Después del torbellino de sensaciones en que se convirtió el paso del Celta por la Copa del Rey, culminado con una goleada que aboca a los vigueses a buscar un milagro si quieren estar en la final, el equipo vigués afrontaba el segundo partido del tríptico contra el Sevilla con una nueva mentalidad. Así lo reconoció Berizzo tras el choque, y así lo plasmaron sus futbolistas sobre el césped: más allá de la búsqueda de la revancha contra el Sevilla, de una clasificación casi imposible, lo que buscaban contra el cuadro hispalense eran tres puntos que lo devolviesen a la pelea definitiva, la que van a librar en los escasos tres meses de competición que quedan: la pelea por estar en Europa la temporada que viene.

Un once de garantías

Se acabaron las rotaciones masivas. Así lo parece viendo las últimas alineaciones del Celta. En Copa, Berizzo salió con todo. Y, de cara a la Liga, tampoco se guardó demasiado. Aprovechando las ausencias por sanción de Hugo Mallo y Orellana, apenas un par de cambios apuntalaron al equipo, con la entrada de Planas, Bongonda y Beauvue, que sí fue una rotación propiamente dicha, en lugar de Guidetti.

Uno de los múltiples méritos de este Celta es que ha conseguido que su superpoblada delantera no se estorbe en el campo

Por culpa de la acumulación de partidos, el técnico ha acelerado al máximo la incorporación de los últimos fichajes a la dinámica del equipo, lo que aumenta sus posibilidades de modificar su once con las máximas garantías. Eso sí, confirmado el milagro de la recuperación de Marcelo Díaz, que ha pulverizado todos los plazos, no le abrió de par en par las puertas de la titularidad, y el chileno se quedó en el banquillo.

El Sevilla, de víctima a bestia negra

Mucho ha cambiado el equipo sevillista desde el comienzo de la temporada. De aquel equipo dubitativo que no conoció la victoria hasta la sexta jornada, y que perdió con el Celta en una auténtica exhibición de los vigueses, no queda prácticamente nada. Los de Emery han ido ganando en solidez, iniciando una escalada que los ha llevado a los puestos europeos. Y esta transformación la vivió el Celta en sus carnes en la ida copera y el encuentro liguero de Balaídos. En él, un equipo que jugó durante casi una hora con un hombre menos no solo fue capaz de aguantar, sino que incluso se echó arriba por momentos y consiguió adelantarse en el marcador. La receta es la misma de siempre: fortaleza física y contundencia en las áreas, especialmente a la contra y a balón parado.

Y así fue como los andaluces golpearon primero en inferioridad. Tal y como había ocurrido en Copa, fue uno de esos goles psicológicos que tanto daño hacen. Carriço aprovechó un rechace y mandó el partido al descanso con un guión que volvía a favorecer los intereses de su equipo.

El mejor Celta, a contracorriente

Pero, a pesar del paralelismo, el equipo vigués no estaba dispuesto a ser sorprendido otra vez. Como ya ha demostrado en muchas ocasiones, es un equipo que no se siente cómodo defendiendo, y sí teniendo la pelota y las ocasiones. A pesar del evidente peligro del Sevilla a la contra, especialmente con la entrada al campo de Gameiro, los vigueses sacaron provecho de su superioridad de la mejor manera posible: acumulando hombres de ataque sin ningún miramiento. Así fue como Berizzo juntó en el campo a Bongonda, Aspas, Guidetti, Beauvue y Wass, que se sumaba al elenco como falso lateral y verdadero extremo incisivo.

Uno de los múltiples méritos de este Celta es que ha conseguido que su superpoblada delantera no se estorbe en el campo. La experiencia de la recta final de la temporada pasada ha valido para perfeccionar un recurso del que no muchos equipos hacen gala. Juntar cinco futbolistas de corte atacante, a los que por momentos se suma el Tucu Hernández, y que estos consigan llevar el balón al área rival y crear verdadero peligro no es fácil. Y menos aun conseguir que el rival no saque partido de alguna contra ante una defensa que, por lógica, goza de muy pocas ayudas. Cierto es que el Sevilla jugaba en inferioridad numérica, pero no lo es menos que no se descosió en ningún momento, y que dejó muy pocas fisuras en su planteamiento.

Los nuevos, a examen

Así las cosas, y con las ausencias de Orellana y Nolito, no era fácil que el Celta fuese capaz de levantar el partido. Necesitaba dos goles, los minutos pasaban, y las ocasiones claras escaseaban, algo habitual en un equipo que combina mucho, pero que se cohibe en exceso a la hora de buscar portería. Era el momento en que los nuevos debían dar un paso al frente. Marcelo Díaz entró al campo y dejó toda una exhibición de movilidad, colocación y buen criterio con los pies. De sus botas salió un balón largo para Wass (mucho mejor en la banda que por el medio), y el danés asistió a la perfección a Beauvue para que el francés se estrenase como goleador con el Celta.

Cuando no se puede ganar un partido, hay que asegurarse de no perderlo

Beauvue había dejado más sombras que luces en las muchas oportunidades que ha tenido desde su llegada. También dejó algunas en el partido contra el Sevilla, en el que falló una clara ocasión antes de empatar. Sin embargo, con los cambios y su ubicación en el frente de ataque pareció encontrar una posición más adecuada para él que la banda derecha, donde había jugado más habitualmente desde su llegada. Es más cerca de la portería donde parece más peligroso. En los siguientes encuentros se verá si encuentra su sitio en el once celeste.

No perder

Cuando no se puede ganar un partido, hay que asegurarse de no perderlo. Lo dice el axioma y, aparentemente, es algo lógico. Sin embargo, y como todo lo que tiene que ver con el fútbol, no siempre se cumple. Y más cuando un equipo como el Celta está volcado sobre la portería de un rival directo en inferioridad.

Pero, pese a que el Celta no dejó de buscar el gol de la victoria, acabó sumando un punto que, por las circunstancias del campeonato, tiene que ser valorado como un buen punto. Las dos derrotas consecutivas que acumulaba el equipo, y la inminente visita al Camp Nou, hacen que sumar, aunque sea un empate, sea bueno. Garantiza, entre otras cosas, que el Celta ha recuperado el ritmo, que ha vuelto a su realidad, la realidad liguera, y que peleará hasta mayo por su objetivo, que no es otro que entrar en Europa, si no se consigue el milagro copero que lo garantice por la vía rápida.