Quinocho fue un hombre que amaba el Celta. Y Berizzo y sus hombres quisieron homenajearle de la mejor manera posible: con una exhibición de fútbol ofensivo que empequeñeció al rival e hizo las delicias de los asistentes. Dejando una sensación que si el equipo repite esta dinámica a lo largo de la Liga, van a ser bastante más numerosas las alegrías que las tristezas.

El Celta fue una máquina. Una máquina bien engrasada a lo largo de la pretemporada en la que las piezas, ya sean de años anteriores o nuevas, han sabido complementarse unas a otras. Aunque algunas apenas habían jugado juntas unos minutos en este mes y medio de preparación, parecía que llevasen toda la vida. Y es que, lleven mucho o poco tiempo juntas, todas hablan el mismo idioma: el fútbol.

De esta manera, los primeros cuarenta y cinco minutos fueron una sinfonía perfecta. Todos actuaron de forma más que correcta, ninguno desentonó. El Genoa no podía hacer otra cosa que ver como los hombres de celeste estaban permanentemente situados en su parcela, rodeando la portería italiana, esperando el momento, el pase adecuado para iniciar la mordida. Y el objetivo llegó tres veces en la primera mitad, lo que dejó una segunda más plácida pero en la que, aún con todo, nunca se perdió el hambre de gol.

Pocas probaturas

Como había anunciado el día anterior al encuentro, Berizzo se tomó la presentación ante la afición como un ensayo general para la Liga y presentó un once que apunta a ser, cuanto menos, parecido al que presentará la próxima semana en el Ciutat de Valencia contra el Levante. La única ausencia destacable fue la de Gustavo Cabral, que aunque participó en los actos preliminares al encuentro, no lo disputó por motivos personales. El dibujo táctico y la filosofía del equipo fue la que ya es seña de identidad celeste: movimiento de balón, conducción, combinación, presión alta en el esquema habitual donde Nolito aparecía como titular por primera vez esta temporada.

Tras conseguir un córner a favor en el primer minuto de juego, el Genoa se disolvió en el maremoto celeste de los primeros cuarenta y cinco minutos. Rubén, que ocupó la portería como hará en Liga debido a la sanción de Sergio, Fontàs, Sergi Gómez y Jonny fueron poco más que espectadores en una primera parte donde el Celta fue apabullante y el conjunto italiano apenas inquietó con dos tiros muy lejanos, mucho más allá de la frontal.

Mallo, que volvía al equipo tras su lesión, fue el único hombre de la zaga que tuvo trabajo en la primera parte, aunque fue en la parcela ofensiva. El lateral vigués subió la banda constantemente e incluso fue el autor de la asistencia en el segundo tanto. Augusto fue el último hombre de cierre del Celta que, como en otras ocasiones, estuvo atento a la hora de recuperar y mover el balón.

Dominio absoluto

El resto del equipo estuvo volcado en tareas ofensivas, donde destacaron especialmente Wass y Orellana. El danés se situó la posición que antaño había ocupado Krohn-Dehli y, al igual que su compatriota, fue capaz de cubrir una gran cantidad de terreno de juego, ofreciendo buenos pases y coberturas pero mostrando una mayor llegada al área rival. Orellana partía desde la derecha pero se hizo omnipresente en el ataque. El danés y el chileno se movieron con plena libertad por la zona de ataque, generando espacios, apoyando al compañero, generando superioridades… Unos movimientos que desubicaron a los zagueros italianos y de la que se aprovecharon, especialmente, Iago Aspas y Tucu Hernánez.

Nolito también aportó su grano de arena al dominio celeste. En sus botas nació el primer tanto del partido, que no se hizo esperar. El gaditano brindó un gran pase a la parcela izquierda del área genovesa donde Aspas recibió de espaldas a la portería. El de Moaña pasó el balón al punto de penalti donde apareció el Tucu para anotar el 1-0.

Lejos de cambiar la dinámica, el Celta intensificó lo planificado. Con el paso de los minutos el equipo ganó en confianza y empezó a buscar más la combinación, en un partido marcado por un ritmo lento, de posesiones celestes largas y en la que el conjunto de Berizzo se mostró especialmente eficaz de cara a portería. Hugo Mallo alcanzó la línea de fondo, al verse libre de marca brindó al área pequeña un balón muy bombeado que Aspas cabeceó al fondo de la red completamente desmarcado. Solo habían transcurrido 17 minutos y el partido, por imagen y por resultado, se teñía claramente de color celeste.

El juego de equipo traería un gol más antes del descanso. En esta ocasión fue Orellana, desde la banda derecha, el que puso el balón en el área en la banda contraria. Allí recibió el esférico Nolito y le cedió el balón a Aspas, que en un latigazo fue capaz de girar con el balón 180 grados e introducirlo en las mallas por segunda vez en el día.

Con el 3-0 se llegó al descanso, aunque Nolito estuvo cerca de hacer el cuarto a balón parado. Primero mandó el balón al larguero en un intento de gol olímpico, el segundo en un remate de falta desde la frontal en la que se lució el guardameta Lamanna.

Revolución sueca

Tras la reanudación el Genoa consiguió avanzar unos metros, pero siguió sin inquietar al Celta, que aunque con menor intensidad, seguía llevando el peligro al área italiana. En los primeros compases el mayor daño de la escuadra celeste llegó fruto de la presión, de tal manera que el guardameta genovense a punto estuvo de perder el balón en dos ocasiones dentro de su propia área. Pero al poco apareció Guidetti para traer el gol.

El sueco entró por un Tucu Hernández agotado y a los treinta segundos de estar sobre el césped falló una ocasión clamorosa de gol delante del portero tras una combinación con Nolito y Aspas. Pero medio minuto después se redimió de su primer error y anotó el cuarto para el Celta tras una asistencia de Orellana desde la derecha. En apenas un minuto sobre el campo el ariete nórdico ya se había estrenado como goleador en Balaídos y trajo el definitivo 4-0 con el que se llegaría al final.

Drazic dispuso de veinte minutos en su debut Con la entrada de Guidetti, Berizzo introdujo una variante táctica y alineó al equipo con un 4-4-2 con el sueco y Aspas en la delantera, situando al de Moaña en una posición ligeramente más retrasada. En los últimos veinte minutos, el Toto fue realizando los otros cinco cambios, aunque en ningún momento varió el nuevo dibujo. De esta manera dio entrada a Radoja, Bongonda, Planas, Señé y a la última incorporación, Dejan Drazic. El joven serbio jugó veinte minutos y aunque no dispuso de demasiados balones, tuvo la oportunidad de demostrar velocidad, llegada e inteligencia para moverse por toda la zona de ataque celeste con y sin el balón.

En los últimos minutos el Genoa consiguió aproximarse más a las cercanías del área viguesa en busca del gol de la honra, pero solo conseguía llegar con el balón al área de Rubén con centros bombeados llegados de jugadas a balón parado. El Celta firmó la aministía y dejó correr el cronómetro hasta llegar al final del partido. Con el alzamiento del trofeo del Memorial Quinocho, los de Berizzo pusieron punto y final a su pretemporada con un partido en el que demostraron una clara superioridad y un talante ofensivo que ha despertado la ilusión en el celtismo. Los cañones están cargados, las velas arriadas. El barco celeste puede zarpar.