"Jesucristo descendió a los Infiernos. Y al tercer día, resucitó de entre los muertos". Así de claro explica uno de los dogmas fundamentales del cristianismo cómo el Hijo de Dios fue crucificado y enterrado y, tres días después de fallecer, regresó a la vida ante la incredulidad de los cientos de fieles que se habían acercado a visitar su sepulcro.

Muerte y descenso a los Infiernos

Un tanto similar ha sido la trayectoria del club vigués desde el mes de noviembre. Un meritorio triunfo en el Camp Nou ante un Barcelona achicado llevó al Celta a superar todas sus expectativas y asentarse en la zona noble de la tabla. A pesar de ello, los celestes caerían en una dinámica negativa que les llevaría a contar la demoníaca cifra de 666 minutos sin anotar un solo gol. Fue entonces cuando el Celta, inmerso en serios apuros y Berizzo teniendo el agua al cuello, descendería a los infiernos en caída libre que no parecía tener fin. Un empate ante el Valencia no evitaría dos derrotas consecutivas ante Espanyol y Getafe. La continuidad del técnico argentino en el banquillo celeste se ponía en dudas en un momento en que comenzaba a escribirse una larga lista de candidatos para sustituirle si no vencía al Córdoba. Perecían de este modo las últimas esperanzas de ver al Celta peleando por puestos europeos y alcanzando grandes metas.

En un momento crítico y tenso en Vigo, tocaba recibir al conjunto andaluz. Antes de disputar el encuentro, el Celta sumaba únicamente dos puntos de los últimos 30. Además, las malas sensaciones ofrecidas por el equipo en Cornellá y el Coliseum, junto a la falta de reacción de Berizzo, hacían pensar que el argentino tenía las horas contadas.

Todo o nada a una sola carta

Sin embargo, desde la directiva se optó por conceder un último voto de confianza al Toto y permitirle dirigir a los suyos frente al Córdoba, siendo vital vencer. Desde horas antes de comenzar a rodar el cuero, los seguidores célticos demostraban organizando un espectacular recibimiento que los futbolistas no estarían solos. La comunión entre afición y equipo era evidente y necesaria dadas las circunstancias.

Multitudinario recibimiento al Celta en los aledaños de Balaídos (Foto: Borja Refojos | VAVEL).

Buen fútbol y buenas sensaciones

Eduardo Berizzo, con la soga al cuello, se sometía en Balaídos a un juicio decisivo que determinaría su futuro. Lejos de achicarse o adoptar una actitud derrotista, decidió jugar su última carta a todo o nada y disponer su arsenal ofensivo al completo sobre el césped. De este modo, apostó por Krohn-Dehli y Augusto en la media para dar libertad en el ataque a Orellana, Nolito, Mina y Larrivey bajo un esquema 1-4-2-3-1. Desde el minuto uno, los jugadores respondieron al mensaje de entrenador y afición aportando gran intensidad al encuentro.

El Celta dominó el cuero y salió a por todas en los instantes iniciales. El danés Krohn-Dehli fue el encargado de iniciar y dirigir el juego buscando que el balón llegase a los dominios del cuarteto ofensivo celtiña. A su lado, Augusto Fernández se ocupó de poner el cerrojo defensivo en el centro del campo y arrebatar el balón a los cordobesistas. El excelente trabajo del Negro permitió a Krohn y los cuatro atacantes liberarse de tareas defensivas. Las ocasiones se sucedieron en los primeros minutos gracias a la gran labor desempeñada por Santi Mina en la banda derecha con constantes internadas en el área rival, una de las cuales a punto estuvo de terminar en gol del vigués. Asimismo, Nolito fue un puñal en la banda izquierda y Orellana campó a sus anchas en las cercanías del área rival. El buen fútbol regresaba a Vigo y el equipo olívico volvía a ofrecer buenas sensaciones en lo que significaba un presagio de que el Celta resurgiría de sus cenizas.

La excelente labor de Augusto permitió a sus compañeros liberarse de tareas defensivas (Foto: La Voz de Galicia).

El encuentro pudo haberse puesto de manera favorable al Celta si el colegiado hubiese señalado la pena máxima en beneficio de los celestes tras un posible derribo a Nolito dentro del área. Poco después, Larrivey a punto estaría de abrir la lata con un remate a bocajarro que salvó Juan Carlos a duras penas. El argentino tendría en sus botas una oportunidad inmejorable para estrenar el marcador antes del descanso, pero el meta andaluz hizo inútil el mano a mano del ariete argentino. A pesar de ser superior en todas las facetas del juego, el Celta finalizó el primer tiempo con cero goles en su cuenta particular. La segunda mitad comenzaría con un ritmo menor y una pequeña reducción de la intensidad por parte de los celestes que, a pesar de ello, continuaron mandando en la posesión de balón y buscando la portería contraria.

Resurrección

La profecía dice que Jesucristo, tres días después de ser crucificado y sepultado, se reencarnó en cuerpo y alma cuando todos sus seguidores lo daban ya por fallecido. En esta ocasión no han sido días, sino meses, los tres que ha contado el Celta para resurgir y levantar cabeza. Tres meses en los que la escuadra viguesa había sumado la escasa cifra de dos puntos sobre 30. Un extenso período de tiempo que llevó a los de Berizzo a elaborar un juego muy pobre y diferente e incluso a perder las ganas. Con todo, en un delicado momento en que su etapa en el Celta parecía llegar a su fin, Berizzo lograría arengar a los suyos y dar con la tecla para vencer al Córdoba.

Sería Nolito el encargado de encaminar de nuevo al Celta a la senda de la victoria. El gaditano definió con el interior del pie de manera magistral ajustando el balón al poste izquierdo tras una buena jugada y posterior pase de Mina en la banda. Orellana engañaría al meta esquivando el esférico para permitir que Nolito anotase. De este modo, los vigueses mandaban en el marcador y se acercaban a los tres puntos ofreciendo una fantástica imagen. Se empezaba a consumar la resurrección del Celta.

Nolito festeja su tanto con Santi Mina (Foto: La Voz de Galicia).

Final de infarto

A pesar de tener el marcador a favor y haber hecho lo más difícil, la media hora restante parecería ser eterna para el Celta. Poco después del tanto celtiña, Cabral despejaría el balón bajo palos evitando el empate de un Córdoba que comenzaba a reaccionar. Berizzo dio entrada a Álex López para suplir a Mina. El ferrolano estuvo muy activo pero, sumado a la sustitución de Orellana por Radoja, provocaría que el Celta cediese terreno al conjunto verdiblanco y permaneciese agazapado casi en el área.

Fue entonces cuando llegó el momento de que el colegiado, Teixeira Vitienes, se hiciese notar. Un centro pasado de Edimar provocaría que Rossi y Planas, en su lucha por hacerse con el cuero, chocasen en el borde del área con la consiguiente caída del cordobesista. El árbitro cántabro no supo qué señalar dado que presenció los hechos a una distancia demasiado lejana, por lo que preguntó al juez de línea qué había visto él. En primera instancia, los dos colegiados decretaron la pena máxima, lo que desencadenó la ira de los futbolistas -que acorralaron a ambos- y la afición del Celta. En vista de esta resolución, Berizzo -junto a algún otro componente del banquillo céltico- decidió saltar al terreno de juego para recriminar al árbitro su decisión y Teixeira pensó que sería mejor meditarlo consultar de nuevo a su compañero. Este acto provocó que invadiesen el césped el cuerpo técnico y los jugadores reserva de ambos conjuntos. En medio del caos, ambos jueces llegaron a la conclusión de que el choque entre Planas y Rossi sería penalizado con saque favorable al Celta al decretar juego peligroso del verdiblanco. Tras este lapsus, que duraría un total de cinco minutos, el cordobesista Abel vería la cartulina amarilla y Berizzo sería expulsado por "protestar airadamente" una decisión del colegiado.

El caos se desataría en el césped (Foto: La Voz de Galicia).

Los diez minutos restantes no serían, ni mucho menos, sencillos para un Celta completamente replegado atrás ante el conjunto andaluz, que hizo pasar serios apuros a los vigueses y buscó, sin éxito, la igualada. La escuadra celeste se limitó a despejar en largo el cuero desentendiéndose del mismo, siguiendo la clásica estrategia de despejar balones. Sin embargo, de uno de esos rechaces nacería la última y peligrosa oportunidad del partido, que no se transformaría en gol dado que Larrivey erró un nuevo mano a mano ante Juan Carlos.

El Celta consumó su resurrección tres meses después de bajar a los Infiernos. De este modo, Eduardo Berizzo resurge también de sus cenizas y se mantiene indefinidamente en el cargo.

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Sobre el autor
Yuri Carrazoni
Fui redactor de VAVEL entre febrero de 2014 y enero de 2016 colaborando en las secciones de Fútbol Internacional y Real Club Celta de Vigo. Estudio Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela. Contacto: [email protected]