La visita al Madrigal era un auténtico test para el Celta, que medía sus posibilidades ante uno de los equipos llamados a luchar por los puestos europeos en la docena de jornadas que quedan. Una auténtica piedra de toque para saber si el cuadro vigués tenía motivos para pensar en un objetivo algo mayor que la permanencia, a pesar de que esta todavía no está asegurada.

Sin timonel ante el submarino

Pero la cosa empezó a torcerse en la previa, tras una última sesión en la que Krohn-Dehli, entre algodones toda la semana, no superó la prueba. Su ausencia suponía un auténtico torpedo a la línea de flotación de la nave de Berizzo, que lo había utilizado como timonel en todos los partidos de Liga sin excepción.

La ausencia de Krohn-Dehli suponía un auténtico torpedo a la línea de flotación de la nave de Berizzo

Hasta tal punto influyó la baja del danés que incluso varió el sistema de juego del técnico, que renunció en el Madrigal a su típico 1-4-3-3 para situar una defensa de cinco con tres centrales. El Celta salía así mucho más arropado para neutralizar los envites de un rival que acumulaba siete victorias consecutivas en su campo, pero la línea de creación se resintió desde el principio, incapaz de hacerse con la posesión del balón, que circulaba peligrosamente por las inmediaciones del área visitante.

Avalancha amarilla

Cuando un equipo experimenta una gran racha de resultados, su confianza le lleva a crecerse. Quedó patente desde el principio. El Villarreal se fue en tromba a por la portería de Sergio, a pesar de que Marcelino optó por dar descanso a algunas de sus figuras tras la eliminación copera del miércoles.

La ausencia que más se notó, para alivio de los celestes, fue la de Luciano Vietto, gran argumento ofensivo de los castellonenses. Sin el argentino en el campo, el Villarreal dominaba, pero no conseguía plasmar esa superioridad en el marcador.

El Celta esperaba un rival difícil, y aguantó como pudo los embates iniciales, con la esperanza de que el paso de los minutos enfriase un poco el juego incisivo amarillo. No es la primera vez que los vigueses optan por esta estrategia, especialmente lejos de Vigo, y eso es algo en lo que han mejorado mucho con respecto a las temporadas anteriores.

La calma antes de la tempestad

No se equivocaban los hombres de Berizzo. A partir del minuto 15 consiguieron sacudirse el dominio local, y empezaron a intentar tocar el balón siguiendo su particular libro de estilo. Pero la ausencia de Krohn-Dehli, y el adelgazamiento consecuente del centro del campo en aras de fortalecer la defensa impedían la circulación fluida del balón. Así que el Celta solo se acercó tímidamente con un par de remates de Nolito.

El Celta consiguió sacudirse el dominio local, y empezó a tocar siguiendo su particular libro de estilo

El Villarreal, un equipo lleno de talento, esperaba su oportunidad, y esta llegó al filo del descanso. Con dos zarpazos, los de Marcelino resolvían el partido en cinco minutos, en acciones que dejaron en evidencia el entramado defensivo vigués. Primero Giovani robó un balón y galopó en línea recta sin oposición ni de Cabral, incapaz de alcanzarlo, ni de Sergio, que no tuvo su mejor tarde. Después apareció Musacchio para superar otra vez a Cabral a la salida de un córner, y dejar claro que hay días en que las cosas no marchan como uno las planea, y que un equipo con pegada es capaz de resolver un partido así, con bien poco, y dejar a su rival con cara de tonto.

Reacción tardía

Fue entonces, al descanso, cuando Eduardo Berizzo optó por el recambio natural de Krohn-Dehli, Álex López, y devolvió al Celta a su esquema más habitual, con el que intentaría remontar un resultado casi imposible. La misión no era sencilla, pero el equipo se puso manos a la obra, y consiguió acortar diferencias por medio de Augusto Fernández. Un gol a balón parado, otra cosa poco habitual.

Llegaron entonces los mejores minutos del cuadro vigués en el partido, y el empate fue incluso una posibilidad real. Pero la falta de acierto de los delanteros volvió a resultar un lastre para el equipo. Además, un Villarreal saturado de partidos en tres competiciones, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. De hecho, su gran argumento goleador, Vietto, había entrado en el descanso para aprovechar los espacios que esperaba Marcelino.

Castigo excesivo

El guion final del partido fue muy parecido al de la recta final de la primera mitad, con un Villarreal que aprovechó a la perfección los errores de un Celta que acusó la ausencia de su timón, y que no llegó a estar cómodo sobre el césped en ningún momento, y abusó de ellos exhibiendo su mayor pegada. Una pegada que sigue faltándole al equipo vigués en los momentos decisivos.

La dependencia de Krohn-Dehli en el planteamiento de juego del Celta parece, a día de hoy, una realidad

La goleada es la mayor que ha sufrido el Celta esta temporada, y sirve para ayudar a resolver varios interrogantes. Uno es el nivel competitivo del equipo en el campo de un rival de los que luchan por Europa, ya que aún tiene que enfrentarse a muchos de ellos en la recta final del campeonato. Se puede considerar que los factores expuestos ayudan a explicar la derrota, aunque es inevitable considerarla justa. Otro, el grado de importancia que tiene Krohn-Dehli, el futbolista con más minutos y más kilómetros recorridos, en su juego. Una pregunta que adquiere más importancia justo cuando el club debe decidir si echa el resto en busca de su renovación, con la inversión extra que podría suponer retenerlo, y ante los cantos de sirena que le llegan de otros lugares. La goleada del Madrigal podría llegar a suponer otro factor a tener en cuenta en la dura negociación que se avecina, ya que la dependencia del danés en el planteamiento de juego del Celta parece, a día de hoy, una realidad.