La lucha por Europa continuaba para el Celta en una semana con tres jornadas, una de esas que marcan el futuro inmediato de los equipos. Y no era un reto fácil, por más que desde el vestuario voces autorizadas se mostrasen optimistas. Empezaba con la visita a otro campo maldito, en el que el Celta jamás había ganado, el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe. Una oportunidad para dar un puñetazo en la mesa, a pesar de precedentes tan poco convincentes como Vallecas y Las Palmas. Después, la cosa se complicaría aún más con la visita a Vigo del Villarreal, rival directo en racha, para acabar con el siempre temido viaje al Santiago Bernabéu. Ahí es nada.

Mantener el nivel

A pesar de todo lo anterior, el Celta se encuentra en una situación en la que ya no puede permitirse descartar partidos. Debe mantener el nivel y seguir sumando cueste lo que cueste, si no quiere quedar apeado de la lucha antes de tiempo. Por eso, la visita a Getafe adquiría todavía más trascendencia.

El once del Celta ya no sorprende por integrar a cuatro delanteros independientemente del escenario

El equipo vigués se presentaba con la oportunidad de volver a encadenar dos victorias consecutivas en Liga, algo que no ocurría desde mediados de diciembre, y Berizzo apostó por la continuidad de los hombres que derrotaron al Eibar, solo condicionado por los problemas físicos de Marcelo Díaz, sustituido por Radoja, y de Nolito, que volvía a quedarse en el banquillo repitiendo Bongonda en la izquierda. También sacrificaba a Wass para devolver a Orellana a un once que ya no sorprende por integrar a cuatro delanteros independientemente del escenario.

El peso de la historia

Pero, claro, una cosa es plantear un partido e intentar seguir por el camino de la excelencia, y otra muy diferente conseguirlo sin problemas. La propuesta del Celta era la de siempre, un despliegue ofensivo brutal y un centro del campo destinado a intentar hacerse con la posesión y surtir de balones a los delanteros. Pero ni a unos ni a otros les fue sencillo cumplir con su misión. La culpa la tuvieron varios factores. Esos pequeños detalles que se acaban conjugando para que un equipo siga argumentando que un campo se le da mal aunque, en esta ocasión, son fácilmente identificables: la discreta actuación de Orellana tras su sanción, o el menor descaro de Bongonda lejos de Balaídos podrían ser algunos de los que afectaron internamente; el penoso estado del césped del Coliseum o las decisiones arbitrales relacionadas con las manos dentro del área (otra vez), afectaron al equipo desde fuera, le hicieron dar un paso atrás desposeído de la posesión, y lo condenaron a buscar el gol por medios alternativos.

Nolito, el goleador

A estas alturas ya no es ningún secreto que el de Sanlúcar es el hombre con más gol del Celta. No importa que no actúe como delantero centro y sí escorado a la banda, y tampoco que haya estado lesionado durante más de dos meses, rodeado de rumores de traspaso que lo acabaron descentrando en un momento tan difícil. A la hora de la verdad, esto es, cuando está disponible, es el más peligroso, capaz de marcar incluso de espaldas en un rechace. Por eso es tan importante que cuando esté disponible juegue el mayor número de minutos, y más cuando un partido se atasca como lo hizo el de Getafe.

Cuando está disponible, Nolito es el delantero más peligroso del Celta, capaz de marcar incluso de espaldas en un rechace

Un ejemplo muy sencillo ilustra este razonamiento: a pesar de estar atravesando un momento dulce en la temporada, con la titularidad y destacando en algunos encuentros, y habiendo saboreado ya las mieles del gol, a Bongonda le cuesta encontrar portería. Es la famosa cuestión de la confianza de los delanteros de cara al gol. El belga tuvo un remate clarísimo en la primera mitad, tras un centro medido de Orellana que lo dejó solo a pocos metros de Guaita. Su remate de cabeza se marchó por poco, pero se marchó, y el empate se mantuvo en el marcador. En cambio, Nolito no necesita tanto. En apenas media hora, y todavía sin la explosividad que lo caracteriza, tuvo que buscar el gol por otro camino, mucho menos habitual. Lo hizo de cabeza a la salida de un córner, con un remate que pegó en el larguero, botó en el suelo y se acabó convirtiendo en el gol de la victoria. Cuestión de confianza que, desde luego, a Nolito le sobra para recuperar su papel principal en este equipo.

Una inyección de moral

Curiosamente, haber conseguido una victoria tan trabajada y sin haber dejado una imagen espectacular puede ser algo muy bueno para el Celta. Le permite coger confianza en el sentido de que, tal y como le ocurre a los equipos grandes, no necesita arrasar con sus rivales para someterlos. Le llega con un instante de lucidez, con encomendar la tarea a sus estrellas, que las tiene, y que están llegando a la recta final del campeonato con la escopeta cargada, con los colmillos afilados. En Getafe decidió un destello de Nolito, pero Orellana, Aspas y Guidetti están también ahí para cuando el equipo los necesite. Lo cual no impide, desde luego, que el Celta vaya a seguir intentando desarrollar su fútbol, ese que lo ha aupado a los puestos nobles de la clasificación rodeado de buenas críticas.

Una victoria tan trabajada y sin dar una imagen espectacular puede sin embargo resultar muy buena para el Celta

Así que, visto lo visto, la carrera por Europa continúa más emocionante que nunca. Con un Celta que es capaz de someter a sus rivales, pero que también es capaz de ganar sin brillo, tirando de efectividad y dejando la portería a cero, algo que tampoco ocurría desde el mes de diciembre con aquella victoria en Granada, la última vez que el equipo había encadenado dos triunfos consecutivos. Sin duda, los de Berizzo intentarán conseguir la tercera contra el Villarreal, pero eso ya es otra historia.

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...