El cambio de año le ha traído al Celta un temporal acompañado de la marcha de su capitán, las persistentes lesiones de hombres importantes y una política de rotaciones en la portería que ha llevado a los titulares una posición que gozaba de estabilidad. Y todo en apenas una semana, tras el mínimo parón navideño. Una cuesta de enero anticipada que precipita lo que es un secreto a voces: el Celta necesita fichajes, y los necesita urgentemente, para volver a parecerse a ese equipo que maravillaba a propios y extraños al principio de la temporada.

El enésimo puzle

La atención de la previa de la visita a Málaga estaba acaparada por un hombre que ya no pertenece al Real Club Celta. Augusto Fernández, baluarte del centro del campo y capitán general de las huestes celestes, se había marchado. Y lo había hecho cuando más duele, en mitad de una temporada ilusionante. Así que al celtismo le quedaba apretar los dientes, hacer de tripas corazón y buscar nuevos referentes de cara al resto de la competición. Y al cuerpo técnico, buscar un nuevo líder para el centro del campo.

La cuesta de enero anticipada precipita lo que es un secreto a voces: el Celta necesita fichajes

La plantilla solo cuenta con dos mediocentros específicos: Radoja, todavía entre algodones tras padecer una hernia, y Borja Fernández, que no cuenta con la total confianza de su entrenador. Así las cosas, y para el inmediato test de La Rosaleda, Berizzo se inclinó por hacer un nuevo experimento: adelantó a Sergi Gómez y completó el puzle con Jonny como central y Mallo y Planas en los costados. Una vez más, todos sus defensas disponibles en el campo. Por delante, Señé tenía una nueva oportunidad como titular en detrimento de Bongonda, mientras que a la portería volvía Rubén para intentar ganarse el puesto con una buena actuación. La presencia del de Mos confirmaba así que, tal y como anunciaba, Berizzo iba a seguir con las rotaciones entre sus porteros.

Un experimento de siete minutos

No se puede negar que el once era novedoso y repleto de buena intención. Eduardo Berizzo ha destacado esta temporada por recurrir a todos sus recursos, por intercambiar posiciones de sus futbolistas con el ánimo de solucionar problemas, de paliar ausencias y de salir airoso de las situaciones difíciles. Todo esto lo necesitaba en La Rosaleda, pero todo saltó por los aires a los siete minutos. Un error en la salida de una de sus elecciones, Rubén Blanco, le dejó el gol en bandeja a Charles Dias, que se reencontraba con el equipo en el que no pudo triunfar.

En La Rosaleda, todo saltó por los aires a los siete minutos

El partido, tal y como proclamaba Berizzo a la conclusión, se pudo haber escrito de un modo totalmente diferente sin ese primer gol. Pero nunca se sabrá. Lo cierto es que un equipo que le está dando la vuelta a la temporada a su favor se encontró con un gol que le allanó el camino, y a otro que está sufriendo una auténtica crisis de identidad se le puso todo cuesta arriba. Para colmo de males, Albentosa volvió a hurgar en la herida celeste. Otro remate fácil evidenció la falta de confianza de Rubén y, en la práctica, finiquitó el partido. Y todo cuando no se había cumplido la media hora de juego.

En ataque, bien poquito

Cuando un equipo se encuentra con una desventaja de dos goles tiene que dar un paso al frente: su centro del campo tiene que hacerse con la manija del partido, y su delantera tiene que aparecer para asomarse al área rival una y otra vez. Pero el Celta no consiguió ninguna de las dos cosas. Las limitaciones de Sergi Gómez en el medio quedaron patentes, y castigaron el juego de Wass y Pablo Hernández de manera palpable.

Por su parte, la delantera sigue llorando la ausencia de Nolito. Cuando el gaditano está, su presencia lo empapa todo. Sus compañeros de fatigas lo buscan, se asocian con él y lo surten de balones para que haga lo que mejor hace, jugársela. Pero, cuando no está, parece que su hueco es imposible de llenar. Ni Orellana ni Iago Aspas son capaces de dar ese último pase y, si lo consiguen, falta ese olfato goleador que le ponga el broche a la jugada. En La Rosaleda hubo un par de ellas, pero Orellana remató fuera, y Wass, al larguero. Ni rastro de ese remate pegado al palo o entre las piernas de un defensa que acaba encontrando la manera de abrir la lata. Nolito es el gol del Celta, y su lesión ha sido un duro golpe para el equipo. Volverá durante el mes de enero, si otro golpe de talonario no lo evita.

Héroe circunstancial

Por si todo esto fuera poco, el riguroso penalti y expulsión decretado por el árbitro a Rubén viene a sembrar aún más dudas alrededor de la decisión de Eduardo Berizzo de empezar a rotar a sus porteros. El de Mos no acabó el partido y se perderá por sanción la visita del Atlético de Madrid a Balaídos. Esto le dará continuidad a Sergio, que entró en el campo y detuvo la pena máxima. Una intervención para recuperar su confianza y reivindicarse, ya que no tuvo mucho más efecto en un partido que ya estaba perdido.

La lesión de Nolito ha sido un duro golpe para el Celta. Volverá en enero, si otro golpe de talonario no lo evita

Así las cosas, parece que Berizzo tendrá que seguir rotando a sus porteros entre Liga y Copa, aunque solo sea por imperativo reglamentario. Quizá ese no sea el mayor de sus problemas. A pesar de errores puntuales, los dos están en condiciones de jugar. Más problemas tiene para el puesto más caliente a día de hoy. Con Radoja aún renqueante y Borja Fernández poco rodado esta temporada, el puesto de mediocentro será una patata caliente para la siguiente jornada. Lo que ya no parece tan probable es que repita el experimento de un central en esa posición, y menos en Balaídos. Claro que, visto lo visto, cualquier decisión es posible en esta temporada de vaivenes en la alineación.