Eduardo Toto Berizzo llegó a Vigo casi por sorpresa, tras conocerse el adiós de Luis Enrique, que ponía rumbo a Barcelona tras una temporada convulsa en la Ciudad Condal y una más que notable segunda vuelta en Vigo. El aluvión de nombres tras conocerse la salida del técnico asturiano no fue muy elevado, aunque destacaban algunos de renombre, como el tan de moda Paco Jémez o el argentino Ricardo Gareca, con un gran palmarés en el fútbol sudamericano a sus espaldas.

Sin embargo, y sin hacer mucho ruido, otro nombre se postulaba como candidato a convertirse en el míster del Celta, Eduardo Toto Berizzo, exjugador del equipo celeste y miembro de la escuela Bielsa. Un Berizzo cuyo paso por Vigo (de 2001 a 2005) se recordaba con cariño; un central aguerrido, con unos impresionantes dotes de liderazgo que le hacían capitán sin brazalete, y sobre todo, un hombre de club. Su gran pero, sin duda, su corta experiencia como entrenador, que se limitaba a un par de exitosas campañas en el modesto O'Higgins chileno, con el que llegó a ganar una Liga y la Supercopa chilena,

Sin ser el entrenador favorito de la directiva, que veía con mejores ojos la llegada de un técnico con más experiencia, Berizzo fue el elegido, aparentemente por las condiciones económicas de su contrato, mucho más accesibles para el Celta que las de otros candidatos. Sea lo que fuere, el argentino se convirtió en el hombre escogido para continuar el camino que Luis Enrique había reiniciado tan solo un año antes, el del fútbol vistoso de ataque que Paco Herrera había intentado realizar durante sus años al frente del Celta y que sin embargo se había cortado con la llegada al club de Abel Resino.

El Toto llegó a Vigo nervioso y a la vez ilusionado. Una ilusión generada por su precoz salto a Europa, y por la posibilidad de poder hacerlo en uno de los equipos de su vida. En su presentación, Berizzo fue claro y directo, se declaró admirador del fútbol Bielsa, con el que había compartido unos años en la Selección Chilena, con la que participó en el Mundial de Sudáfrica 2010: “Con él aprendí muchas cosas, aunque cada uno debe encontrar su método”.

No obstante, las palabras clave pronunciadas por el argentino fueron otras, las que definían su idea de juego y su filosofía: “Me gusta el fútbol ofensivo. Para ganar hay que atacar, y para atacar hay que defenderse bien, equilibrio”. Un ideario básico y sencillo, atractivo para el espectador pero de compleja realización con un presupuesto tan limitado. El argentino no tuvo miedo, e hizo arrancar a su equipo como un auténtico ciclón. Tras una gran pretemporada, los hombres del Toto comenzaron la Liga de una forma majestuosa, realizando un fútbol de altos quilates y que tuvo su momento culminante una tarde de noviembre en el Camp Nou, cuando su equipo derrotó al Barça de su predecesor en un partido para el recuerdo.

Sin embargo, la victoria en la Ciudad Condal dio paso a una sequía de meses, que concluyó tras diez partidos seguidos sin ganar. Diez partidos que hicieron a Berizzo tambalearse en su ansiado puesto, pero jamás en su idea, que mantuvo partido tras partido pese a las numerosas voces que recomendaban otra estrategia, y pese al bullicio entre una minoría que lo quería fuera del puesto.

Hoy, meses después, el Celta ya ha salvado la categoría, y jugará un año más en la máxima división del fútbol español. Sin embargo, los sueños no han acabado para los hombres del Toto. Su afición, orgullosa y volcada con el argentino y sus jugadores, sueña todavía con lograr un séptimo puesto que, de perder el Athletic Club la final de Copa ante el Barcelona, le concedería a Berizzo y a sus hombres la oportunidad de competir en Europa la próxima temporada. El pasaporte de una idea y de una filosofía. Una idea que ha llevado a su afición al orgullo, ya no solo en la victoria, sino también en la derrota, porque una derrota es dulce cuando es fiel a una idea. La idea del Toto Berizzo, que ha convencido a escépticos y detractores, y que permite a los suyos mirar hacia arriba: “Uno puede soñar en grande cuando los sueños pequeños los va cumpliendo y pisa en firme”, afirmó un día Berizzo. Con un Celta saneado económicamente y con una filosofía futbolística más que aceptable, la afición y la plantilla olívica se han ganado el derecho a soñar.