Hubo un tiempo en que los torneos preparatorios de verano tenían gran seguimiento a nivel mundial y especialmente en España, que vivió en primera persona el auge de estas competiciones. Los mejores equipos del planeta se citaban cada año en los diversos torneos organizados en ciudades como A Coruña, Barcelona, Cádiz, Huelva o Vigo, que tenían gran repercusión. No se trataba de simples partidos amistosos, eran auténticos campeonatos en los que todos los participantes querían alzarse con la victoria.

Todos ellos han dejado un sinfín de anécdotas e historias dignas de rememorar. El Teresa Herrera, fundado en 1946, fue el primero en ponerse en funcionamiento y sentó un precedente en España y el mundo entero. En 1962, el Trofeo Carranza se decidió gracias a una tanda de penaltis, método improvisado sobre la marcha pero años después adaptado en el reglamento FIFA. A comienzos de la década de 1980, el Real Madrid ganó en Balaídos el trofeo de mayor peso y tamaño de todos los que posee, el Ciudad de Vigo.

El auge de la 'uve' de plata

En vista del éxito, tanto el club como el ayuntamiento de la ciudad olívica optaron por organizar en 1971 un triangular entre Celta, Panathinaikos y Pontevedra, que recibió el nombre de Trofeo Ciudad de Vigo. Pronto se popularizó este torneo estival, que llamó la atención de los mejores clubes del panorama futbolístico mundial.

Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, CSKA Sofía, Boca Juniors, Inter de Milán, Sporting de Lisboa, Porto, Benfica, Nacional, Spartak de Moscú o Dinamo de Kiev, entre otros, se dieron cita en el Estadio de Balaídos a lo largo de sus 42 ediciones. Durante muchos años la competición se libró entre cuatro equipos diferentes y, otras veces, con tres participantes. Ambos formatos fueron muy populares por aquel entonces y se extendieron a trofeos como el Colombino, el Joan Gamper o el Teresa Herrera. A día de hoy, todos ellos son celebrados a partido único. Una de las citas más esperadas cada verano tenía lugar en la localidad viguesa. El Ciudad de Vigo solía ser, además, el colofón de cada pretemporada celtiña y la ocasión perfecta para presentar al equipo ante la afición jugando con equipos de primer nivel. Numerosos recuerdos quedaron grabados en las retinas de los espectadores, como el peculiar trofeo entregado al ganador en el año 1982. En vez de tratarse de la popular 'uve', se entregó al Real Madrid —vencedor de aquella edición— una réplica del castillo que adorna el escudo de la ciudad de cerca de dos metros de altura, convirtiéndose en el galardón de mayor tamaño que posee el club blanco. En la mayor parte de las ocasiones, el trofeo consistió en la popular 'uve' de Vigo con un balón a un lado y los símbolos de la ciudad al otro.

Karpin y Mostovoi tuvieron un enfrentamiento bronco, cuando jugaban en el Spartak, con los jugadores del Celta

Curioso fue también lo acontecido en 1990, cuando Sevilla, Celta y Spartak de Moscú se dieron cita en Vigo. Los dos partidos que disputó el conjunto andaluz transcurrieron dentro de lo normal. El problema llegó cuando se cruzaron moscovitas y olívicos. Un encuentro bronco, que acabó con empate a un gol antes de cumplirse el tiempo reglamentario, ganando el conjunto nórdico el torneo. Una dura entrada de Valery Karpin —entonces jugador del equipo ruso— sobre el céltico Mandiá desencadenó una serie de incidentes sobre el césped que tuvo que frenar la policía. En los altercados participó un joven Alexandr Mostovoi, quien también jugaba en el Spartak. El caprichoso destino quiso que, años después, aquellos dos futbolistas rusos que fueron abucheados por la afición celtiña se convirtiesen en ídolos del mismo público.

Triste final

Quizás uno de los episodios más sonrojantes se produjo en el verano de 2011, cuando el Sporting de Gijón venció al Celta en aquella edición del torneo y, dado que el Concello de Vigo se olvidó de encargar un nuevo trofeo, el equipo celtiña se vio obligado a entregar a los asturianos uno de los galardones ganados en otra edición anterior que se sacó del museo del club. Al año siguiente, una situación similar. El gobierno municipal no pudo —bien fuese por problemas económicos o por falta de tiempo— aportar una nueva 'uve' plateada, por lo que en su lugar se entregó al vencedor, el Celta, un trofeo atípico que nada tuvo que ver con la 'uve', consistente en una copa plateada de diseño clásico. Aquello fue un claro indicio de la espiral de decadencia en que se sumía el torneo veraniego.

Abel Caballero entrega a Jonathan Vila el último trofeo 'Ciudad de Vigo', diferente a la popular 'uve', que se ha disputado, en 2012. (Foto: Celta de Vigo).

El del Ciudad de Vigo no fue un caso único, ya que todas aquellas competiciones de pretemporada perdieron todo el prestigio del que en épocas anteriores podían presumir. ¿La causa? Puede explicarse con un conocido refrán: ¡Poderoso caballero es don dinero! El Carranza, el Colombino, el Teresa Herrera o el propio Ciudad de Vigo se han visto eclipsados en los últimos veranos por otros torneos como la International Champions Cup que cuentan con mayores recursos económicos y una gran difusión, generando expectación a nivel mundial. De este modo, los grandes clubes prefieren participar en esta clase de competiciones que en otras organizadas por equipos 'menores'.

Fue por ello que el Concello consideró en 2013 que se debía poner punto y final a un histórico torneo de verano. Un triste final para un Trofeo Ciudad de Vigo que tantos buenos momentos regaló a los vigueses y viguesas. El Celta, con 21, ostenta el título de ser el equipo que más veces lo ha ganado.

En la actualidad, ha encontrado en el Memorial Quinocho —fundado en 1995— a su sustituto. No obstante, el torneo organizado en memoria de Joaquín Fernández Santomé 'Quinocho' no ha logrado superar la 'magia' de la popular 'uve'.