Tropiezos de los rivales directos y visita a Balaídos de un equipo de la zona baja. Condiciones ideales para afrontar una de las últimas finales de la temporada, con buenas noticias, además, desde la enfermería. Tras una semana de tres jornadas llena de contratiempos, Berizzo recuperaba para recibir al Granada a Daniel Wass y Hugo Mallo.

Fiesta anticipada

Era un partido con sensaciones atípicas derivadas de su peculiar horario: con todo el pescado vendido en las demás plazas, el celtismo podía festejar al fin la clasificación matemática para Europa antes de empezar. Ambiente de gala y explosión de felicidad largamente contenida. Quizá no es el estado ideal para intentar asegurar tres puntos.

Con todo el pescado vendido en las demás plazas, el celtismo podía festejar la clasificación para Europa antes de empezar

Pero este Celta no se caracteriza por dejarse emboscar fácilmente, ni su técnico por confiarse en exceso. Así que Berizzo lanzó la primera salva con una alineación con sus cuatro delanteros. Un póquer que envidiaría casi cualquier entrenador de Primera, y que, de modo subconsciente, invitaba a su equipo a dar un paso más, a seguir apretando en busca de una victoria que podía acercar el objetivo que nadie quería considerar todavía de forma abierta.

El hambre

Es un factor decisivo llegado este momento de la temporada. Cuando los equipos se juegan la vida. Como, por ejemplo, el Granada. Al cuadro nazarí no le quedan muchas balas en la recámara en su desesperada huída de los puestos de descenso. Eso le hace ser valiente y buscar una posesión que casi logró igualar en Balaídos. Pero también puede ser contraproducente, provocando un exceso de ímpetu, como el de Biraghi que hizo posible el gol de penalti de Iago Aspas.

En el otro extremo se sitúa un equipo con el objetivo inicial de la temporada, la permanencia, sobradamente superado; con la misión redefinida, Europa, recién conquistada; y con un sueño por delante, la clasificación para una Champions que los constantes tropiezos del Villarreal han convertido en una posibilidad real, aunque lejana. Todo esto convertía al Celta en un equipo con varios niveles de presión menos que su rival, aunque tenso por los últimos resultados, que no acababan de acompañar. Un equipo con hambre de seguir sumando, que se vio por delante en el marcador, pero que fue gestionando su ventaja hasta acabar cediendo el control del partido.

El cansancio

Es otro factor fundamental llegados a este punto, sobre todo en una semana con tres jornadas igualmente decisivas. El Celta tiene una plantilla corta, castigada por lesiones y sanciones que le han permitido a Berizzo elegir entre todos sus hombres muy pocas veces. Ante esta tesitura, y como ocurrió unos días antes en Cornellà, Berizzo prefiere emplear todo el talento de los hombres de arriba. Así que optó por mantener su columna vertebral en el campo, sacrificando a Guidetti, que no había sido titular ante el Espanyol, cuando el Granada estaba volcado sobre la portería de Rubén y a punto de hacer saltar la ventaja local.

En ocasiones, la apuesta de Berizzo por mantener el talento en el campo justifica plenamente el pago de una entrada

No cabe duda de que esta es una apuesta arriesgada, que a veces no consigue su objetivo, como en Barcelona o en el derbi, pero que, otras veces, justifica plenamente el pago de una entrada. Porque el gol de la victoria del Celta es una auténtica obra de arte ideada por su tridente mágico. Centro de Orellana, asistencia de campanillas de Nolito y remate arriba, suave, de Iago Aspas. Una jugada que lanza al celtismo hacia el sueño largamente olvidado de volver a medirse a los mejores de Europa.

Los reyes del mambo

Así que, una jornada que empezaba con buenas noticias acabó con una multitudinaria palmada en la espalda para un equipo que ya no parece tener miedo a decirlo en voz alta: su nueva meta, la tercera de la temporada, es entrar en la Liga de Campeones. Porque, siendo objetivos, el cuarto puesto está ahora más cerca que la temida séptima posición que obligaría a jugar una ronda previa de la Europa League en junio. A este nuevo pasito que debe dar el equipo en las tres jornadas que quedan ayuda el hecho de que ni Villarreal, ni Sevilla ni Athletic parecen pasar por su mejor momento. Castellonenses y andaluces juegan, además, semifinales europeas. Llegados a este punto, y como reconoce algún peso pesado del vestuario, soñar es gratis. Es incluso obligatorio.