El Celta vuelve a sumar números propios de la zona alta. Cuatro jornadas invicto, diez puntos de doce posibles, con seis goles a favor y solo uno en contra. Argumentos objetivos para pensar que la peor racha de resultados de la historia celeste está definitivamente desterrada. Pero, por si quedara alguna duda, la victoria sobre el campeón y, sobre todo, el golpe en la mesa del derbi invitan a pensar que la permanencia está a tiro y que, después, llegará el momento de pensar en cotas mayores.

Aguantando el tirón local

El equipo se presentó en A Coruña fiel a sus principios, aquellos con los que Berizzo está protagonizando una temporada que no deja a nadie indiferente. Con una alineación que ya casi se puede recitar de carrerilla, cuando las lesiones no lo impiden, y en busca del balón para hacer daño al rival.

El Celta vuelve a sumar números propios de la zona alta

Tras la crisis de identidad que llevó al equipo a perder los puntos y la posesión, y que el Celta acusó especialmente fuera de Vigo, quedaba por ver si la recuperación se producía también como visitante, donde más le estaba costando hacerse con el control de los partidos.

Pero en Riazor le correspondió al Deportivo, herido por la derrota en los dos últimos derbis, el papel de equipo motivado, multiplicado por las ganas de agradar a su público. Así que el Celta se pertrechó bien atrás para capear un temporal que duró media hora. Ahí se notó la mejoría defensiva de las últimas jornadas. Una línea solvente, ayudada por un centro del campo que crece a cada partido. A la labor oscura de Radoja se suma el enorme despliegue de Augusto y Krohn-Dehli, centrados en destruir el juego rival durante la media hora inicial. El resultado fueron arreones locales que no consiguieron inquietar a Sergio.

Vuelve el Celta dominador

Hubo que esperar al lógico bajón local, según se iban gastando las fuerzas y enfriando los ánimos, para que los vigueses pudieran mostrar su mejor versión, aquella con la que protagonizaron un fulgurante inicio de campaña dominando a sus rivales, sin importar el escenario del partido. En ello está teniendo una importancia capital Michael Krohn-Dehli, que se va adueñando de la situación poco a poco, sin hacer ruido, hasta llegar a un punto en que todo el caudal de juego del Celta pasa por sus botas. Y a pesar de que sus rivales lo conocen y lo temen, no pueden hacer nada por evitarlo. De esta forma, el Celta fue creciendo en el partido de la mano de su timón danés.

Pero, en los últimos partidos, Krohn-Dehli está encontrando un socio de lujo en la sala de máquinas. Curiosamente, otro jugador llegado hace tres años para jugar pegado a la banda: Augusto Fernández. Los dos futbolistas han ido protagonizando una reconversión paralela, del extremo al puesto de interior, para acabar formando una pareja sólida y solvente en el centro del campo, por delante del pivote Radoja. Un centro del campo equilibrado y muy competitivo, que está marcando las diferencias en esta segunda juventud que atraviesa el Celta de Berizzo.

Con la escopeta cargada

Pero, tal y como quedó patente durante varios meses, de nada vale el dominio, de nada sirven la posesión y el juego combinativo (al menos a nivel clasificatorio), si no se llega con peligro al área rival. Así que recae en el tridente ofensivo la responsabilidad de solucionar los partidos. Y fue ahí donde el Celta resolvió el derbi, partiendo de una decisión valiente de Berizzo: situar en punta a Charles en detrimento de Larrivey. El de Gualeguay estaba nervioso, no encontraba el gol desde hacía casi cuatro meses. Así que fue el turno para el hispano-brasileño, titular indiscutible el curso pasado, y un profesional intachable en busca de una oportunidad para reivindicarse.

La gran diferencia entre un equipo que lucha con los de abajo y otro que pueda asomar la cabeza en zonas más cómodas es el gol

El elegido fue Charles, pero el puesto de nueve en el Celta significa trabajo, sacrificio y asociación con sus dos socios: Orellana y Nolito, que han recuperado la chispa que los hace destacar. Con ellos se asoció Charles, y de qué manera. Transcurría el primer minuto de la segunda mitad, y una contra eléctrica lanzada por Augusto la canalizó Nolito, que buscó a su media naranja en el área. Orellana la puso al segundo palo, y Charles remachó a la red. Un prodigio de ataque vertiginoso que se coló entre los cinco mejores goles de la jornada, y que dejó de manifiesto que la gran diferencia para que un equipo luche con los de abajo o pueda asomar la cabeza en zonas más cómodas es precisamente eso: su capacidad goleadora.

Inyección de moral para todos

Con el derbi cuesta abajo, al Celta le tocó volver a apretar los dientes. El factor emocional puede más que las piernas cansadas, y de eso sabe Lucas Pérez, coruñés del barrio de las Flores que esperó toda su vida para poder jugar un derbi delante de los suyos, y se multiplicó para intentar voltear el partido. De sus botas salió la mejor ocasión del Deportivo, en un triple remate que constató la vuelta del mejor Gato de Catoira. Sergio Álvarez se sacó una doble parada espectacular para salvar al Celta, como ya hiciera en la ida en Balaídos, y para demostrar que le van las grandes citas, y los grandes escenarios.

Lucas Pérez acabó perdiendo los nervios con una fuerte entrada sobre Orellana que mereció algo más que la tarjeta amarilla (y que, curiosamente, fue el mismo castigo que recibió Nolito por intentar mediar en la tímida tángana que se montó después) pero dio un ejemplo de deportividad tras consumarse la derrota felicitando a sus rivales.

Aún quedaba que Larrivey se reconciliase con el gol y siguiese siendo el brazo ejecutor de los derbis

Iba a ser Charles, otra vez Charles, quien provocaría la expulsión de Lopo. Un nuevo robo de balón y salida rápida de los vigueses acabó con una entrada a destiempo del catalán, que ya se había visto superado por el ariete céltico en el minuto cinco. Segunda amarilla, y los de Berizzo veían el camino mucho más despejado.

Pero aún quedaba que Larrivey se reconciliase con el gol y siguiese siendo el brazo ejecutor de los derbis. Su tercera diana en otros tantos clásicos de la temporada, contando el amistoso de Pasarón, se lo guisó y se lo comió él solito forzando un error de Luisinho. Larrivey está de vuelta, y otra vez en cabeza en el capítulo goleador vigués con ocho tantos. Otra gran noticia que deja el derbi.

Recalculando objetivos

La victoria deja al Celta con siete puntos de margen sobre el eterno rival, y con nueve sobre el descenso a falta de catorce jornadas. Son cifras que le permiten plantearse el futuro a medio plazo con mucha más tranquilidad, y sin rastro de la convulsión social e institucional que acompañó a los meses anteriores.

Pero, más allá de los fríos números, el mayor indicador de que el Celta ha entrado en una nueva fase de la temporada, algún peldaño por encima del grupo de equipos condenados a batirse el cobre por eludir la quema, es que ha recuperado su esencia y, sobre todo, el gol. Las cuentas, desde el octavo puesto de la clasificación, vuelven a cuadrar. Eso sí, puede que ahora se echen de menos todos los puntos que se fueron al limbo durante la peor racha sin marcar de la historia de la entidad, y que esta pese de manera decisiva en el objetivo final de la temporada.