23 primaveras contaba Borja cuando regresó a la Primera División. La continuidad de Fernando Vázquez una vez consumado el ascenso en junio de 2005 garantizaba unas expectativas razonablemente buenas para el mediocentro vigués pese al salto de categoría.

El fichaje de Iriney Santos da Silva en el verano de 2005 no asustó a Oubiña, consciente de que a otro de los pivotes de la plantilla, Everton Giovanella, se le acababa el tiempo a sus 35 años. El último candidato al puesto, el brasileño Roberto de Souza, ya había vivido la temporada anterior a la sombra de Borja y aparentemente no existía motivo para que esta circunstancia fuese a cambiar.

Fue en enero de 2006 cuando se comenzaron a escuchar los primeros cantos de sirena procedentes de la capital de España

Con estos condicionantes para la demarcación de mediocentro arrancó la temporada del regreso a la élite. El canterano celeste se mostraba completamente integrado en el 4-2-3-1 que utilizó Fernando Vázquez durante aquel curso, formando pareja con Iriney y sirviendo de sostén al equipo. Las incorporaciones de Lequi, Placente, Baiano, Núñez y David Silva dotaron al once vigués de solidez atrás y buenos recursos en ataque. Y lo más importante, a medida que pasaban los partidos el crecimiento de Borja Oubiña parecía imparable.

Gol brillante, temporada impresionante

Claro que la sorda labor que desempeñaba el vigués sobre el rectángulo de juego podía pasar desapercibida para todo aquel que no siguiera con detenimiento los encuentros del club olívico, por lo que cabe destacar la fecha del 25 de septiembre de 2005 como uno de los días verdaderamente importantes en lo mediático para el centrocampista gallego. El Celta, líder tras cuatro jornadas, recibía al Sevilla. Tras un gol tempranero de Fernando Baiano, los locales insistían en su ataque sobre la portería hispalense. A los 15 minutos de juego llegó la que posiblemente haya supuesto la jugada más brillante —ofensivamente hablando— de Borja en toda su carrera. A la salida de un saque de banda ejecutó un regate más propio de Andrés Iniesta que suyo para plantarse delante de Palop y batirle por bajo. Sus mejores cualidades no tenían que ver con la anotación ni con el desequilibrio en ataque pero aquel gol permitió que toda España conociese su nombre y comenzase a fijar su mirada en él.

Foto: moiceleste.com

Borja completó una temporada 2005-2006 impresionante, con 36 titularidades en la competición liguera y más de 3.100 minutos de juego, revelándose como piedra angular en la sala de máquinas del equipo que tan buenas prestaciones ofreció durante aquel curso. Su capacidad para abarcar espacios en la medular junto con el gran entendimiento que alcanzó con Iriney llevaron al club vigués a alcanzar puesto europeo apenas un año después de lograr el ascenso.

Fue en enero de 2006 cuando se comenzaron a escuchar los primeros cantos de sirena procedentes de la capital de España. Desde la marcha de Claude Makelele el Real Madrid no encontraba una figura capaz de satisfacer las demandas que exigía la demarcación de mediocentro. El nombre de Borja sonó en los mentideros junto con otros como el de Cesc Fábregas aunque nunca se llegó a confirmar una oferta en firme por parte del club merengue. También el entonces seleccionador nacional, Luis Aragonés, mostró interés en sus cualidades, llegando a convocarlo para una jornada de convivencia previa al Mundial de Alemania.

Tapando vías de agua

Aun con todo, el aparentemente sólido proyecto celeste no iba a durar mucho. Una vez superado el verano de 2006 las cosas cambiaron en Vigo, pese a que el nivel del mediocentro vigués no decreció. Así, en septiembre llegaba el premio para Borja en forma de debut con la selección en un choque frente a Liechtenstein. Dos meses más tarde jugaría 45 minutos en un amistoso frente a Rumanía en la que sería su última internacionalidad.

Colectivamente, la necesidad de afrontar tres competiciones comenzó a desgastar al equipo, que perdió la solidez ofrecida en la campaña anterior y que, especialmente en Balaídos, no conseguía sumar puntos. En Europa el Celta superó la primera ronda frente al Standard de Lieja y también la fase de grupos, en la que se encontró con rivales duros como Eintracht de Frankfurt, Fenerbahçe, Palermo y Newcastle. Oubiña continuaba multiplicándose, disputando casi todos los minutos en ambas competiciones pero los de celeste solo mostraban su cara buena en la competición continental. El vigués se perdió el choque frente al Eintracht pero fue pieza fundamental en los restantes partidos de la liguilla.

En la competición doméstica Borja se esforzaba en tapar vías de agua y su rendimiento permitía, llegando al mes de diciembre, mantener al equipo en la zona templada de la tabla. Sin embargo todo iba a cambiar tras las fiestas navideñas, cuando las cosas comenzaron a tomar un cariz muy grisáceo. Un único punto sumado en seis partidos situaba al equipo en zona de descenso mientras que, en contraposición, se superaba la eliminatoria europea frente al Spartak de Moscú. Justo tras el cruce con los rusos Borja sufrió una contractura en el isquiotibial que le apartó de los terrenos de juego durante tres jornadas consecutivas, además de impedirle participar en la siguiente eliminatoria continental frente al Werder Bremen. Como resultado llegaron un empate y dos derrotas en liga, a lo que se sumó la eliminación a manos del equipo germano.

La aventura europea terminaría mal en 2006 (Foto: elcorreogallego.es)

Cuando Borja regresó el equipo era un polvorín, con Fernando Vázquez en el alambre, del que se caería definitivamente antes del derbi frente al Deportivo. La llegada de Hristo Stoichkov no alteró el papel de Oubiña en el equipo, jugando todos los minutos en las últimas ocho jornadas de la competición liguera. Pese a ello, el equipo no consiguió alcanzar un equilibrio suficiente para agarrarse a la categoría y la caída a la División de Plata fue un hecho en el mes de junio.

Para Borja el convulso verano de 2007 debió de resultar una tortura, con buenas ofertas que no se acababan de concretar. Parecía un auténtico disparate que uno de los mejores mediocentros del momento se viese abocado a jugar en Segunda División pero cuando el mes de agosto tocaba a su fin, el club presidido por Carlos Mouriño todavía no había encontrado solución al caso Oubiña. De hecho, Borja disputó 59 minutos en el partido de la primera jornada de la temporada 2007-2008 frente al Córdoba. Su mente, totalmente alejada del terreno de juego, esperaba con ansiedad una salida que llegaría finalmente con el traspaso al Birmingham City. La Premier esperaba con los brazos abiertos al centrocampista vigués, que se marchaba con la maleta llena de ilusiones.

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