Dos equipos en una situación tranquila, en un buen momento de juego y con las escopetas cargadas. Sin duda un buen plan para una noche de sábado, especialmente para la parroquia viguesa, ansiosa de ver una victoria contra su bestia negra, que reafirmase al equipo en su apuesta por el denominado 'fútbol de salón'.

Más difícil todavía

La empresa no era sencilla, precisamente por la tendencia del Celta a estrellarse contra los vallecanos, y menos aún tras encajar un gol a las primeras de cambio, como ya había sucedido en Los Cármenes. Manucho hurgaba en una herida que amenazaba ya con enquistarse de manera histórica.

Pero el Celta local, y esto es algo que ya no extraña a nadie, tiene un talante diferente al visitante. Sin ofrecer una apuesta especialmente diferente, sí que tiene otro poso que le hace ser mucho más peligroso. Y así se puso manos a la obra en busca del empate ayudado por el planteamiento propio y el ajeno.

Jaque mate

No es habitual ver a un entrenador asumir toda la responsabilidad de un fracaso colectivo, y escenificarlo con un doble cambio antes de la media hora. Pero Paco Jémez es un técnico muy particular, para bien y para mal. Su apuesta por una defensa de tres centrales fue literalmente acribillada por el planteamiento de Berizzo, con Nolito y Orellana fundidos en una avalancha letal por la izquierda, mientras Larrivey y Santi Mina esperaban con la caña.

La defensa de tres centrales del Rayo fue literalmente acribillada por el planteamiento de Berizzo

De todos es sabido que, cuando están enchufados, el gaditano y el chileno disfrutan asociándose, aunque partan de extremos opuestos. Si las circunstancias del partido lo permiten, van acercándose para tocar y tocar en busca de los espacios. La novedad contra el Rayo consistió en que pudieron hacerlo desde el principio, con Santi Mina abriendo el campo hacia la derecha. Así que los centrales del Rayo se vieron obligados a multiplicarse, literalmente desbordados, y los grandes beneficiados fueron sus compañeros de delantera. Todo un alarde de estrategia y de valentía de Berizzo, que obligó a su contrincante a pedir papas y enrocarse en defensa antes de la media hora de juego, algo que terminó no sirviendo de nada.

'All in' de Santi Mina...

Cuando un partido sale así hay que aprovecharlo. Es el momento de invertir tendencias, de mejorar los números individuales y colectivos, de ganar confianza y de dar un paso adelante en busca de cotas mayores. El Celta pudo reivindicarse a nivel ofensivo con seis goles, eso es innegable. Sin embargo, hay que focalizar el éxito en Santi Mina, auténtico verdugo del Rayo. El canterano ha ido ganando peso dentro del equipo de Berizzo, aún lejos de la importancia que le dio Luis Enrique la temporada pasada, especialmente en la primera vuelta. Ha sabido esperar su momento, que llegó en Copa. Pero para conseguir lo que más le gusta, su auténtica misión en el campo, el gol, había tenido que esperar.

El Celta pudo reivindicarse a nivel ofensivo con seis goles, eso es innegable, pero hay que focalizar el éxito en Santi Mina

Contra el Rayo vio su oportunidad y la aprovechó. Las metió de todos los colores: con la izquierda, con la derecha, de cabeza... con un toque sutil, una vaselina y un regate al portero. Todo un manual para cualquier nueve. Justo lo que necesita el Celta. Y todo desde la banda. Incluso le sobraron 20 minutos, en los que quizá podría haber entrado en la historia, dando aún más la razón a quienes demandan una oportunidad para el vigués como delantero centro. En cualquier caso, su portentosa actuación lo deja a la altura de Luis Suárez, el único Balón de Oro español, último futbolista gallego en marcar cuatro goles en un partido de Liga. Y solo tiene diecinueve años.

...y los demás, de farol

Es difícil de decir cuando el partido acabó 6-1, pero lo cierto es que los delanteros celestes, con la lógica excepción de Santi Mina, pecaron de falta de acierto. Joaquín Larrivey (que, no conviene olvidarlo, sigue siendo el máximo goleador del equipo), cumplió con creces su cometido. Anotó dos goles, que no celebró por deferencia, y lo hizo en el momento más difícil, cuando eran necesarios para remontar. Pero después no fue capaz de aprovechar el enorme caudal asistente de Nolito manteniendo el pulso goleador con Mina. Quizá por relajación, en la segunda parte mandó al limbo dos ocasiones claras, y son ese tipo de fallos los que le están impidiendo consolidarse como el nueve indiscutible del Celta.

El sistema seguirá funcionando en la medida en que Mina, Larrivey, Charles y Nolito, sobre todo, sigan concretando ocasiones

Tampoco fue el día goleador de Nolito y Orellana, más preocupados en hacer trizas la defensa rival y asistir a sus compañeros que en buscar la portería, aunque a Nolito sí se le vio algo obsesionado con unirse al festín en la segunda parte. Si todos ellos hubieran estado solo un poco más acertados se estaría hablando de un resultado histórico, pero el 6-1 despoja de cualquier atisbo de dramatismo al asunto y deja los fallos en mera anécdota. Una anécdota, eso sí, que incide en la tendencia de la temporada, que carga todo el peso goleador del Celta sobre sus delanteros, con una paupérrima aportación de centrocampistas y defensas. El sistema seguirá funcionando en la medida en que Mina, Larrivey, Charles y Nolito, sobre todo, sigan concretando ocasiones. Esto podría bastar para que el equipo siga soñando con los puestos europeos, que ahora podrían quedar, a falta de la final de Copa, a siete puntos, a otras tantas jornadas del final de Liga. Pero no estaría de más que hombres importantes como Krohn-Dehli, Augusto Fernández, Álex López o el Tucu Hernández diesen un paso al frente, y empezasen a colaborar en tareas realizadoras. Sería una gran descarga para los de siempre, los liberaría de la presión que sufren en ocasiones, y ayudaría en busca de objetivos más ambiciosos que la simple permanencia. Será una de las misiones para el escaso mes y medio de competición que resta, y al que el Celta llega, otra vez, en plena forma.