Manuel Agudo es futbolista del Real Club Celta. Perogrullada sí, pero de aclaración necesaria en vista del verano y el par de meses de habladurías en torno a él. Particularmente en los parones por partidos de la selección española, con la que Nolito ha brillado y a la que ha acudido por su desempeño de celeste, a pesar de que en cada uno de esos paréntesis del campeonato liguero se haya ligado su nombre una y otra vez a otros equipos (FC Barcelona) con informaciones difusas, muchas veces contradictorias entre sí, cada cual más extraña una cesión.

La única realidad —como dice siempre el protagonista— es que Nolito es jugador del Celta y todavía tiene tres años y medio de contrato. Todo lo demás son suposiciones y jugar a ser futurólogo. Por ello parece más lógico hablar de su excelente inicio de Liga a las puertas de uno de los dos partidos más importantes del año. Hablar de fútbol.

Porque, aunque pueda parecer lo contrario, el de Sanlúcar no dejado regates exquisitos ni precisas asistencias solo con España. Detrás del rojo que llega a todas partes hay un celeste quizá menos conocido, pero mucho más constante e igualmente espectacular. El Afilador suma ya siete goles en las once jornadas disputadas, más de la mitad de los trece que anotó el curso anterior. Además, cuatro asistencias y una sensación de permanente peligro tanto en solitario como cuando se asocia con sus dos socios de delantera, Iago Aspas y Orellana.

Desequilibrante el día señalado

Dos goles al Dépor, dos besos al escudo

En su tercera temporada, Nolito está plenamente adaptado al Celta y a Vigo. En lo profesional y en lo personal. Compromiso sobradamente demostrado y capacidad diferencial también en los grandes partidos. El gaditano ya le ha marcado a Barcelona, Real Madrid, Atlético y Sevilla —de los equipos Champions, tan solo el Valencia escapa de su revólver—. Pero para gran partido en clave celeste está O noso derbi. El Afilador fue la pesadilla del eterno rival el año pasado, en el pleno de victorias del equipo de Berizzo. Marcó en la ida en Balaídos, en el amistoso de pretemporada en Pontevedra y solo se quedó sin ver portería en Riazor, precisamente el escenario del partido de mañana sábado. La cuenta pendiente.

Nolito aparcó el clásico avioncito con el que festeja sus goles para agarrarse la camiseta con rabia y besar el escudo. Una celebración significativa de la importancia del partido, de la importancia de los goles y de su compromiso con el club. A veces, quien siente los colores no nace, sino que se hace.

Con la fecha FIFA ya en el armario, con una nueva ristra de portadas ya en el cajón y con el tema de la renovación en ‘pendientes’, vuelve la rutina futbolística para el diez celeste en el partido menos rutinario. Tras su carácter amable y risueño se esconde una bestia competitiva, un ganador nato que se crece en los grandes partidos y el futbolista más determinante de los 22 que saltarán al césped de Riazor, donde Nolito quiere volver a besar el escudo del Celta.