La Copa del Rey está resultando una fuente inagotable de alegrías para el Celta esta temporada. Tras dos eliminatorias asequibles, que se saldaron sin sobresaltos, el bombo deparó un difícil cruce de cuartos contra el líder de la Liga. Una eliminatoria llena de pequeños factores alineados contra el equipo vigués, que había que sortear una vez más para ofrecer una imagen competitiva y asomarse a la penúltima eliminatoria. Pero ese es precisamente el típico reto que motiva a los hombres de Berizzo.

Si algo funciona, para qué cambiarlo

Tomando como referencia el partido liguero de dos semanas antes, en el que el Celta se defendió, pero acabó sucumbiendo ante la mayor pegada visitante, Berizzo volvió a apostar por su pareja de centrales titulares, y también por la presencia de Radoja para apuntalar un centro del campo que, a estas alturas de la temporada, sufre cuando la elección es el doble pivote.

Eduardo Berizzo cogió lo que mejor había funcionado en cada uno de los anteriores partidos

El gran problema de aquel encuentro, que ahora parece tan lejano, fue la falta de remate. Y, para solucionarlo, Berizzo fue al ejemplo más cercano: una punta de ataque con Orellana, Guidetti y Aspas, hombres que brillaron el sábado contra el Levante. El resultado fue una combinación de seguridad defensiva, presencia en el medio y poderío atacante, justo lo que hace falta cuando el rival es uno de los pesos pesados del fútbol europeo. Y todo, cogiendo lo que mejor había funcionado en cada uno de los anteriores partidos. Brillante.

El apagón inicial

Pero además de aprovechar las luces de los precedentes, no se puede evitar que las sombras ocupen su lugar en el desarrollo de los partidos. Y, en el caso del Celta, hay un pequeño problema que viene y va, pero del que se acaba hablando en alguna fase de cada temporada, ya desde mucho antes de aterrizar Berizzo en Vigo. De un tiempo a esta parte, sus hombres tienen una tendencia a entrar fríos en el campo, tanto en la primera como en la segunda mitad. Y esto les cuesta conceder varias ocasiones claras y, en los peores casos, algún gol.

El árbitro decidió soslayar la última circular que reconoce como pena máxima la apertura de los brazos

Tal bajada de rendimiento se produjo contra el Atlético en Liga, y el 0-1 de Griezmann tras el descanso echó por tierra las aspiraciones viguesas. También apareció ante el Levante, aunque fue mucho peor el rendimiento del tramo final del encuentro. Y se repitió en el partido de Copa. Por suerte (o por acierto celeste), los madrileños no aprovecharon ninguna de sus ocasiones, y el Celta pudo voltear el juego a su favor para acabar mereciendo un triunfo que no llegó.

Un Celta con pegada

Este planteamiento es difícil de defender cuando el partido acaba sin goles. Pero lo cierto es que el equipo vigués dejó una sensación de peligro que hacía muchas semanas que no producía, con la excepción del encuentro ante el Levante. La irrupción de John Guidetti ha sido como un soplo de aire fresco para una delantera algo agotada desde la lesión de Nolito, la punta de lanza del entramado de Berizzo. El sueco peleó, se ofreció y, sobre todo, ocupó el lugar del nueve como referencia entre los centrales, permitiendo que Iago Aspas se moviese con libertad en ataque. Precisamente, fue el moañés el que probó por primera vez con peligro a Moyá, ya en la segunda mitad. Y fue entonces cuando llegaron los acercamientos más claros, incluyendo un casi autogol de Augusto y un penalti que solo evitó la errónea interpretación del reglamento por parte del árbitro, que decidió soslayar la última circular que reconoce como pena máxima la apertura de los brazos con el fin de cubrir un espacio o ampliar silueta, aunque la intente quitar. Definición que guarda un parecido escalofriante con la acción de Thomas en el área.

La irrupción de John Guidetti ha sido como un soplo de aire fresco para una delantera algo agotada desde la lesión de Nolito

Las ocasiones anteriores, un bagaje que no fue suficiente para abrir el marcador, deben ponerse en consonancia con la dimensión de la defensa rojiblanca. Hay que tener en cuenta que un equipo que concluye la primera vuelta liguera con 8 goles encajados hace que cualquier logro ofensivo del rival quede maximizado. Y, si a ello se añade que el Cholo Simeone se conformó con el empate a cero final, a la vista de los últimos minutos del partido, y que cedió el favoritismo al Celta sin parpadear en la sala de prensa, el objetivo de hacerle algún gol se complicaba todavía más.

Al Calderón, con todo

La eliminatoria está abierta, incluso favorable al Celta según el técnico visitante. Puede que no le falte razón, teniendo en cuenta que los de Berizzo han mostrado un rendimiento mucho mejor fuera de Vigo que en un Balaídos en el que jugar al fútbol se está convirtiendo en un calvario. De hecho, acumula los mismos puntos, 17, pero con dos derrotas menos, solo dos. Y hay que recordar que cualquier resultado que no sea una derrota o un empate a cero, y ha habido siete, clasifica al Celta.

Además de todo esto, el partido del Manzanares le permitirá a Berizzo abrir un poco más su abanico de posibilidades en la parcela ofensiva. Y es que todo apunta a que Nolito estará disponible, mes y medio después de haber caído lesionado. El gaditano, que ha sufrido varios retrasos en su recuperación, podría recuperar el timón del ataque celeste justo en el momento en que este más lo necesita, jugándose la vida en el torneo del KO. Y la semana escasa que resta hasta el partido le vendrá muy bien a Claude Beauvue para seguir entrando en la dinámica de los entrenamientos después de haber debutado, y con buenas sensaciones,  tras ejercitarse apenas un par de veces con sus nuevos compañeros. Todos estos factores contribuyen a aumentar el grado de optimismo de un celtismo que, según avanza la Copa, se ve con más opciones de recordar gestas pasadas. Quién sabe si este año puede ser el año...

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...