Ya no está de moda. El fútbol moderno lo devora todo. También la devoción a unos colores, a una ciudad, a un club. Los one club man están en peligro de extinción. Cada vez es más difícil encontrar futbolistas que desarrollen toda su carrera en el mismo equipo. Iker Casillas y Xavi Hernández, que parecían predestinados a hacerlo, tampoco han podido. Cada vez quedan menos jugadores de esa estirpe: los Le Tissier, Maldini, Baresi, Giggs, Scholes, Sanchís, Julen Guerrero o Puyol. Honrosas excepciones como Xabi Prieto, Bruno Soriano o Gurpegui mantienen la llama viva en la Liga española.

Sin embargo, un chico de Catoira que no hace tanto soñaba con jugar en el Celta, ha dado un paso más para conseguirlo. Sergio Álvarez ha renovado hasta 2018, lo que significa que estará a punto de cumplir 32 años cuando su nuevo contrato finalice. No es una edad que implique una retirada —mucho menos para un portero—, pero sí es un escalón más hacia la meta del Gato: vestir toda su carrera la camiseta celeste y portar la Cruz de Santiago en su pecho. Cumplir su sueño.

"Si soy bajito, saltaré más alto". Un estilo de vida para Sergio.

“Siempre que el Celta quiera que yo siga aquí, yo encantado”. Así de tajante iniciaba Sergio su discurso tras su renovación. Con la felicidad iluminando su rostro. Una felicidad mucho mayor a la de renovar un contrato de trabajo. El de Catoira lleva más de diez años en el club; toda su carrera profesional. Tan solo abandonó A Madroa en la 2008/09, para salir cedido al Racing de Ferrol, pero siempre sin desligarse de la entidad viguesa.

“Si soy bajito, saltaré más alto”

“Seguir peleando por este club es un orgullo para mí”. Un orgullo. El orgullo de quien ha conseguido cumplir su sueño y jugar en el equipo de su vida. Sergio lo ha sido todo en el Celta. Tercer portero, portero suplente, titular en Copa, solución de urgencia para lesiones y sanciones. A Sergio le han salido callos en el culo de tanto esperar su oportunidad. De ver como le traían porteros de fuera, cedidos, que le cerraban el paso a la titularidad. Pero no desistió. Siempre con buena cara y siempre aportando desde donde fuera que le tocase aportar. No fue hasta esta recién finalizada temporada que encontró su momento. La vueltas que da la vida. Titular indiscutible por primera vez. A cambio, unas grandes prestaciones, con una brillante primera vuelta para nada ensombrecida con una segunda más discreta. Hay portero.

“Si soy bajito, saltaré más alto”. Esa frase, pronunciada hace tiempo entre risas en la sala de prensa de A Madroa, representa a la perfección la carrera de Sergio. Una carrera de fondo, en la que su capacidad para no rendirse nunca le ha hecho ganador. Una carrera que le ha llevado a ser el portero titular del equipo de su vida cuando atraviesa su mejor momento de la última década. Una carrera que, si el Celta quiere, tendrá principio y final celeste. Una carrera de one club man.