La visita al Camp Nou es siempre un momento importante de la temporada, temido y a la vez esperado, donde un equipo puede dar rienda suelta a sus deseos más ocultos, presentarse sin nada que perder e intentar dar una campanada histórica como la del Celta la temporada pasada.

De la necesidad, virtud

Las circunstancias de esta temporada eran muy diferentes, y sembraban ligeramente la visita de dudas. Eduardo Berizzo llevaba una convocatoria plagada de bajas por culpa de lesiones y, sobre todo, sanciones. Una citación con cuatro futbolistas del filial, y el resto sobrecargados de minutos después de un invierno de fútbol cada tres días, de Liga y de Copa, que acabó por pasar factura en los resultados ligueros.

La visita al Camp Nou es siempre un momento importante de la temporada, temido y a la vez esperado

Pero este Celta es un equipo hecho a sí mismo, un grupo acostumbrado a sobreponerse a los problemas, y a rendir a pesar de las bajas con innovaciones constantes y, sobre todo, con mucho trabajo y la solidaridad de todos. Con esta receta, Berizzo presentó en Barcelona un once competitivo, a pesar de no poder contar con ninguno de sus delanteros indiscutibles. Guidetti, Señé y Beauvue formaron en punta, y Jonny ejerció de central, a pesar de que Hugo Mallo había sido más utilizado en esa posición en los últimos partidos.

Lección táctica

La explicación se vio según empezó el partido. Hugo Mallo fue el elegido para perseguir a Neymar allí a donde iba. Después del éxito de sus anteriores enfrentamientos, el de Marín volvió a ser la sombra del brasileño. Por delante, Radoja eligió a Andrés Iniesta como pareja de baile, y Wass, desde la mediapunta, ató en corto a Busquets. Una nueva vuelta de tuerca táctica de Berizzo.

El Celta no solo no notó las bajas, sino que firmó una primera parte espectacular

La apuesta dio sus frutos, y el Celta no solo no notó las bajas, sino que firmó una primera parte espectacular, allí donde había triunfado hace poco más de un año. El Celta se convertía otra vez en un grano en cierta parte del campeón, que solo fue capaz de marcar a balón parado, con una genialidad de Messi, pero que no pudo irse con ventaja al anotar Guidetti desde el punto de penalti.

Solidaridad

No cabe duda de que hace falta mucho valor para salir a jugarle así al Barcelona. Intentando morder, presionando arriba y dejando espacios atrás que pueden resultar letales. Pero no solo llega con ser valientes: hace falta una dosis extra de trabajo, una implicación máxima por parte de todos, que consiga arropar a una defensa que, en campo abierto, tiene las de perder. Prueba de ello es el gol que desnivelaba el marcador, ya bien entrada la segunda parte. Messi y Luis Suárez consiguieron asociarse por donde no había opción, donde no había hueco. Un pase imposible del argentino, y una definición eléctrica del uruguayo. Una jugada de esas que pasan a la historia, si no hubiera quedado eclipsada por el penalti que los mismos protagonistas quisieron introducir minutos después en la actualidad del país.

No se puede pasar por alto el hecho de que el Celta ha recibido 15 goles en sus últimos cinco partidos

La apuesta del Celta por un partido de presión y ayudas funcionó durante más de una hora. Incluso estuvo a punto de devolverle la igualdad en el marcador en el tramo final, con un par de remates de Wass. El problema fue la acumulación de minutos que tiene muy castigados a hombres importantes como el propio danés, que acabó asfixiado. Es el precio por haber dado la cara en la Copa. El Celta se vino abajo en los últimos minutos, y la delantera culé encontró entonces los espacios que antes se le habían negado. Y, con unos delanteros tan hambrientos de gol como los de la afamada MSN, las consecuencias pueden ser, como de hecho fueron, desastrosas.

Problemas en defensa

Llegados a este punto, y tras el 6-1 encajado en el Camp Nou, no se puede pasar por alto el hecho de que el Celta ha recibido 15 goles en sus últimos cinco partidos, contando los de la eliminatoria copera contra el Sevilla. Teniendo en cuenta solo la Liga, el equipo vigués ha encajado 19 goles en los últimos 7 partidos. A pesar de que los de Berizzo estén recuperando ese estilo que maravilló en el primer tramo de la temporada, la sangría defensiva es un factor que puede resultar muy perjudicial en la lucha por el objetivo del equipo, que no es otro que entrar en Europa. Los números no engañan: el Celta es octavo con 42 tantos en contra, pero hay que descender hasta la décimo quinta plaza para encontrar un equipo al que hayan metido más goles, el Rayo Vallecano.

La sangría defensiva es un factor que puede resultar muy perjudicial en la lucha por el objetivo europeo

Desde estas líneas se ha reconocido en múltiples ocasiones que el Celta es un equipo que se defiende atacando: que fundamenta su apuesta de juego en la acumulación de hombres de ataque que desarrollen un buen caudal de ocasiones de gol a partir de la posesión: y que es en defensa donde más sufre, en parte como respuesta lógica a esa apuesta. Sin embargo, y confirmada la recaída de Andreu Fontàs, que podría perderse lo que resta de temporada, el equipo sigue arrastrando un enorme déficit en el centro de la zaga, donde solo cuenta con dos centrales en su primera plantilla. En el Camp Nou, Berizzo tuvo que formar su defensa una vez más con los tres laterales de los que dispone, con Jonny como central. Es un recurso del que ha tirado el técnico esta temporada, pero que no debería convertirse en costumbre. La lesión de Fontàs podría abrir nuevamente la opción a que la dirección deportiva acuda al mercado en busca de un central que pueda apuntalar una defensa que, semana sí y semana también, está obligada a reinventarse desde hace meses.