Nacido en la localidad yugoslava de Trebinje, desarrolló sus primeros años como futbolista en el Velez Mostar. Entre 1985 y 1991 Vlado se destapó como goleador en su Bosnia natal pese a que en aquella época no jugaba como delantero centro. Le surgió entonces una oportunidad, a sus 25 años de edad, que le iba a cambiar la vida. El Celta se encontraba en la Segunda División y necesitaba una referencia en la punta de ataque que voltease la mediocridad en que se había instalado en las dos temporadas anteriores. Txetxu Rojo apostó decididamente por él desde su llegada en verano de 1991 y los resultados no se hicieron esperar. Nueve tantos en las cinco primeras jornadas de liga dejaron claro que el tópico del período de adaptación no iba con el bosnio. Gudelj acabaría la temporada como máximo anotador de la categoría con 27 dianas y el Celta regresaba a Primera en la primavera de 1992 por la puerta grande.

El equipo que ascendió en 1992 (Foto: asiesono.blogspot.com)

Desde el primer día que lució la casaca celeste Vlado destacó por sus inconfundibles características de nueve puro. Delantero grande y fuerte, su capacidad rematadora con la pierna derecha reventaba las redes rivales. Poseía, en cambio, unas prestaciones muy limitadas en espacios cortos, sin mostrar habilidades para el regate o el desborde en el uno contra uno. En cambio, con campo por delante su velocidad y poderío físico hacían estragos. Resultaba llamativa la habilidad que mostraba para driblar a los guardametas cuando llegaba en carrera y también para ejecutar delicadas vaselinas cuando los arqueros se vencían. Un grandísimo delantero que, como el buen vino, fue mejorando con los años.

Complicado estreno en Primera

Foto: marca.com

Aun con todo, el cambio de categoría le resultó bastante duro. Vlado logró su primer tanto en Primera de penalti, en la cuarta jornada ante el Athletic. Pero el segundo tardaría siete jornadas más en llegar y sólo se pudo disfrutar durante tres minutos. Corría el mes de noviembre de 1992 y Gudelj anotaba en Balaídos ante el Sevilla, conjunto que apenas iba a tardar un suspiro en dar la vuelta al marcador. Fue aquel un partido marcado por el escandaloso arbitraje de Manuel Díaz Vega, quien expulsó a Ratkovic, Juric, Gudelj y Engonga. Una verdadera escabechina que dejó al Celta con siete futbolistas sobre el campo, pese a lo cual no encajó más goles. El mismísimo Diego Armando Maradona, autor del gol que suponía el 1-1, criticó con dureza el arbitraje, lamentando que se expulsase por hablar. Fue este el caso de Vlado Gudelj, quien sería sancionado con cinco partidos, perdiéndose las visitas al Bernabeu y al Camp Nou. La temporada terminó bien para el equipo, que se aseguró la salvación con cierta holgura, mientras que el delantero bosnio finalizó el ejercicio con siete tantos, cifra inferior a la esperada inicialmente.

Héroe copero

En cuanto a la temporada 1993-94, sus 12 goles en liga resultaron fundamentales para garantizar nuevamente la permanencia, aunque donde realmente brilló Vlado Gudelj fue en la Copa del Rey. Un gol suyo pasó prácticamente inadvertido en los octavos de final ante el Logroñés pero acabó revelándose como vital, permitiendo al equipo alcanzar la tanda de penaltis frente a los riojanos y tirar de un gran Cañizares bajo palos para superar la eliminatoria.

Con todo, la exhibición llegaría en semifinales, ante el poderoso Tenerife dirigido por Jorge Valdano. El 16 de febrero de 1994 Gudelj batía por dos veces la portería chicharrera, tras sendas combinaciones con Ratkovic. Su expulsión en el minuto 51 no achicó a los celestes, que todavía tuvieron arrestos para lograr un tercer tanto y dejar totalmente encarrilado el pase a la final. Pero el equipo de Valdano derrochaba calidad y en el encuentro de vuelta puso las cosas muy difíciles a los de Txetxu Rojo. Un gol de Aguilera al filo del descanso y otro de Dertycia en el minuto 61 llenaron de angustia a la parroquia celeste, intimidada por un rival desbocado en ataque. Apenas cinco minutos después Vlado Gudelj iba a finiquitar la eliminatoria al aprovechar un resbalón de Antonio Mata. El bosnio, con gran sangre fría, empalmó un zurdazo que se estrelló en las mallas tinerfeñas. La guinda llegaría siete minutos más tarde, anotando el 2-2 que resultaba definitivo y situaba al Celta en la final de Madrid frente al Real Zaragoza.

Ya en el Calderón las oportunidades brillaron por su ausencia para el delantero bosnio, quien no obstante convirtió su lanzamiento en la tanda de penaltis que decidía el campeón. Lo demás es de sobra conocido, con el error de Alejo que impedía que la Copa se fuese para Vigo. En cualquier caso la temporada fue excelente a nivel individual para el bosnio.

El primer triplete

Alineación en Anoeta (20/11/94)

El curso 1994-95 arrancaba con cambios. Carlos Aimar reemplazaba a Rojo en el banquillo y el de Trebinje aspiraba a convertirse por fin en el gran goleador que la afición esperaba. Con el técnico argentino el estilo del equipo varió ligeramente, alternando partidos aceptables con otros nefastos. Jugadores de perfil discreto como Merino, Desio o Uribarrena reemplazaron a otros más técnicos como Engonga, Andrijasevic o Salva, importantes durante la temporada anterior. La baja de Cañizares, con Patxi Villanueva como recambio, también se notó. Aun así, el equipo fue ganando partidos y se presentó en un cómodo duodécimo lugar en Anoeta tras diez jornadas consumidas. Corría el mes de noviembre y la Real Sociedad, dirigida por John Benjamin Toshack, coqueteaba con los puestos de descenso tras un flojo inicio de temporada.

Y el encuentro no comenzó mal para los donostiarras, que a los cinco minutos marcaban el primero. Una falta que botaba Javier de Pedro era rechazada por la zaga céltica para que Lumbreras empalmase un disparo que sorprendía a Villanueva. Sin embargo los de Vigo empezaron a controlar el centro del campo, plasmando su dominio en el minuto 38, cuando nadie acertó a tocar una falta lanzada por Vlado Gudelj. El balón acabó por cruzar el área pequeña, entrando por el segundo palo sin que Alberto pudiese hacer nada para detenerlo. Pocos minutos más tarde Milorad Ratkovic regateaba al guardameta vasco pero no conseguía superar a Pikabea, quien salvaba el 1-2 bajo palos. El Celta, que vistió aquella tarde de rojo, estaba superando claramente a su rival por más que el marcador reflejase un empate.

Toshack fue destituido tras la derrota con el Celta (Foto: goal.com)

El descanso dio alas a los donostiarras, quienes aprovecharon una salida de vestuarios impetuosa para recuperar el mando en el electrónico. Meho Kodro, tras un par de rechaces, lograba el 2-1. Lejos de descomponerse, los de Carlos Aimar continuaron generando peligro sobre el marco donostiarra. Sin embargo el empate no llegaría hasta el minuto 79, tras un absurdo penalti de Lumbreras sobre Ratkovic. Gudelj no perdonaba y convertía el 2-2. La decepción de la Real se tornaba en desesperación cuando el delantero bosnio aprovechaba un lamentable desajuste defensivo para encarar en solitario a Alberto y ejecutar una precisa vaselina que se alojó con mimo en la meta donostiarra. Fue aquel el primer 'hat-trick' de Vlado en Primera División. Los de Toshack volvían a justificar su posición en la tabla, situándose en puestos de promoción de descenso. El técnico galés sería destituido un par de días más tarde, ocupando su puesto Salva Iriarte.

En 2013 fue galardonado con el premio de la LFP al mejor delegado de la Liga BBVA

La Real no tuvo problemas para salvarse, finalizando la temporada en undécimo lugar. Más apurado iba a llegar el Celta a la última jornada, en la que debía ganar en Las Gaunas para no depender de otros marcadores. Allí Vlado Gudelj logró su segundo 'hat-trick' de la temporada para certificar una permanencia muy trabajada. El bosnio totalizó 17 goles en aquella campaña, una cifra que le situó en el tercer puesto dentro del escalafón nacional, por detrás de Iván Zamorano y Meho Kodro.

Un rodillo tumba al campeón

Llegaba el curso 1995-96, una temporada con un inicio verdaderamente tortuoso. Las cosas no funcionaron ni para Gudelj ni para el Celta durante las ocho primeras jornadas, tras las cuales Carlos Aimar abandonaba el banquillo celeste. Llegaba Fernando Castro Santos, un técnico que se convirtió en verdadero revulsivo y que reactivó a Vlado Gudelj, quien en la novena jornada volvía a convertir un triplete en la victoria por 4-0 ante el Sevilla. El bosnio completó la temporada sumando 15 tantos a su colección y el Celta lograba una permanencia mucho más cómoda de lo que se intuía durante las primeras jornadas.

Gudelj festejando un gol en 1997 (Foto: celtahistoria.blogspot.com)

Los de Vigo querían dar un salto de categoría, haciéndose durante el verano de 1996 con los servicios de Alexander Mostovoi, Iomar do Nascimento Mazinho, Juan Sánchez y Haim Revivo, entre otros. El equipo apuntaba muy alto y la competencia para Vlado supuso una merma en los minutos que disfrutó sobre el terreno de juego. Sin embargo la ambición en las contrataciones no se correspondió con los resultados y el Celta no consiguió escapar de la zona baja hasta el punto de llegar al último partido jugándose la permanencia.

Fue la temporada de la 'espantada' de Mostovoi en El Molinón, llegándose a una situación límite en la jornada 42, en la que los de celeste debían derrotar al todopoderoso Real Madrid de Fabio Capello en Balaídos. Los blancos llegaban como campeones de liga y no se jugaban nada pero las escasas tres derrotas que habían encajado a lo largo de toda la temporada intimidaban. Mostovoi, tras una temporada lamentable, colocó a los ocho minutos de juego un balón a la espalda de la defensa merengue y Vlado hizo el resto. Mostrando una de sus grandes virtudes, arrancó en velocidad hacia la portería de Cañizares, definiendo con tanta suavidad como maestría. Apenas dos minutos más tarde un nuevo servicio del ruso era empalmado incontestablemente por el de Trebinje, esta vez con la zurda. 2-0 a los diez de la primera parte y Balaídos no daba crédito. Los 80 minutos restantes se convirtieron en una fiesta que se completó con dos goles más, obra de Juan Sánchez y de Vlado Gudelj, quien firmaba un nuevo 'hat-trick'. El Celta se quedaba en Primera y el tanque bosnio volvía a superar la decena de tantos. En este caso totalizaba 13 en 29 partidos, una media en consonancia con las temporadas anteriores.

Rumbo a Europa

Fue la 1996-97 la última campaña en la que Vlado se sintió importante para el equipo en el terreno de juego. Al año siguiente sus minutos descenderían dramáticamente, anotando apenas dos tantos en liga. El primero en la derrota por 3-1 el Bernabeu y el segundo y último en Balaídos frente al Mérida, que sirvió para festejar la clasificación para la Copa de la UEFA. Una celebración que selló una vez más la total comunión del bosnio con la grada olívica. La posibilidad de disfrutar de Gudelj entonando la 'Rianxeira' fue, seguramente, uno de los momentos más entrañables en la historia del celtismo.

Un grandísimo delantero que, como el buen vino, fue mejorando con los años

Ya en Europa, nadie puede olvidar su gol al Liverpool. Un tanto que encarrilaba la histórica eliminatoria que situaba al Celta en los foros más exquisitos del mapa continental. Fue la última temporada del bosnio como jugador céltico, poniendo rumbo a Santiago de Compostela, donde todavía marcaría goles durante dos campañas. El Hajduk Split croata sería su última parada, decidiendo colgar las botas en 2003, con 37 años de edad.

Regreso a Vigo

Tras su etapa final en los Balcanes, Vlado retornaba a Vigo donde ejerció como relaciones públicas en la Fundación del Real Club Celta, después como ojeador y desde 2011, ocupa el cargo de delegado. En 2013 fue galardonado con el premio de la LFP al mejor delegado de la liga BBVA. Hoy es fácil verle en el banquillo o incluso en el campo, como sucedió en la polémica jugada del pasado 31 de enero frente al Córdoba. Ante el estado de nervios general, Vlado impuso su cordura y alejó a los futbolistas del árbitro para evitar posibles sanciones. Su fusión con el celtismo es plena y, sin lugar a dudas, su figura es una de las más veneradas por la afición.

Decir Vlado Gudelj significa decir celtismo. La muestra de que cualquier futbolista puede llegar al corazón de una afición siempre que su dedicación y su amor por el club brillen con tanta pureza como en el caso de este bosnio. Más allá de sus cualidades futbolísticas, la sencillez y la naturalidad con que se ha desenvuelto a lo largo de estos 23 años son capaces de cautivar a cualquiera que simpatice con el Celta. Jamás se ha oído ni se oirá una mala palabra de sus labios, siempre mostrando una imagen extremadamente educada y bondadosa. Al final la vida pone a cada uno en su sitio. Y el sitio de Vlado Gudelj es –ojalá que por mucho tiempo– el Real Club Celta de Vigo.