Miguel Torrecilla volvía sorprender a propios y extraños en el mes de enero del presente año con una adquisición fuera de todo pronóstico, al estilo de la de Nemanja Radoja, quien llegó de la Vojvodina con el cierre del mercado a punto de caramelo. En esta ocasión el nuevo nombre que entraba de facto a formar parte del plantel celeste era el de Théo Bongonda. Con 19 años recién cumplidos, el futbolista belga aterrizaba en la Liga BBVA procedente del Zulte-Waregem, campeón de Bélgica en el que había despuntado como una promesa a tener en cuenta.

¿Qué aportaba Bongonda al Celta? La teoría decía que era un jugador rápido, ágil, un extremo de aquellos a los que les gusta combinar y escabullirse entre las piernas de los defensores. Un hombre destinado a dar minutos de descanso de calidad a las grandes estrellas del equipo: Nolito y Fabián Orellana. Sin embargo, la explosión artificiosa de Santi Mina y la solidez física de los dos extremos del equipo impidieron que el fino jugador de banda belga lograse hacerse con los minutos que en teoría le correspondían.

Navegar en soledad

Pese a su escasez de oportunidades, Bongonda no decepcionó cuando Berizzo requirió sus servicios. En una de sus primeras apariciones, colocó una pelota en el pie de Nolito para que el gaditano perforase la red de Anoeta y salvase un punto clave para la delicada situación que vivía el equipo. Meses después, aprovechó un balón suelto en el área para meter el pie de forma oportuna y empatar un encuentro ante el Granada que se había puesto cuesta arriba de forma incomprensible.

Dos destellos de calidad de un hombre que no desentonó en ningún momento con el ritmo y el cariz combinativo del Celta de Vigo. Pese a su juventud, Bongonda fue quien de aceptar su rol, asumir su etapa de adaptación y prepararse para lo que todavía estaba por venir. Apoyado en la paciencia y el buen hacer, este hábil futbolista de ataque se limitó a entrenarse para mejorar y a hacer lo que mejor se le da cuando Berizzo le dio oportunidad de demostrar su valía. Ajeno a pretensiones estelares, Théo Bongonda devolvió rápido cada balón en cada pared, desbordó por izquierda y derecha e hizo daño cuando los defensores rivales estaban más cansados.

Bongonda funcionó como revulsivo cuando Berizzo confió el él (Foto: Foro Del Celta).

El mercado veraniego parece haberle sonreído y su futuro se presenta en múltiples líneas ascendentes. La precipitada y confusa salida de Santi Mina hacia Mestalla eliminaba a la más fiera competencia en la rotación. A la espera de que Nolito y Orellana prosigan, como todo parece indicar, perteneciendo a la plantilla viguesa, y el club decida no incorporar a ningún jugador adicional de banda, Théo Bongonda se postula como la principal alternativa a los internacionales español y chileno.

El incremento de sus minutos se ha visto maximizado en los tres encuentros de pretemporada que ha disputado el Celta hasta el momento. En los partidos ante Greuther Fürth, Núremberg y Galatasaray, la ausencia de Nolito debido a molestias musculares ha propiciado que Bongonda haya sido la principal opción de Eduardo Berizzo para cubrir el desierto flanco izquierdo. Y ha cumplido con garantías. Tanto los defensores de ambos clubes alemanes como el lateral diestro del Galatasaray sufrieron de forma constante las embestidas de un Bongonda enrabietado, lleno de ganas e ilusión y propietario de un desparpajo y una alegría básicos para un futbolista revulsivo.

Arrancando confianza

Sin embargo, parece que la intención de la dirección deportiva celeste continúa siendo la de incorporar a otro futbolista de banda. Miguel Torrecilla ha aseverado en repetidas ocasiones que un central y un extremo zurdo son sus dos prioridades en lo que resta de mercado estival. La duda que se cierne sobre la necesariedad de esta incorporación se incrementa a medida que Bongonda sigue dando un más que notable rendimiento sustituyendo tanto a Nolito como a Orellana. Su versatilidad, sus ganas y su talento por explotar lo convierten en un futbolista al que la afición ha decidido dar una oportunidad. En el tintero queda por descubrir si el club estará dispuesto a depositar sobre un hombre tan joven e inexperto como él tal responsabilidad.

Y es que, a priori, el abanico de atacantes del Celta de Vigo parece cubrir con creces las necesidades de un equipo en búsqueda de los objetivos que se ha marcado el conjunto dirigido por Eduardo Berizzo: seguir creciendo y plantearse un asalto realista a las posiciones que dan acceso a la UEFA Europa League. Las salidas de Charles y Joaquín Larrivey se han visto suplidas por las llegadas de un futbolista potente para el ataque como John Guidetti y de un atacante versátil como Iago Aspas, quien perfectamente podría desenvolverse escorado a banda si el equipo así lo requiriese.

La única salida que el club no ha logrado taponar ha sido la de Santi Mina, y de nuevo la incógnita vuelve a encontrarse en la dicotomía a la que se enfrenta el club: cubrir el adiós de la gran promesa de A Madroa con un futbolista procedente del exterior o buscar a su sustituto dentro de la propia plantilla. Mientras tanto, Théo Bongonda sigue gritando que él puede ser un candidato viable para cubrir dicho vacío. Las buenas actuaciones de futbolistas del filial como Borja Iglesias, Luis Rioja o Josep Señé reivindican el repertorio de atacantes de los que dispone Berizzo.

La grandeza de un futbolista reside, en sus comienzos, en aceptar su práctica inexistencia. Bongonda lo ha hecho, y paso a paso ha logrado abrirse paso en un club en el cual la competencia en su posición es elevadísima. Lo ha hecho gambeteando, tocando corto, pensando en el gol y asentándose en una férrea mentalidad de superación. Partiendo de la premisa de que su oportunidad de ser grande en Vigo llegará, queda saber si lo hará esta temporada o si el club decide que todavía tendrá que esperar.