San Mamés siempre es un campo complicadísimo. Lo saben todos los equipos que pisan el verde bilbaíno, gracias en parte a una afición que no desfallece y arropa a su equipo cuando más lo necesita. Con eso contaba el Celta, pero con lo que sí no contaban los gallegos era con otras variantes derivadas del propio fútbol, muy comunes hoy en día, y que se pusieron de manifiesto en el encuentro de esta mañana.

Se presentaba el conjunto gallego con lo esperado. El Toto Berizzo presentaba su dibujo habitual, reforzando esta vez la medular dando entrada al danés Wass mientras que el delantero Guidetti se caía del once. Por parte bilbaína el regreso más esperado tras una serie de partidos con molestias: Aduriz. Y a la postre acabó siendo decisivo ya que se podría decir que ganó el encuentro él sólo. Pero hay que ir por partes. Y lo primero reseñable fue la primera media hora del conjunto celeste. Comenzaron con decisión los vigueses, desarrollando su habitual fútbol de manera dinámica ante un inoperante Athletic que parecía algo dormido en la mañana dominical. Las llegadas tanto de Aspas como de Nolito se fueron sucediendo casi siempre con la indecisión final y la imprecisión que suele acompañar al Celta cuando encara portería. Porque sí, el Celta genera mucho fútbol pero muchas veces se pierde por el camino queriendo elaborar demasiado las jugadas cuando éstas exigen una finalización más inmediata. Esta vez sí concretaron una cerca del 13 de juego. Balón dividido en la medular que la visión de juego de Marcelo Díaz transformó en un pase en largo milimétrico para el desmarque de Orellana. El menudo chileno se plantó sólo delante de Iraizoz y fusiló al meta vasco para hacer el primero de la mañana. 

Aduriz provocó, Cabral pecó

Se presuponía plácida la bonita mañana de fútbol en Bilbao para el Celta. Pero nada más lejos de la realidad. Todo comenzó minutos después del gol inicial, cuando el Celta sacaba el balón jugado desde atrás por mediación de Cabral y en la presión Aduriz sacó a pasear su codo. Ahí se encendió la mecha que acabaría por detonar el encuentro. Cabral, muy dado a caer en provocaciones, decidió seguirle el juego al delantero vasco. Si algo tiene el '20' del Athletic además de su calidad de cara a puerta son los intangibles que aporta a su equipo. Muchas veces su brega y lucha se traducen en provocación o exceso de simulación que cuestan caro a sus rivales. Y con eso también se juega hoy en día al fútbol y al bueno de Cabral pareció olvidársele en la mañana de hoy. Siendo el más veterano del equipo celeste y además el segundo capitán, el argentino debería haber tenido la suficiente capacidad para reaccionar a tiempo y evitar lo que acabó sucediendo. Después de muchos forcejeos entre ambos y algún que otro recadito más la disputa cayó, cómo no, del lado local. Corría el minuto 37 de juego, balón filtrado a la espalda de la defensa céltica, Cabral que mide mal ante la carrera de Aduriz y le agarra del brazo obstaculizándole el remate. Estrada Fernández decretó sin rechistar la pena máxima y enseñó la tarjeta amarilla al central. El mismo Aduriz transformaría el penalti ante la mira impasible del portero visitante, hoy Sergio. Curioso que después de media hora de buen fútbol, en una llegada del conjunto rival te provoquen el primer remate a puerta, que éste sea de penalti y a la postre el primer gol. El Celta no supo noquear a unos leones que dormían plácidamente en la primera parte del encuentro y lo pagó caro.

El que andaba poco centrado en el encuentro parecía ser Cabral. Desquiciado por Aduriz y encendido por el penalti, pecó de infantil cuando sólo dos minutos después se autoexpulsó sin ninguna razón de peso. En la enésima disputa de balón en la que el vasco se iba con facilidad al suelo y reclamaba falta, Cabral decidió que ante la mirada del trencilla lo mejor era dejarle un recadito con su bota izquierda. Como reconoció el propio Aduriz al término del encuentro fue un contacto leve de la bota del central con la cabeza del delantero, pero al fin y al cabo, efectivo. El árbitro, consciente de la disputa de ambos, decidió zanjar el tema por la vía rápida y más fácil: expulsión por doble amarilla para el central argentino. Llámenlo pillería, astucia, juego sucio o como quieran, pero Aritz Aduriz sentenció a su rival él sólo. Y Cabral, eso sí, puso mucho de su parte. A su vez, el nivel arbitral fue, una vez más, dudoso. Quiso caer en el juego sucio y permitió que un encuentro que no tenía nada de polémica, se le fuese demasiado de las manos. Además, dio la sensación de querer sentenciar siempre hacia el mismo lado con una seguridad pasmosa, por ejemplo, cuando las provocaciones eran por parte celeste. Se llegó al descanso con la sensación de que las cosas caerían por su propio peso, y así fue. 

Cambios que lo dicen todo

La segunda parte comenzó con lo esperado. El dominio local era apabullante. Además, a Eduardo Berizzo parecía pedirle el cuerpo retirar a su única referencia ofensiva e introducir un hombre más para defender un resultado que, a todas luces, parecía que no se iba a mantener en empate por mucho tiempo. Hay veces que no hace falta mediar palabra con tus jugadores para explicarles cual es tu plan de partido. Y el cambio de un Aspas peleón y participativo por Nemanja Radoja pareció ser un aviso a navegantes. Tocaba defender y la pega para el Celta es que su mejor defensa es atacar. Sin un hombre arriba que desahogara el equipo o permitiera salir a la contra para meter miedo en el cuerpo, el equipo gallego naufragó a orillas de la "ría de Bilbao". Se fueron sucediendo los ataques del Athletic y los "ui" eran coreados con demasiada frecuencia por la afición local. Los cambios de Valverde, sin embargo, daban el aviso contrario. El txingurri introdujo a un hombre veloz y de área como Iñaki Williams en busca del partido. Y Berizzo quiso responder con más de lo mismo. Introducía esta vez a Carles Planas por un Marcelo Díaz renqueante y físicamente al límite, una vez más, demasiado pronto. Y es curioso, pero basta que introduzcas a un defensa más para que te marquen el segundo tanto. Y así fue a los pocos minutos de realizarse el cambio celeste. Desde el suelo y ante una nueva "estatua" de un Sergio Álvarez nada atinado hoy, Raúl García hizo el segundo. El mismo Raúl García que con una amarilla desde el final de la primera mitad, se pasó protestando toda la segunda cada forcejeo y caricia, por leve que fuese, y terminó el encuentro sin mayores problemas. Tampoco parecieron reseñables los "recados" de un Iturraspe arrepentido a un Tucu fuera de sí ante cada codazo del vasco en los balones aéreos. Así murió el encuentro. Guidetti entró para intentar arreglar el desaguisado a falta de 8 minutos, y cómo es lógico poco pudo hacer salvo un breve arreón final celeste en el que se obró con más corazón que cabeza y ya con escasas esperanzas de sacar algo positivo. Además, el descuento de 3 minutos decretado por el trencilla se saldó en un saque de puerta de Iraizoz que se demoró más de 50 segundos y una falta que los bilbaínos tardaron otro tanto en botar.

Al final, victoria con remontada incluída para un Athletic que supera a su rival en puntos y en golaverage, algo que se antoja vital para este tramo final de Liga. A falta de dos encuentros, los vascos dan un paso adelante por la 5ª plaza y no dejan de mirar hacia arriba a un Villarreal que pueden tener a sólo tres puntos si no consigue superar su envite de hoy ante el Valencia. Por parte visitante, incredulidad y enfado tremendo. La sensación de que no se sentenció el partido y que errores infantiles condicionaron una victoria que parecía en buen camino, duele. Y mucho, ya que el Celta ve como el Athletic toma la directa en la primera "final" de las quedan de aquí a la conclusión de la competición liguera. Pareció que el conjunto vasco supo jugar con esos intangibles que también dan puntos y ligas hoy en día ante una actitud infantil y pasiva del equipo gallego. Tocará seguir remando para no complicar una temporada que debe ser satisfactoria para el Celta.

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