Que algo no funcionaba en el Celta, después de dos meses y medio sin ganar, era algo que ofrecía pocas dudas. Tras la derrota en Cornellá, por la mínima y sin capacidad de reacción, ya no queda ninguna. El equipo de Berizzo sigue sin recursos y, lo que es peor, sin ideas.

Con todo el arsenal

Desde luego, no se puede decir que el técnico no sea valiente. Consciente de la necesidad de un impulso anímico, de dejar atrás definitivamente la crisis goleadora, se la jugó con todo en Cornellá: con su tridente ofensivo, con el Tucu Hernández por detrás, e incluso con Augusto Fernández como carrilero.

El Celta sigue sin recursos y, lo que es peor, sin ideas

Pero una cosa son los cromos y otra los estados de ánimo, las tendencias, las rachas. Incluso la confianza, claramente tocada. Lo cierto es que el Celta no fue capaz de encontrarse a sí mismo en Cornellá, cediendo totalmente la iniciativa a un Espanyol que no quería ser la medicina de los vigueses, sino su propia cura.

Ni rastro de la presión

El Celta de Berizzo se convirtió en un equipo importante el verano pasado a partir de la presión, que lo llevaba a monopolizar la posesión del balón y a vivir cerca del área rival. A pesar de los lógicos problemas que también generaba aquella apuesta, como la dificultad de mantener el ritmo durante partidos enteros, el Celta empezó a crecer en juego y en resultados. Aquellos meses estivales parecen ahora muy, muy lejanos. Ningún parecido con el equipo actual, cansado, sobrepasado por las circunstancias y sin confianza.

Contra el Espanyol, el Celta perdió las dos batallas: la de la posesión y la de la presión

Contra el Espanyol, el Celta perdió las dos batallas: la de la posesión y la de la presión. Los vigueses no incomodaron a sus rivales, permitiéndoles creer en todo momento en una victoria que al final llegó. El partido terminó con un porcentaje de posesión que apenas superó el 40%, lo cual dista mucho de las impresionantes cifras conseguidas en las primeras jornadas. En el otro apartado, el de la presencia en el área rival, tampoco se impusieron los vigueses, pese a que consiguieron crear algunas ocasiones claras, en las botas del recuperado Larrivey. Una vez más, los disparos a puerta brillaron por su ausencia, mientras el Espanyol obligó a trabajar a Sergio, y al final acabó consiguiendo su gol.

Sin capacidad de reacción

Si algo funciona, no lo toques. Así lo dice el axioma, y así se suele cumplir en el mundo del fútbol. También se cumple a rajatabla a la inversa: si algo no funciona, hay que cambiarlo. Esta interpretación es la que se suele llevar por delante a los entrenadores, la pieza del engranaje más sencilla de reemplazar. Pero, ¿qué pasa cuando algo no se cambia y deja de funcionar? La respuesta se convierte en un enigma difícil de descifrar.

Debatiéndose entre la necesidad de reencontrarse con la victoria y el miedo a la derrota, Berizzo solo hizo un cambio

El Celta, como ya se ha dicho, funcionaba como un reloj de precisión al inicio de temporada. Por circunstancias (saturación de partidos, escasez de rotaciones y decisiones arbitrales, en su mayor medida), dejó de hacerlo en los últimos meses. La caída en el rendimiento de Nolito, acompañada de la sanción de Larrivey, dejó a Berizzo sin respuestas arriba. Pero en Cornellá contaba ya con su tridente de gala, recuperado y engrasado. Ese era el cambio necesario, el giro de tuerca que sacaría al Celta del pozo.

Pero, con el paso de los minutos, empezó a quedar claro que la delantera céltica seguía sin tener su mejor día, y que se encaminaba hacia un nuevo cero en su casillero. Urgía una reacción, pero esta no llegó desde la banda. Debatiéndose entre la necesidad de reencontrarse con la victoria y el miedo a una nueva derrota, Berizzo solo utilizó el primero de sus tres cambios, para dar entrada a otro defensa, Sergi Gómez, en el lugar de Krohn-Dehli. Quedaban únicamente cinco minutos, pero el cambio fue toda una declaración de intenciones, un mensaje a sus futbolistas y una invitación al Espanyol para que redoblase esfuerzos en busca del triunfo.

Cuestión de confianza

La derrota deja tocado al equipo, con la sensación de que las soluciones no están al alcance de la mano en este momento. Y eso que los problemas mencionados más arriba, que tanto afectaron al rendimiento de la plantilla, han ido desapareciendo. La situación actual es más parecida a un bloqueo mental, que impide a los célticos rendir como al inicio de temporada, dominar los partidos y, sobre todo, convertir las ocasiones.

Sin grandes fichajes en el horizonte, los mismos hombres que encumbraron al Celta y, después, lo hicieron protagonizar su peor racha negativa, son los llamados a recuperar el vuelo una vez más. En esa misión no ayuda la mala imagen ofrecida en Cornellá, y tampoco la inminente visita al Coliseum Alfonso Pérez, un escenario donde el Celta nunca ha ganado, que socavó parte del crédito de Luis Enrique la temporada pasada, y que fue la tumba de Paco Herrera en la anterior. Ahora es Eduardo Berizzo quien se enfrenta a su destino. En sus manos, y en las botas de sus hombres, está recuperar la confianza y los buenos resultados, o seguir sembrando el futuro de incertidumbre.