Zaragozano de nacimiento, García Traid mamó fútbol desde la cuna. Hijo de futbolista, jugó en el Real Zaragoza de la segunda mitad de la década de 1950 como centrocampista. Su progresión le llevó hasta la selección nacional B, con la que debutó en diciembre de 1961. Fue en un choque que se ganó por 3-2 a Francia, en el cual compartió titularidad con futbolistas de la talla de Adelardo o Marcelino. Todo apuntaba a que en 1962 podría formar parte de los elegidos para viajar al mundial de Chile pero una grave lesión de rodilla le obligó a abandonar el fútbol cuando apenas había cumplido los 26 años. Finalmente solo pudo participar en 93 partidos en Primera División con el Zaragoza, con seis goles en su haber. Fue un final inesperado para una carrera que prometía bastante más.

Así las cosas, con solo 31 años José Luis García Traid ya había logrado el título nacional de entrenador. Parecía claro que, pese a todos los inconvenientes, su pasión por el fútbol continuaba intacta y los banquillos se iban a convertir en su hábitat natural durante casi medio siglo. Las primeras experiencias en la SD Huesca y el Aragón le catapultaron al Real Zaragoza en la temporada 1970/71. La floja temporada del club maño no encontró un punto de inflexión en la llegada del joven técnico, que vivió su primer descenso a la División de Plata.

Trampolín en Salamanca

La carrera del aragonés no había hecho sino comenzar pero en 1972 iba a iniciar una aventura que le colocó en el mapa de técnicos nacionales. La UD Salamanca militaba por entonces en la Tercera División y aspiraba a lograr el salto a Segunda. Para ello apostó por un técnico inexperto cuyo libreto se basaba en el trabajo colectivo y el espíritu de sacrificio. El equipo charro comenzó a jugar un gran fútbol a sus órdenes y logró dos ascensos de manera consecutiva para plantarse en la Primera División en 1974. No quedó ahí la exhibición de los salmantinos, que iban a estabilizarse en la máxima categoría hasta principios de la siguiente década. Fue toda una proeza para un club modesto, que despertó la admiración de media España. García Traid continuó como entrenador del Salamanca hasta 1978, con una semifinal copera y un séptimo puesto como mejores logros. Hombre de fuerte carácter y amigo de decir las cosas a la cara, nunca tuvo pelos en la lengua a la hora de criticar a futbolistas, dirigentes o incluso a la afición cuando consideraba que su comportamiento perjudicaba al club.

Cénit colchonero

Dos experiencias olvidables en el Betis y el Burgos dieron paso a la gran oportunidad de su carrera. Alfonso Cabeza reemplazó en 1980 a Vicente Calderón en la presidencia del Atlético de Madrid y pensó en el técnico zaragozano como el hombre ideal para su proyecto. El equipo rojiblanco ocupó el liderato durante la práctica totalidad de la temporada pero una pésima racha final —tres puntos logrados de los últimos 14 en disputa— le hizo caer a la tercera plaza. Faltó muy poco para que García Traid saborease las mieles de un título liguero que finalmente se fue para San Sebastián. La desesperación del técnico aragonés se reflejó en una entrevista concedida a Televisión Española tras la derrota sufrida ante el Real Zaragoza, que apeaba a los de la capital del liderato.

Al año siguiente todo resultaría ya diferente. Un desagradable incidente en pretemporada con el brasileño Dirceu marcó un curso en el que García Traid fue cesado y repescado por el doctor Cabeza en tiempo récord para salvar una campaña mediocre de los colchoneros. El Atlético finalizó en una discreta octava plaza, mal menor si se tiene en cuenta su flirteo con la zona baja de la tabla durante varias semanas.

Visceral y sincero, se marchó de este mundo de manera repentina

Una gran remontada con el Real Valladolid permitió al aragonés disfrutar una trabajada salvación en el curso 1982/83 aunque no pudo evitar el cese a mitad de la temporada siguiente. El regreso desesperado para intentar salvar a la UD Salamanca del descenso a Segunda División B en 1985 tampoco finalizó con éxito y confirmaba que la espiral en la que había entrado el técnico maño se alejaba mucho de las alegrías vividas en los 70 y principios de los 80.

Un equipo irreflotable

Con estos antecedentes José Luis García Traid aterrizaba en Vigo en diciembre de 1985. El equipo era último en la máxima categoría y acumulaba cinco derrotas consecutivas, circunstancia que motivó el cese de Félix Carnero como técnico. Y lo cierto es que la trayectoria del de Zaragoza al mando del Celta comenzó de manera prometedora, con una victoria por 3-2 sobre el Real Valladolid conseguida en el último minuto, con gol de Pichi Lucas. El equipo le echó casta y, comandado por un gran Manolo Agujetas, se hacía con dos puntos muy valiosos. Fue un triunfo que devolvió la ilusión a la parroquia celeste aunque solo fuese durante siete días. A la semana siguiente la goleada encajada en el Santiago Bernabeu devolvió al equipo a la realidad, que se volvió realmente dura cuando, acto seguido, se encadenaron cinco jornadas sin lograr el triunfo.

Alineación Celta-Valencia (12/01/1986)

Fue entonces cuando llegó el Valencia a Balaídos, para afrontar la vigésima jornada del campeonato nacional liguero. Los de Vigo continuaban hundidos en la última plaza con nueve puntos y otros tantos negativos. Curiosamente al equipo che —dirigido por el argentino Óscar Rubén Valdez— no le iba mucho mejor, ya que se encontraba en el decimotercer puesto de una clasificación que por entonces solo contaba con 18 equipos. En las filas levantinas destacaban algunos nombres en la zaga que llegarían lejos pero que por entonces todavía no habían alcanzado su punto de madurez, caso de Quique Sánchez Flores o Voro. Por el contrario Ricardo Arias y Miguel Tendillo ya eran por entonces hombres más que contrastados. Pero donde realmente tenía problemas este Valencia era de mediocampo hacia delante, sin verdaderas figuras que marcasen la diferencia.

Con solo 31 años José Luis García Traid ya había logrado el título nacional de entrenador

El encuentro vino marcado por la actitud conservadora de los visitantes, que se dedicaron a contemporizar y a esperar los ataques vigueses con mucha gente en las inmediaciones del área defendida por José Ramón Bermell. Desde el inicio los de celeste se fueron hacia arriba y disfrutaron de buenas oportunidades en las botas de Luis Marián. Sin embargo iba a ser Baltazar quien convirtiese el único gol del partido al rematar de cabeza un servicio del propio Marián. El gol no provocó reacción alguna en el Valencia, que no inquietó la portería de Pereira en toda la primera mitad.

A la vuelta de vestuarios los visitantes dispusieron de una gran ocasión en las botas de Sixto, que se encontraba en posición dudosa. Las restantes llegadas con peligro correspondieron a los gallegos, que convirtieron a Bermell en el mejor hombre sobre el terreno de juego. Finalmente se consumó la segunda —y última— victoria en la ‘era García Traid’, insuficiente para abandonar el puesto de farolillo rojo.

A partir de aquí el técnico aragonés dirigió al equipo durante los siguientes ocho encuentros con el lamentable balance de cero puntos logrados sobre 16 posibles. Un ambiente más que caldeado entre jugadores y técnico y la pésima racha fueron motivos más que suficientes para terminar con el periplo de José Luis García Traid en el banquillo celeste. El Celta, bajo la batuta de Pepe Villar, terminó por caer a la División de Plata tras sumar unos penosos 14 puntos. Curiosamente el Valencia le acompañó en su viaje al 'infierno', del que retornarían ambos un año más tarde también de la mano.

Trágico final

El preparador maño, por su parte, nunca más iba a entrenar en Primera. 14 partidos en los que no consiguió buenos resultados con el Hércules dejaron paso a la que sería su última experiencia en un banquillo. Y cómo no, fue la UD Salamanca la que le vio dirigir una plantilla por última vez. La temporada 1987/88 consumó su último gran éxito, que le permitió devolver al equipo a la Segunda División. Sin embargo en la 1988/89 no pasó de la jornada 24, momento en que fue relevado por Eduardo Caturla. Apenas un año más tarde y de manera absolutamente inesperada José Luis García Traid fallecía víctima de una parada cardiorrespiratoria cuando se recuperaba de una intervención quirúrgica en la sala de despertar de una clínica zaragozana. Un final tan trágico como prematuro para un técnico que logró mantenerse en el candelero durante más de una década.

Nunca tuvo pelos en la lengua a la hora de criticar a futbolistas, dirigentes o incluso a la afición

Visceral y sincero, se marchó de este mundo —al igual que lo hizo de tantos equipos—de manera repentina. De la misma forma que se vio obligado a abandonar su carrera vestido de corto. Su entusiasmo no pudo contagiar al Celta de mediados de los ochenta, viéndose relevado tras apenas 15 partidos. José Luis García Traid puede constatar, allá donde se encuentre, que no todas las historias tienen un final feliz.