Espoleado por la goleada sobre el Rayo, por la cercanía de la permanencia, y por las dudas ofrecidas por un Málaga que, por el momento, ocupa esa séptima plaza que podría dar acceso a Europa, el Celta de Berizzo se presentó en un campo de Ipurúa que no se le daba nada bien, ante un rival que muestra signos de flaqueza desde el inicio de la segunda vuelta. Efectivamente, el estado de forma de los dos contendientes no guardaba mucha relación con el de la primera vuelta, cuando los armeros sorprendieron en Balaídos a un equipo que aún era considerado otra de las revelaciones del torneo, pero que ya se encontraba inmerso en la peor sequía goleadora de su historia. El Celta incluso parecía haber enterrado una semana antes ese mal endémico que lo está acompañando durante todo este curso, de manera más o menos evidente.

Festival de delanteros

Por ello, y para festejar esa media docena histórica de goles al Rayo, Berizzo repitió alineación lejos de Vigo, con un doble pivote de corte ofensivo formado por Augusto Fernández y Krohn-Dehli, y con cuatro delanteros por delante buscando otro golpe en la mesa.

Pero al equipo vigués le costó hacerse con el timón del partido, y empezar a desarrollar ese juego por el que colecciona elogios de sus rivales. Un Eibar peleón se desplegó por el reducido campo adelantando la línea de presión e incomodando a sus rivales hasta el punto de que estos no fuesen capaces de controlar la posesión. Pero el ímpetu inicial no duró y, poco a poco, Krohn-Dehli comenzó a hacerse con el partido.

La alargada sombra de Krohn-Dehli

No es nada habitual que un futbolista se retire ovacionado del campo de un rival, pero aún lo es menos si se trata de uno de esos jugadores caracterizados por su derroche físico, que no destacan precisamente por su olfato goleador. Bregado en mil batallas en todas las categorías, y especialmente sensible con el fútbol de garra, el público de Eibar sabe de qué va esto. Después de sufrir toda una exhibición de colocación, conducción y caudal de juego de Krohn-Dehli, Ipurúa no dudó en recompensar su esfuerzo cuando fue sustituido, reconociendo el valor que, hoy por hoy, tiene el danés en el Celta.

Si hasta los propios rivales se dan cuenta de su valía, no es difícil imaginar la preocupación del celtismo por la marcha de Krohn-Dehli

Si hasta los propios rivales se dan cuenta de su valía, no es difícil imaginar la preocupación del celtismo por la segura marcha de su timonel a final de temporada. Al tiempo que agradecen su total compromiso con los que han sido sus colores durante tres años, los aficionados se preguntan cómo podrá reemplazar el Celta una pieza tan importante. Un futbolista que monopoliza el juego vigués, que ha sido directamente responsable de gran parte de los triunfos, incluido el de Ipurúa, y cuya ausencia ha desencadenado varias catástrofes.

Los cuatro tenores, bien dirigidos

Con Krohn-Dehli como amo y señor del centro del campo vigués, llegó el momento de que el póquer de delanteros de Berizzo intentase desequilibrar la balanza. Pero no fue, ni mucho menos, misión sencilla. De hecho, tuvo que ser el propio Krohn-Dehli quien protagonizase una de las acciones más claras de la primera mitad, evidenciando la falta de pegada de sus compañeros.

El repertorio ofensivo del Celta asusta a los rivales, pero no se está traduciendo en un número muy elevado de goles

A estas alturas de la temporada, el Celta es una máquina bien engrasada que, en ocasiones, juega casi de memoria. Con la evolución natural de Orellana y Nolito, condenados a jugar más juntos, más libres para asociarse siguiendo su instinto común de combinar y buscar los espacios en defensas cerradas. Con Santi Mina percutiendo por la derecha, atacando verticalmente en busca de una única cosa: la portería. Y con Larrivey pegándose con todo lo que se mueve, fijando a los centrales y buscando el remate fácil pero letal. Todo un repertorio al que cualquier rival debería temer, pero que, con la excepción de la goleada ante el Rayo, no se está traduciendo en un número elevado de goles. Y contra el Eibar volvió a quedar de manifiesto la falta de gol del equipo que, a pesar de generar un enorme caudal de ocasiones, solo causó verdadero peligro desde los once metros.

Confianza para sufrir

Por efecto de su buen juego, y de los últimos resultados, el Celta ha generado una autoconfianza que le hace saberse superior al rival. Ese factor anímico ayuda a resolver partidos trabados, ayuda a remontar resultados adversos, y también a administrar ventajas mínimas, como quedó patente en Ipurúa. Incluso en el tramo más incómodo del choque, cuando los armeros se volcaron en busca del empate a base de juego directo, la defensa celeste cumplió con creces, bien arropada por el centro del campo e incluso por una delantera solidaria en el trabajo defensivo. Solo un susto, en forma de remate al larguero de Dídac Vilà, es un pequeño peaje a pagar en un campo tan difícil como el vasco.

El Celta incluso se permitió el lujo de matar el descuento bien cerca del córner rival, minimizando el riesgo de dejarse dos puntos por culpa de no haber cerrado el partido con un segundo gol cuando tuvo ocasiones más que suficientes para ello.

La lucha por la séptima plaza

Con la permanencia asegurada, y a falta de seis partidos para que acabe la Liga, se abre ahora otro horizonte en el camino del Celta. El equipo tiene a tiro la séptima plaza, que podría dar acceso a Europa en caso de triunfo del Barcelona en la final copera contra el Athletic. Precisamente los vascos, junto al Espanyol y al Rayo, lucharán también por una plaza que ahora mismo ocupa el Málaga. La sexta posición, pasaporte seguro a Europa que ocupa el Villarreal, está a diez puntos, una distancia teóricamente insalvable.

El principal problema, que podría sembrar de nubarrones ese horizonte europeo de los vigueses, es la falta de contundencia

La lucha final está servida, y el Celta la afronta con cuatro partidos en Balaídos y dos lejos de Vigo. Los dos primeros, en casa contra el Real Madrid y el propio Málaga, tienen una importancia capital en la empresa. Viendo el estado de forma de los de Berizzo, no es descabellado pensar que pueden conseguirla. Pero el principal problema, el que podría sembrar de nubarrones ese horizonte europeo de los vigueses, es esa falta de contundencia, que queda en anécdota tras victorias como la de Ipurúa, pero que puede costar puntos y más de un disgusto contra rivales directos. El juego del Celta no ofrece dudas a día de hoy, pero todo dependerá, como siempre, de que la pelotita quiera entrar en el momento oportuno.