El partido contra el Athletic era una prueba de fuego. Lo era por tratarse de un rival duro, de los que van a interponerse en las aspiraciones europeas del Celta. Y también por ser el vasco uno de los equipos que más se le han atragantado a los vigueses en los últimos tiempos. Pero, sobre todo, era una prueba de fuego por llegar en un momento crítico, con los de Berizzo a tiro de piedra de su récord de puntos pero sin Nolito, su gran argumento ofensivo, al que además pueden perder definitivamente durante este mes. Y con la seguridad de la marcha de su capitán, otro torpedo directo a la sala de máquinas de la nave celeste. En este contexto, y con la necesidad de fijar de una vez por todas cuál va a ser el objetivo del club esta temporada, se presentaban los de Valverde en Balaídos.

Contra los elementos

Poco a poco, el Celta se va recuperando de la plaga de lesiones que asoló a la plantilla en el último mes, especialmente en la parcela defensiva. Con Sergi Gómez recuperado y Radoja en la convocatoria, el técnico podía disponer de un equipo de garantías, aunque a su tridente de gala le faltaba una de sus puntas. Nolito era, es y será el centro neurálgico de la maquinaria ofensiva celeste, siempre en asociación con Orellana. Entre los dos se entienden de maravilla para llevar el peligro al área rival. Y la ausencia del gaditano no es un problema menor. Ante el Athletic el chileno se volvió a multiplicar, pero no tuvo un socio tan claro para llegar arriba, y el equipo lo acusó. A pesar del dominio, el Celta no fue capaz de crear peligro y esto, inevitablemente, significa un empate como mucho.

Al tridente de Berizzo le faltaba una de sus puntas: Nolito

Hay otro factor claro a tener en cuenta, como ya se hizo durante la semana. Por extraño que parezca, es el aspecto meteorológico. Este último otoño ha sido algo más benévolo con las Rías Baixas, que no han tenido que soportar tantos temporales como otros años. Pero, la llegada del invierno ha traído consigo la furia de Eolo, acompañada de unas trombas de agua que han devuelto al Val do Fragoso, donde se ubica Balaídos, a su aspecto pantanoso habitual por estas fechas. Y esto castiga sobremanera el juego del Celta. El césped, en muy mal estado desde que empezó la Liga por culpa de un hongo, se ablanda y se levanta, impidiendo las combinaciones de sus virtuosos delanteros. Y, cuando el partido se atasca, cualquier error puede ser fatal. Que se lo pregunten a Orellana.

Los malditos contraataques

Cierto es que un campo impracticable acaba afectando a los dos equipos. Pero es más fácil llevar una contra, patear el balón y perseguirlo, que intentar abrir una defensa cerrada con precisas combinaciones. Sobre todo si la defensa local en la jugada fatídica está muy adelantada, y deja una verdadera autopista para que Raúl García desnivele el partido. La jugada del gol, una vez más, invita a la reflexión. De todos es sabido que el Celta es un equipo que ataca mejor que defiende, que deja muchos espacios y que tiene unos defensas que no destacan por su velocidad punta. Son todos los ingredientes necesarios para que el juego al contraataque se convierta en uno de sus puntos débiles, que solo pudo utilizar en su favor, curiosamente, contra el Barcelona de Luis Enrique.

En un campo impracticable es más fácil llevar una contra, patear el balón y perseguirlo, que intentar abrir una defensa con precisas combinaciones

Esta derrota, con fallo defensivo incluído, llega en la semana en la que Eduardo Berizzo confirmó ante la prensa que la búsqueda en el mercado invernal se va a centrar en un hombre de banda, que consolide definitivamente a Orellana en la mediapunta, y un mediocentro que sustituya al ya excapitán. Del posible central recomendó al celtismo que se vaya olvidando. Textualmente. El problema es que, sobre todo durante los últimos dos meses, la defensa se empeña en recordarle a su afición sus carencias, que han costado algunos puntos. No está en el ánimo de la dirección deportiva traer ningún zaguero más en el mercado invernal. Berizzo está dispuesto a vivir o morir con lo que tiene, aunque el mercado invernal puede mermar aún más su potencial.

Despedidas y homenajes

El hombre del día era, inevitablemente, Augusto Fernández, que cumplió con profesionalidad su papel a pesar de que tenía un pie metido en el Manzanares desde hace un mes. Claro que es lo mínimo que se puede esperar de un capitán elegido como tal por delante de Oubiña precisamente por su compromiso con el color celeste. El argentino entró en la convocatoria y fue titular supuestamente por deseo propio. Con Radoja aún sin ritmo, no quedaba otra. Más extraño parece ya el cambio, concebido para la ovación de despedida. Un simple cambio de cromos, cuando el Celta iba ya por detrás en el marcador y necesitaba soluciones, no aplausos. Porque no hay que olvidar que había tres puntos en juego para el Celta que, si no es desmantelado por completo, aún debe jugar 21 partidos más.

Augusto Fernández cumplió con profesionalidad su papel a pesar de tener un pie en el Manzanares

Pero el capitán se ha ido, eso ya no tiene remedio. Ahora urge encontrar un sustituto o devolverle a Radoja el papel protagonista que tuvo durante la primera mitad de la temporada pasada. Una solución del agrado de muchos, aunque el fondo de armario se está reduciendo peligrosamente en un momento en que la Copa obliga a un sobresfuerzo. De ahí ese posible fichaje del que habló el técnico. Al celtismo le toca cruzar los dedos y esperar un buen movimiento de la dirección deportiva. Y también que no haya más noticias, que nadie nombre a ese elefante situado en medio de la habitación, en el círculo central de Balaídos, que ahora mismo está lesionado, y que podría seguir los pasos de Augusto antes de que acabe el mes de enero. Treinta días se quedará ahí el elefante, esperando ser ignorado y volver a ser ese centro neurálgico del ataque que tanto necesita el que, de momento, sigue siendo su equipo.

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...