Partido vibrante entre dos conjuntos que aspiran a lo más alto por historia y tradición futbolística. Ambas escuadras han iniciado el campeonato liguero con la ilusión puesta en el ascenso y bajo esa premisa se disputaron hoy, en la Nueva Condomina, tres puntos que se antojaban vitales en las aspiraciones de unos y otros. Los pimentoneros buscaban la cuarta victoria consecutiva como locales y los blanquiverdes, resarcirse de las últimas derrotas a domicilio y rememorar la victoria cosechada en Riazor. Tanto fue el cántaro a la fuente que en un partido táctico y con pocas ocasiones la diosa Fortuna sonrió a los murcianos en el último minuto con un penalti más que discutido que a la postre daría el empate final a dos tantos.

Tanteo futbolístico

Una primera mitad  algo insulsa y poco reseñable dio como fruto un inesperado devenir. Los locales y visitantes pudieron adelantarse a lo largo del primer cuarto de hora, pero el poco acierto de cara a gol o, mejor dicho, las meritorias intervenciones defensivas mantuvieron el marcador inicial a pesar de los esfuerzos cordobesistas por doblegar al segundo de la clasificación. Un desconocido Xisco, tónica habitual en lo que va de campaña, no conseguía abrir la trinchera pimentonera.

La premisa de ambos entrenadores, Julio Pineda -quien vio el encuentro desde la grada- y Pablo Villa, fue clara. Posesiones largas y evitar, a toda costa, que el rival se adueñara del balón. Sin embargo, cuando el esférico corría en las botas blanquiverdes se pudo apreciar mayor peligro, aunque, salvo una ocasión lejana de Pelayo que zanjó sin problemas Casto, los guardametas vivieron plácidamente el transcurso de los primeros cuarenta y cinco minutos reglamentarios.

Reacción

El descanso revitalizó a los murcianistas. Con un equipo sin cambios y más volcados al ataque, los hombres de Julio Pineda buscaron con ahínco la portería rival. Avisaban los locales del peligro, he ahí que Saúl Berjón, en combinación con el punta Kike, disparara con claro peligro a la meta defendida por el vasco Saizar. Pero no podría ser de otra forma que mediante una pelota a balón parado llegara el primer tanto del choque. Falta botada por Saúl Berjón que cabecea Truyols para que Dos Santos anote de volea. Las jugadas de estrategia están siendo, sin duda alguna, el gran foco goleador en este arranque liguero.

El acierto rematador del argentino Dos Santos, dos minutos después, se tornó en desacierto al cometer infracción dentro del área. Pelayo, uno de los mejores jugadores del partido, cabeceó y el balón golpeo en las manos del defensor argentino. No dudó el colegiado. Penalti. Nuevamente sería Carlos Caballero el encargado de materializar la pena máxima. Tras las ocasiones marradas por el balear Xisco, el madrileño ha tomado la iniciativa desde los once metros y, desde hace unas jornadas, es el responsable del equipo en estas acciones. Dicho y hecho, gol para respirar.

Caballero, en estado de gracia y respaldado por su entrenador, cinco minutos después volvió a ser protagonista. El mediocentro, con un disparo desde la frontal y con mucha fe, logró anotar el segundo para dejar el marcador momentáneo en 1-2.

Polémica

Los murcianos, a partir de entonces, se armaron de coraje y buscaron en diferentes ocasiones la igualada. Kike, Álex Martinez o Iván Moreno marraron distintas ocasiones y cuando parecía que el resultado sería inamovible, Arcediano Monescillo decretó penalti en el área cordobesista por una infracción de Luso Delgado ante Kike. Acción que generó muchas dudas como así atestiguó el técnico cordobesista en rueda de prensa post partido. Y como se pitó, se lanzó. Tal como se cuenta, el murcianista Kike lanzó a la derecha de Saizar y firmó el 2-2 a final que visto lo visto, no contenta ni a propios ni a extraños.