El Celta ha encontrado la derrota por primera vez en lo que va de pretemporada. Tras una victoria y un empate, el conjunto vigués ha cosechado el único resultado que le faltaba. Fue ante el Galatasaray, en el Stadiom Villach Lind, en Austria. Un partido made in Celta: con ritmo y constantes idas y venidas. Loco. Las imprecisiones y errores individuales, tan propios de esta época del año, marcaron el resultado. No obstante, la prueba ha resultado más que satisfactoria para Eduardo Berizzo.

Castigo puntual

Más allá de ocasiones, el Celta dejó sensaciones

Al Celta le costó entrar en el partido. El Galatasaray, más rodado, impuso su ritmo en el tramo inicial y avisó con un par de llegadas. Pero, poco a poco, los celestes se fueron sacudiendo el dominio. Augusto y Wass empezaron a tener más la pelota y el equipo carburó de la mano de un Orellana brillante. El chileno no entiende de pretemporadas, y está mostrando su máximo nivel desde el principio. Mucha movilidad, apareciendo por todos los frentes del ataque, el Ninja siempre fue solución para sus compañeros.

Wass y Tucu Hernández rondaron el gol, pero fueron los turcos los que se adelantaron, justo cuando más dominaba el Celta. Un balón al espacio para Podolski, una salida a destiempo de Rubén Blanco y un penalti claro. Emre transformó a lo panenka, ayudado por la tranquilidad del que no se juega nada.

El cuadro celeste no se descompuso y siguió atacando. Orellana tuvo el empate cuando bajó primorosamente un gran balón largo del Tucu; su remate se fue al palo tras ser rechazado por el portero turco. Pero más allá de ocasiones, el Celta dejó sensaciones. Hugo Mallo a gran nivel, tuvo mucha presencia ofensiva, Aspas asociándose con todos, Wass dejando intuir que la baja de Krohn-Dehli puede ser menos traumática de lo esperado… Incluso el tantas veces criticado Pablo Hernández cuajó un buen partido.

Pero el fútbol no entiende de sensaciones. De nuevo un error puntual condenó a los celestes: Fontàs erró un intento de cesión para Rubén, el balón quedó corto y Podolski no perdonó. Era el 2-0. Injusto a tenor del juego; justo a tenor del acierto (en caso del Celta del desacierto).

Poco de amistoso

Los errores en ambas áreas lastraron al Celta

El segundo tiempo arrancó con varios suplentes turcos ya sobre el césped. No fue el caso de los celestes. Berizzo apostó por mantener el equipo, como si de un choque oficial se tratase. Y se notó. El dominio céltico se acrecentó todavía más y el primer acto, que acabó con un intento de Aspas de falta, dio paso a un segundo con más ocasiones todavía. Orellana —siempre Orellana— tuvo varias, pero la falta de puntería y el acierto del guardameta impidieron que el chileno mojase en Austria. Pero si no podía marcar, tenía que asistir. Fue así como se reverdecieron los laureles del binomio Orellana-Aspas, clave en el ascenso. El chileno filtró un pase entre centrales para el de Moaña, que definió con una facilidad pasmosa ante Eray.

A partir de ahí, el Celta lo siguió intentando, pero las fuerzas empezaron a flaquear. Berizzo movió el banquillo: Radoja entró por Wass para dar nuevos bríos. También Borja Iglesias y Planas. El pichichi del Celta B dejó dos pases de gol: uno a Radoja tras robo y otro a Orellana de primeras. En ambas ocasiones apareció Eray. Por su parte, el equipo turco no tuvo muchas ocasiones. La más clara, un tirazo espectacular de Olcan que se estrelló contra el larguero de la portería de Rubén.

Aunque lo intentó hasta el final —otro tiro de Orellana alto y varios córners— el Celta fue incapaz de igualar el marcador. Sin embargo, quien más quien menos acabó satisfecho con el partido de los de Berizzo. Las pretemporadas están para equivocarse, para crecer, para aprender. El equipo celeste tiene muy buena pinta y apunta alto, pero los errores en ambas áreas se pagan caros siempre, sea en agosto, sea en noviembre, sea en mayo. El sábado, ante el Ingolstadt 04, el conjunto vigués jugará su cuarto y último partido de la gira por Alemania y Austria, antes de volver a casa al día siguiente.