El Sporting, un equipo herido, esperaba arropado por su entregada afición en su guarida del Molinón. No son las circunstancias más apropiadas para grandes innovaciones o experimentos, aunque el Celta no se caracteriza precisamente por abusar de ellos si no es por causa justificada. Por eso Berizzo limitó sus movimientos a devolver a Rubén a la rotación de la portería y darle descanso a Hugo Mallo, mientras mantenía al Tucu en el banquillo dada su reciente lesión. Nada nuevo bajo el sol, porque su factor más decisivo se encuentra un poco más arriba, con el póquer de delanteros que ha dado tantas alegrías al celtismo: Orellana, Aspas, Guidetti y Nolito.

Con balón es todo mucho más fácil

Ya avisó el Toto en la previa de que buscaría el balón en el Molinón, porque el Sporting sufre sin él. Y no era ninguna bravuconada. Tras el accidentado derbi, en el que la sala de máquinas viguesa compuesta por Radoja y Wass no fue capaz de imponerse, el partido del Molinón fue una reválida que pasaron con nota. Tanto el balcánico como el danés se crecieron para otorgarle a su equipo la posesión, el bien más preciado por una delantera sedienta de sangre.

El partido del Molinón era una reválida que Wass y Radoja pasaron con nota

La primera mitad fue toda una lección de fútbol de ataque del Celta, acostumbrado a desempeñarse de la misma manera tanto en casa como lejos de Vigo. La receta, la misma de siempre: Orellana en contacto con cada balón que pasa del centro del campo, Movilidad de Aspas y Guidetti para asociarse y buscar los espacios, y Nolito bien arrimado a la izquierda, afilando el cuchillo a la sombra del voladizo. Sin duda, Abelardo y los suyos sabían muy bien que ese iba a ser el guion de su rival pero, durante toda la primera mitad, fueron incapaces de neutralizarlo.

Pólvora mojada

Lamentablemente, la capacidad de crear peligro no es el único factor recurrente en un Celta que también destaca por desaprovechar un buen puñado de ocasiones por partido. Contra el Sporting hizo méritos más que suficientes para hacerse con un buen botín al descanso, pero fue incapaz de transformar las claras opciones de las que dispuso, de una manera similar a lo ocurrido hace unas semanas en Mestalla.

Eso sí, el estado de euforia en que se haya el equipo vigués hace que no desfallezca a pesar del importante desgaste que necesita para hacerse dueño y señor del partido. En los últimos tiempos, y a pesar de atravesar momentos complicados durante los choques, como el inicio de la segunda parte en El Molinón, la sensación que deja es que sigue creyendo en sus posibilidades, parece saber que el momento, el chispazo, va a acabar llegando. Hasta tal punto llega la confianza en sus hombres clave, en sus hombres gol y, particularmente, en uno de ellos.

Nolito, siempre Nolito

No ha tenido una temporada sencilla. Conviviendo con rumores de traspaso alcanzó su mejor nivel y, después, cayó en un pequeño bajón de juego que desembocó en una lesión. Convaleciente, vio cómo se abría el mercado invernal y su nombre y su foto comenzaban a multiplicarse en ciertos medios estatales. Y, en medio de todo esto, una simple lesión muscular se iba complicando y lo mantenía en el dique seco durante más de dos meses, demasiado para un futbolista que vive de sus picos de forma.

Nolito cambió el paso para sorprender a todos por el palo corto. Fue su pequeña morcilla en una función que sabe interpretar de maravilla

Así que ha tenido que luchar mucho para salir del túnel, para reencontrarse a sí mismo. El propio futbolista, siempre un ejemplo de sinceridad en sus declaraciones, admite que todavía no está al cien por cien. Y, sin embargo, ha conseguido seguir a flote y, lo más importante, ha conseguido seguir marcando, sosteniendo al Celta en la zona noble con sus goles. En Gijón ya se le vio más cerca del jugador que fue no hace mucho. Encaró, desbordó y buscó el gol. En su primera ocasión no lo consiguió, falló por muy poco. En su segunda, cambió el paso para sorprender a todos por el palo corto. Fue su pequeña morcilla en una función que sabe interpretar de maravilla, aun cuando no está al cien por cien. Una actuación ejemplar, que tiene mucha culpa de lo que le está sucediendo al que, pese a rumores y rumores, sigue siendo su equipo.

La Europa de las dos velocidades

La importante victoria en el Molinón acerca, y mucho, al Celta al objetivo europeo. Acabar entre los siete primeros de la clasificación parece una meta más que realista, teniendo en cuenta que el octavo se encuentra a once puntos con solo 18 en juego. Claro que, una vez al alcance de la mano, comienzan las especulaciones del puesto que se debe o puede alcanzar. El séptimo, que está ahora a cuatro puntos, es sin duda la posición a evitar, con la obligación de disputar una peligrosa ronda previa en el mes de julio. El quinto o el sexto son la opción más plausible ahora mismo, por clasificación y dinámica. Es lo que Berizzo definió tras el partido como "la Europa pequeña." Porque, se mire como se mire, y pese a los intentos de la UEFA, sigue habiendo una diferencia abismal entre las dos competiciones que organiza a nivel continental. La Europa League sigue siendo la hermana pobre, la que exige un esfuerzo titánico a plantillas más limitadas que las de los mastodontes que se meten en Champions, y su impacto y rendimiento son mucho menores. Es esa "Europa pequeña" de la que habla Berizzo.

El sueño de la Champions es hermoso, y el Celta debe aferrarse a él mientras tenga opciones matemáticas de asaltar esa cuarta plaza

La reina del baile sigue siendo la Liga de Campeones, ese paraíso terrenal cuyas puertas solo se abren cada año para los cuatro mejores equipos españoles. Un escaparate para crecer como club y reverdecer laureles. El premio gordo, que Berizzo define como "la Europa grande". Y tan grande. El problema es que se encuentra a la friolera de ocho puntos, defendida con uñas y dientes por un Villarreal al que no le está afectando su tránsito por la Europa League, y que sigue a ritmo de tres puntos por partido. El sueño es hermoso, y el Celta debe aferrarse a él mientras tenga opciones matemáticas de asaltar esa cuarta plaza, pero se trata de un objetivo muy difícil. Claro que también fue difícil en el pasado, y el equipo lo consiguió, ¿será un deja vu lo que sigue viviendo este año?