Decía Diego Pablo Simeone tras el derbi madrileño que algunas cosas no se imaginan, suceden. Esa acertada frase podría aplicarse a lo acontecido esta noche en Balaídos. Un Atlético de Madrid en el mejor momento de la temporada, que venía de aplastar al Madrid hace ocho días, se ha visto superado por un Celta, recién salido de una racha de tres meses sin ganar en Liga, pero con dudas sin disipar en cuanto a su juego. Superiores en lo táctico, en lo técnico y en el acierto de cara a portería. Los celestes incluso fueron capaces de competir en intensidad con los rojiblancos. Pero siempre desde su estilo. Balón, balón y más balón. Movilidad y combinaciones fueron la receta para la victoria de un equipo que tan solo cometió dos faltas en el partido.

Fiesta de disfraces

En pleno Entroido vigués, Balaídos se vistió de gala para recibir al Atlético de Madrid. Máscaras, caretas, maquillajes. Todo vale en los días del cambio de personalidad. Incluso que un equipo muy inferior en presupuesto y posibilidades económicas se vista de apisonadora que barra del campo a un campeón de Liga que fue una caricatura de sí mismo.

La victoria empezó desde la pizarra. Berizzo dibujó una propuesta muy ofensiva. Línea de presión muy adelantada en fase defensiva y continua movilidad e intercambio posicional en la ofensiva. Simeone suplió las ausencias de Koke y Arda Turan, con el tridente formado por Griezmann, Mandzukic y Torres. A falta de fútbol, el Cholo buscó una pegada que no llegó. El fútbol lo pusieron los de azul cielo.

Krohn-Dehli dirigió la orquesta celeste. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

Tras unos minutos de tanteo, el partido cogió el cariz que llevaría hasta el final. El Celta jugando en campo contrario, asociándose, buscando por dentro y por fuera. El Atleti, agazapado, buscaba una contra que matase a la adelantada defensa celeste. Ese contragolpe letal no se dio porque los de Berizzo estuvieron perfectos en la presión tras pérdida. Apenas le duraba la pelota a los visitantes.

El Celta fue superior en todo

Las ocasiones empezaron a llegar. No eran claras, pero los celestes pisaban área con asiduidad. Nolito y Krohn-Dehli lo buscaron desde fuera del área. El dominio se intensificaba cada vez más. El Celta se convirtió en un vendaval que encerró en su área al Atlético. Por una banda, por la otra. La movilidad constante y la velocidad de ejecución de los atacantes célticos desarboló a los rojiblancos, que solo podían achicar balones. Una conducción de Griezmann que acabó en un flojo disparo con la derecha, el único bagaje ofensivo de los rojiblancos en la primera parte.

Charanga celeste

Había pasado media hora y parecía claro que el Celta se había puesto el disfraz de equipazo. El Atlético de Madrid perdió a Tiago en ese momento, que abandonó el césped lesionado, dejando su sitio a Mario Suárez. Le crecían los enanos a Simeone, que no encontraba la manera de contener al equipo local.

Larrivey fijaba a los centrales, Orellana, hiperactivo, aparecía por todas partes, y Nolito fue un puñal desde la izquierda. Los centrocampistas acompañaban con criterio con balón y recorrido sin él, la buena labor de los atacantes. El fútbol fluía, pero el gol no llegaba. El partido se fue al descanso con la sensación de que la fiesta de disfraces podría haberse acabado y que cada uno recuperaría su identidad en la reanudación.

Nolito y Orellana fueron una pesadilla para el Atleti. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

Ciertamente el guion pareció cambiar en el segundo tiempo. Torres dejó su lugar a Cani y el Atlético presionó mucho más arriba al Celta. Fueron los minutos de mayor igualdad del choque. Cabral y Fontàs obligados a pegar pelotazos y los centrocampistas celestes con dificultades para entrar en juego. Augusto lo intentó desde muy lejos, pero su disparo se fue desviado.

La chirigota gaditana

La inercia del juego invitaba a pensar que el Atlético terminaría por darle la vuelta al dominio celeste. Pero en pleno carnaval, parecía lógico pensar que un gaditano estaría en su salsa. Así fue. Nolito volvió a ser el factor diferencial del Celta. En el minuto 57 provocó un penalti, al ser arrollado por Mario Suárez dentro del área. El propio Afilador asumió la responsabilidad y ejecutó con maestría. La jugada vino precedida de una mano de Augusto en el centro del campo, muy protestada por los jugadores rojiblancos. El árbitro consideró que era involuntaria.

En pleno Entroido vigués, el Celta se disfrazó de equipazo

A partir de ahí empezó el intercambio de golpes. El partido se rompió y el Atlético se lanzó al ataque sin red. En esos minutos llegaron las mejores ocasiones visitantes. Saúl se encontró con Sergio en un disparo desde fuera del área. En el rechace Griezmann se topó de nuevo con el Gato, aunque la jugada estaba invalidada por fuera de juego. Minutos más tardes lo volvió a intentar el francés desde la frontal y el de Catoira volvió a interponerse en su camino. Los de Simeone siguieron percutiendo, y de nuevo Saúl, tras un gran autopase, centró para Mandzukic que se encontró con la cara de Jonny en un disparo que caminaba hacia el gol. El Celta asumió el reto, y en su turno tuvo una ocasión clarísima en las botas de Larrivey que erró a puerta vacía un servicio de Nolito.

Aquelarre chileno

El Celta no se amilanó ante el arreón del Atleti. Parece lógico que un campeón de Liga, con un presupuesto mucho mayor que el de su rival, tenga ocasiones en el campo del Celta. No hubo ni rastro de la ansiedad que atenazó a los celestes en otras ocasiones. Un Cabral perfecto, sostuvo a los suyos atrás, y un Krohn-Dehli estelar se echó el equipo a la espalda. Ese pelo rubio, esa calidad, esa inmensa presencia en la zona ancha. El danés se había disfrazado de Schuster para la ocasión y durmió el partido cuando su equipo más lo necesitaba.

Pero toda fiesta tiene un broche de oro final. Y solo faltaba un actor por aparecer. Fabián Orellana, omnipresente, puso el 2-0 definitivo tras una preciosa jugada colectiva. Larrivey dejó para Krohn, que asistió al Ninja para que clavase la sentencia con un disparo cruzado. Antes de eso, Nolito se inventó un sombrero dentro del área que pudo acabar en golazo.

El entierro de la sardina

Todavía quedaba un cuarto de hora tras el gol de Orellana y la entidad del Atlético no dejaba relajarse demasiado a Balaídos. Pero no era el día de los colchoneros. Un balón suelto dentro del área acabó en una patada de Fontàs sobre Siqueira que el árbitro no vio. Ese pareció ser el último intento de un equipo rojiblanco que bajó los brazos. Berizzo movió el banquillo y los suyos se quedaron la pelota hasta el final. Un flojo remate de cabeza de Mandzukic fue la bala de fogueo que le quedaba al actual campeón de Liga, que se limitó a correr detrás del balón en los instantes finales.

El partido acabó, pero la fiesta en Balaídos no había hecho más que empezar. Tras el golpe encima de la mesa de la semana pasada, el Atlético ha dado un paso atrás en sus aspiraciones de revalidad el título. Los de Simeone se quedan a siete puntos del Real Madrid, aunque todavía quede mucho campeonato. Por su parte, el Celta ha confirmado con un gran partido, que la crisis es historia. Los celestes llegarán muy reforzados al derbi de la semana que viene, con cuatro puntos de ventaja sobre el Deportivo y con unas sensaciones inmejorables en cuanto al juego. Dicen que la vida es un carnaval. Habrá que ver si los vigueses consiguen mantener este disfraz toda la temporada.

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Sobre el autor
Borja Refojos
Estuve en VAVEL desde octubre de 2012 a enero de 2016. En ese período coordiné la sección del Celta desde julio de 2013 hasta diciembre de 2015, así como la cobertura del Mundial 2014, además de escribir crónicas, reportajes y todo tipo de artículos informativos. Actualmente trabajo como redactor en la Axencia Deportiva Galega (ADG Media) y colaboro en tuRadio 88.4 Vigo. Email de contacto: [email protected]