugadores que todavía estaban en edad juvenil. Todos venían avalados por David de Dios, quien regresó al Juvenil A tras finalizar su etapa en Segunda B.

Poseían el descaro que todo jugador con hambre de crecer posee, pero les faltaba determinar dónde estaba el punto de inflexión de la categoría de bronce. Un punto que se adquiere con el paso de las temporadas y que permite salvar un empate o marcar el gol de la victoria. A esta dificultad, asociada a la juventud, el filial tuvo que asumir la falta de dos hombres clave como Santi Mina o David Costas, reclamados por Luis Enrique para tapiar las fisuras del primer equipo.

En el seno del cuadro celeste conviven jugadores asentados como Óscar Santiago, Jonathan de Amo, Javi Rey con jóvenes que ya son algo más que una promesa tal que Borja Fernández o Borja Iglesias, recientemente convocado por Eduardo Berizzo. En el tejado del Celta B está ahora la pelota que han de disparar si quieren alcanzar cuotas mayores a las de la permanencia. El equipo tiene los recursos, pero sin la praxis la bola se quedará un año más encima de las tejas, a la espera de un entrenador capaz de explotar el talento de A Madroa.