Tras alcanzar la gloria en la temporada 2002-2003 consiguiendo la clasificación para la Champions League al Celta le tocó vivir una temporada en el infierno de la Segunda División, tras no lograr la permanencia en la misma temporada en la que el equipo hacía historia y lograba clasificarse hasta los octavos de final de la Champions, cayendo eliminado ante el Arsenal de 'los Invencibles'. La temporada en segunda no fue un camino de rosas, pero una gran segunda vuelta hizo valer los numerosos empates que el conjunto por entonces entrenado por Fernándo Vázquez había cosechado en el primer tramo de la temporada, consiguiendo recuperar la categoría tan solo una temporada después de descender.

Una vez alcanzado el objetivo — con más suspense del deseado debido al caso Toni Moral —, el club por entonces presisdido por Horacio Gómez confirmó la continuidad de Fernándo Vázquez al frente de la nave céltica en el año de su retorno a Primera. Durante la confección de la plantilla, se cayeron jugadores clave de la temporada anterior, como el canterano Jandro, que puso rumbo a Vitoria para jugar en el Alavés o el incombustible Nagore, que acabó jugando en el Levante. Además, el hoy entrenador celeste, Eduardo Berizzo, abandonó el Celta para jugar su última temporada en activo en el Cádiz. A su vez, al club vigués llegaron grandes nombres, como el Antonio Núñez, que acababa de proclamarse campeón de Europa con el Liverpool, el ariete brasileño Fernando Baiano— autor de 13 goles en su primera temporada como celeste —, Javi Guerrero, Iriney, Diego Placente, Matías Lequi o un joven David Silva — que ya apuntaba maneras — entre otros.

La nueva andadura del Celta en primera comenzó un 28 de agosto en Balaídos, donde los celestes recibían y vencían al Málaga por dos tantos a cero con goles del recién llegado Baiano y del legendario Gustavo López. En la jornada 2, al Celta le tocaba visitar el Santiago Bernabeu, donde esperaba el Real Madrid de Ronaldo, Raúl, Beckham y compañía, asaltando los celestes el coliseo blanco (2-3) con un gol fantasma del uruguayo Cannobio en el tramo final del encuentro. Dos jornadas disputadas y dos victorias para los de Fernando Vázquez, que sin embargo no podrían vencer al Racing de Santander en la siguiente jornada en Balaídos cayendo por un cero goles a uno.

La temporada continuaba, y el Celta se mantenía en la zona medio-alta de la tabla, lejos de los puestos de descenso, cumpliendo así el objetivo marcado a principios de la temporada. Sin un juego especialmente brillante, la directriz era clara: defender bien y encajar pocos goles, consiguiendo a la postre el capitán José Manuel Pinto el trofeo Zamora a portero menos goleado de la temporada. A mediados de diciembre, el equipo atravesó el peor momento de la temporada, sumando tres derrotas consecutivas, entre ellas un doloroso 0-3 en el derbi ante el Deportivo, cayendo los celestes a la octava posición, siendo esta la más baja que ocuparía a lo largo de la campaña. En enero, los de Fernándo Vázquez fueron eliminados de la Copa del Rey ante el Real Betis, después de cosechar un empate a uno en Balaídos y no pasar del empate sin goles en el Ruíz de Lopera.

Superado el ecuador de la temporada, la dinámica era la misma. Los gallegos daban una de cal y otra de arena, sin conseguir enlazar una racha de buenos resultados seguidos, pero manteniéndose en las posiciones de arriba, con la posibilidad de jugar de nuevo en Europa en el punto de mira. Sin embargo, no fue hasta la jornada 29 cuando los celestes dieron el acelerón final, cayendo únicamente en dos ocasiones más en toda la temporada, siendo ambas en Balaídos y con idéntico marcador, 0-1. La primera, contra el Valencia, y la segunda contra el Barcelona, el día en el que los de Frank Rijkaard cantaban el alirón liguero. Tan solo unas cuantas jonadas antes, los celestes goleaban al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón (0-3) y conseguían su mayor victoria de la temporada, goleando al Zaragoza por 4-0 en Balaídos justo antes de viajar a Riazor para enfrentarse al Deportivo en el segundo derbi de la temporada.

Era la jornada 35, y el Celta se plantaba en Riazor en la quinta posición, a tan solo cinco puntos del Osasuna, equipo revelación de la temporada, que ocupaba el cuarto puesto que daba acceso a disputar la Champions. Por su parte, el Deportivo de Joaquín Caparrós ocupaba la séptima plaza, a cuatro puntos del Sevilla (sexto) y a cinco del Celta, sobrevolando Riazor la sensación de que el derbi era una final para alcanzar un año más puestos europeos. Sin embargo, la victoria fue para los celestes, que cerraron la herida del 0-3 de la ida finiquitando las aspiraciones europeas de los herculinos llevándose el derbi por cero a dos, con goles de David Silva y de Jesús Perera. Dicha victoria, combinada con la derrota de Osasuna ponía a los de Vázquez a tan solo dos puntos de la Champions a falta de tres jornadas para el final de la Liga, aunque la derrota ante el Barça en la jornada 36 acabó con toda aspiración olívica de volver a disputar la Champions, conformándose finalmente con un sexto puesto que otorgaba una plaza para disputar la copa de la UEFA la temporada siguiente.

Camino del infierno

El equipo había rendido por encima de lo previsto, y desde el club eran conscientes de ello. A su vez, el que había sido presidente durante la última década, Horacio Gómez anunciaba que dejaba el club, recayendo la presidencia y propiedad del mismo en Carlos Mouriño. Respecto a la confección de la plantilla, dos fueron las bajas más importantes para los celestes, por un lado, David Silva regresaba al Valencia después de finalizar su año de cesión y ante la negativa de los chés de dejar al canario una temporada más jugando en Vigo. Por el otro, y después de 7 temporadas defendiendo la elástica celeste, el central Sergio Fernández ponía rumbo a Zaragoza. Para paliar ambas bajas, llegaron al club el mediapunta brasileño Nenè, a cambio de 4,5 millones de euros, y el central rumano Gabriel Tamas, procedente del Spartak de Moscú en calidad de cedido. Además, llegaron al club dos ilustres del fútbol español, el pivote uruguayo Pablo García, sin sitio en el Real Madrid o los canarios Guayre, que acababa de debutar con la selección absoluta y Jorge Larena.

Si la temporada anterior había comenzado bien para los de Fernando Vázquez, la 2006-2007 fue muy distinta, pese a lograr la clasificación a la fase de grupos de la UEFA tras deshacerse a doble partido del Standard de Lieja por un marcador global de 4-0. Con un comienzo irregular, el Celta ocupó hasta la jornada 17 puestos de media tabla, destacando victorias como el asalto por segundo año consecutivo al Santiago Bernabeu (1-2) y a Riazor (0-1). Pese a su irregularidad en la competición doméstica, los hombres de Fernando Vázquez realizaron una gran primera fase de la Copa de la UEFA, derrotando a rivales de entidad como el Spartak de Moscú o el Fenerbahce. Sin embargo, pese al buen papel en la competición europea, los celestes cayeron a las primeras de cambio en Copa del Rey eliminados por el modesto Deportivo Alavés, que competía en la Segunda División.

El irregular comienzo liguero se tornó en desastre, enlazando durante el ecuador de la competición rachas de hasta 7 partidos sin conocer la victoria. El equipo de Fernando Vázquez fallaba en su base, la defensa ya no era sólida y Balaídos era de todo menos un fortín. En marzo llegó el turno de disputar los octavos de final de la UEFA, donde el Celta cayó eliminado a manos del Werder Bremen, campeón alemán, por un marcador global de 0-3. El tortuoso camino liguero continuaba, y fue tras la jornada 29 — después de caer por cuatro goles a dos frente al Recreativo de Huelva en el Colombino — cuando la situación se volvió insostenible, siendo el técnico Fernando Vázquez cesado de su cargo.

Falsas esperanzas

El Celta ocupaba puestos de descenso, habiendo sumado tan solo 27 puntos en 29 encuentros disputados. Hristo Stoichkov, leyenda futbolística ganador del Balón de Oro en 1994, reemplazó a Fernándo Vázquez y tomó las riendas del equipo. Su debut, una tarde de abril, nada más y nada menos que en el derbi ante el Deportivo, consiguiendo la victoria con un solitario gol de Baiano, devolviendo la esperanza a Balaídos. Sin embargo, la victoria en el derbi fue tan solo un espejismo, enlazando los celestes una racha de cinco derrotas consecutivas que dejaban al Celta en la penúltima posición, a cuatro puntos de la permanencia a falta de tres jornadas por disputarse. Tres jornadas en las que el Celta se aferró a la esperanza consiguiendo 9 de 9 en un sprint final que no sirvió de nada, qudándose los celestes a un solo punto del Athletic Club — que derrotó por dos tantos a cero al Levante en la última jornada con mucha polémica — y descendiendo a Segunda División tan solo dos años después del último ascenso. Un descenso que llevaría al Celta al límite, con una nefasta situación tanto económica como deportiva, llegando a rozar el descenso a Segunda B.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. El lustro en segunda sirvió para que el Celta se replantease su modelo, modelo que hoy permite que el Celta sea uno de los clubes más saneados de España y que pueda cumplir las bodas de oro en la máxima categoría del fútbol español.