Es evidente que una derrota en casa no es lo más deseable. Y más, después de encajar cuatro goles, tres de ellos en la primera mitad. Pero es igualmente innegable que jugarle de tú a tú a uno de los aspirantes al título, con opciones de éxito hasta bien entrada la segunda parte, meterle dos goles y acabar provocando una catarata de elogios es la mejor manera de perder un encuentro de estas características. Y más, con el rival acumulando hasta seis defensores en el tramo final, y con la desgraciadamente frecuente polémica arbitral de por medio.

Once de gala

Que Berizzo no iba a renunciar a sus convicciones quedó patente desde que se conoció la alineación. La misma que generó media docena de goles contra el Rayo, y que asaltó Ipurúa para colocarse en el centro de la lucha por la séptima plaza. Un planteamiento con dos mediocentros de corte ofensivo y cuatro atacantes puros. Todo un doctorado especialmente para Santi Mina, que desplazó de la titularidad al Tucu Hernández, pieza básica contra los grandes.

Con un once así, estaba claro lo que quería el Celta: dominar a su rival y jugar en su campo, por muy campeón de Europa que fuese. Una apuesta ofensiva que a estas alturas ya no sorprende a nadie, y tampoco a Ancelotti, que utilizó un sistema con cuatro centrocampistas para intentar contrarrestar el empuje celeste.

El golito de Nolito

Es un hecho irrefutable que todo lo que tiene que ver con los grandes en el mundo del fútbol tiene más trascendencia. Lo ocurrido en sus partidos puede marcar a un futbolista, e incluso a un equipo, para bien o para mal y durante muchos años. Manuel Agudo Durán saltó a la fama a nivel nacional cuando solo era una joven promesa que acababa de cumplir 20 años en el Écija. Su gol del empate contra el Real Madrid en Copa llenó las portadas, es el famoso golito de Nolito que resuena en la megafonía de Balaídos cada vez que el gaditano marca, pero que no había podido repetir contra el equipo merengue ni ante 'su' Barcelona desde que aterrizó en Vigo.

Jugarle de tú a tú a un grande y acabar provocando una catarata de elogios es la mejor manera de perder un encuentro

En efecto, ya se ha visto a Nolito marcarle varias veces al Atlético o al Deportivo, sin duda goles importantes para el celtismo. Pero tenía esa asignatura pendiente contra los dos grandes, ante los que siempre se le había visto un poco acelerado. Esta temporada participó con un taconazo espectacular en la victoria del Camp Nou. Pero su gol al Real Madrid en Balaídos merece un capítulo aparte, después de una conducción endiablada, y abusando de Carvajal e Illarramendi. Un gol que le abría de par en par las puertas del partido al Celta, y que le permitió ganar esa serenidad para seguir incomodando a la defensa rival durante todo el partido.

Derecha merengue, centro gallego

Pese a todo, la primera mitad fue un intercambio de golpes en el que no hubo un claro dominador. El Celta no lograba controlar el balón y, cuando lo hacía, no conseguía hacerlo circular de banda a banda como acostumbra. Por su parte, el Real Madrid percutía con insistencia por la derecha, creando superioridades ante Jonny con las que desbordaba constantemente al lateral. Y por la derecha los de Ancelotti fueron capaces de remontar. Por dos veces se asociaron: James y Cristiano, Chicharito y James. Las ayudas de Fontàs y Augusto no eran suficientes. Son los riesgos de arriesgar tanto en ataque. Los defensas se separan, aparecen los huecos y las ayudas no llegan con la suficiente rapidez. Especialmente contra una delantera tan rápida. Pero sin riesgo no hay gol, y eso lo saben a la perfección los de Berizzo.

Sin riesgo no hay gol, y eso lo saben a la perfección los de Berizzo

En la primera mitad, el Celta cargó con más insistencia por el centro, sin abusar tanto de las bandas, seguramente por efecto de tener a un jugador tan desequilibrante como Orellana jugando en la mediapunta. Por el centro, la posibilidad de sorprender es menor, depende más de una genialidad. Como la de Orellana, con un pase espectacular entre líneas para dejar solo a un Santi Mina que no se caracteriza por desaprovechar ocasiones tan claras. El empate mantenía al Celta en el partido y reafirmaba al equipo de Berizzo en su idea. Por el centro incluso pudo marcar también Larrivey, pero el Real Madrid esperó con la caña y acabó pescando el tercer gol en una contra letal. Con el paso de los minutos, los vigueses fueron ensanchando el campo, especialmente cuando Ancelotti empezó a acumular piezas defensivas. Y combinando de banda a banda pisaron área rival, donde se resuelven los partidos.

La polémica

Las decisiones arbitrales, como ya se ha explicado muchas veces en estas líneas, pueden ser más o menos acertadas, a veces de manera opinable. Lo que es una realidad es que, dentro del área, suelen convertirse en decisivas. El Celta-Real Madrid, además de por el buen juego, será recordado también por dos posibles penaltis reclamados por los vigueses. Y, por la razón que sea, esta es una situación que ya se ha repetido demasiadas veces esta temporada con el cuadro gallego como protagonista. Sin ir más lejos, en la primera vuelta en el Bernabeu.

La polémica es esa incómoda compañera de viaje del equipo de Berizzo. Es ese elefante gigante que ocupa la sala de prensa, y del que el técnico no quiere hablar, aunque a sus futbolistas les cueste cada vez más morderse la lengua. Es ese factor que le ha costado varios puntos esta temporada, y que tiene harta a la afición de Balaídos, como así se lo recordó al árbitro Pérez Montero, en lo que fue la única consecuencia palpable de sus dos decisiones en las caídas de Orellana y Nolito. Todo ello, con el 2-3 en el marcador.

El campeón de Europa, con seis defensas

Puede que sea una de las mayores satisfacciones de un equipo que, pese a las jugadas polémicas y al posterior 2-4, nunca bajó los brazos. Mientras buscaba por todos los medios reducir la desventaja en el marcador, asistió a los cambios de Ancelotti, que no dudó en introducir a Pepe y a Arbeloa en lugar de Chicharito y James. Se sumaban así a Carvajal, Varane, Ramos y Marcelo, todos sobre el césped de Balaídos. Toda una declaración de intenciones de un técnico que daba el partido por cerrado, pero que no quería correr ningún riesgo ante un rival herido que seguía insistiendo. Y esto, viniendo del mismísimo campeón de Europa, es todo un elogio.

La polémica es esa incómoda compañera de viaje del equipo de Berizzo

De esta forma, el Celta acabó el partido derrotado, pero con la cabeza bien alta. Su juego contra el Real Madrid es un aviso a navegantes del nivel alcanzado por el equipo vigués. Claro que, en la lucha por esa séptima plaza que podría dar acceso a Europa, lo más necesario ahora mismo son victorias. Pero quizá la más importante sea la siguiente, contra el Málaga, rival directo en horas bajas que vendrá bien avisado del potencial de los de Berizzo. Y es que, parafraseando a un vigués ilustre como el almirante Méndez Núñez, "más vale honra sin puntos que puntos sin honra". Por lo menos, en la guerra psicológica que se avecina en la lucha final por Europa.