Las aspiraciones por disputar la máxima categoría del fútbol español nuevamente se dejaron para el año siguiente. El nefasto cierre de la temporada 2012-2013 y el dubitativo inicio de la presente han evocado en una decepción más entre los seguidores albiverdes. De todas maneras, el repaso al año cordobesista obliga a no olvidar el choque frente a los azulgranas en Copa del Rey, la llegada de un histórico del balompié al banquillo califal (Juan Eduardo Esnáider) o los habituales rifirrafes entre mandatarios e hinchada.

Sin embargo, cada temporada se sobrepone a la anterior y con trece caras nuevas, los blanquiverdes pelearán un año más por alcanzar la máxima categoría. Comandados por un gladiador puesto en duda, los goles de Xisco, la sobriedad de Saizar y la seguridad de Fran Cruz deben ser suficientes razones como para ser optimistas y mantener la confianza en un proyecto joven y con carencias, pero con la máxima ilusión en conseguir el reto propuesto por todos.

Primer trimestre: racha ascendente y viaje regalo

Tras cerrar 2012 con una inesperada derrota ante el Recreativo de Huelva y con una dinámica algo irregular, el año futbolístico no pudo tener mejor comienzo para el equipo albiverde. Visitar el Camp Nou en Copa del Rey tras haber eliminado a la Real Sociedad y con un resultado adverso traído de El Arcángel (0-2), presagiaba una noche repleta de ilusiones. Más allá del abultado resultado final (5-0), la afición cordobesista recordará con gran cariño el multitudinario viaje que centenares de cordobeses y cordobesas realizaron hasta la ciudad condal. En el olvido tampoco caerá el famoso video promocional de #LaCopaMola protagonizado por el máximo mandatario, Carlos González.

El mercado invernal trajo consigo salidas y llegadas notorias. José Manuel Fernández puso rumbo hacia Zaragoza para disputar la 'Liga de las Estrellas'; se oficializó la continuidad de Carlos Caballero hasta 2018 y se fichó a Paulinho, quien se definió a sí mismo como “el nuevo Messi”; aunque sin duda, la mejor incorporación posible sería la del balear Xisco Jiménez, procedente  del Newcastle. El delantero mallorquín aterrizó con un contrato de seis meses y pronto se hizo con el cariño de los suyos, a pesar de necesitar un tiempo para su recuperación.

A nivel deportivo, en competición regular los andaluces comenzaron con un gran sabor de boca. Victorias ante Numancia, Murcia, Racing de Santander y Lugo, así como los empates frente al Mirandés, Elche y Alcorcón, acercaron el propósito de disputar el playoff de ascenso. No obstante, Girona sería el punto de partida de todos los males. El cuadro catalán derrotó al equipo de Rafael Berges, lo que supuso el inicio de tres derrotas consecutivas, haciendo titubear el proyecto califal. Los holgados triunfos como locales ante el Almería (4-0) y Sabadell (3-0) no resultaron ser más que un espejismo, puesto que los andaluces volverían a las andadas de la derrota en el Alfredo di Stefano.

Segundo trimestre: truenos y relámpagos

En rueda de prensa, todo aquel jugador albiverde que fuera protagonista parecía tener un guion preestablecido al crearse dos pautas inequívocas: unión y esperanza. Pronto comenzó a fraguarse la estabilidad en forma de resultados negativos. Fuentes y López Silva no deshojaban la margarita y su continuidad en el club se ponía en entredicho. El canterano, no en vano, escuchaba cantos de sirena de Primera; el onubense, por su parte, se mostraba enigmático al no esclarecer cuál sería su preferencia.

Armando, Abel, Cristian o Rennella fueron algunos de los protagonistas por sus comparecencias. Mientras el italiano confiaba en retornar a la senda del triunfo, Cristian apostaba por alcanzar los 50 puntos y calmar el temporal.

Sin embargo, más allá de los pésimos resultados cosechados, la principal noticia y novedad en el trimestre fue la destitución de Rafael Berges. El cordobés, fruto de la mala racha, pondría fin a su relación dejando al equipo muy cerca de los puestos de playoff (novenos y a siete puntos de la sexta plaza a falta de nueve partidos). En su lugar llegaría Juan Eduardo Esnáider. El argentino pronto fue tremendamente discutido. No en vano, siempre fueron criticadas las vías por las que aterrizó a Córdoba.

Mientras a día de hoy se sigue discutiendo si el marplatense vino de la mano de Alfredo Duro o de Toni Muñoz, la realidad marca un panorama desolador como trayectoria en los bancos. Hasta el momento su experiencia se resumía en conducir a unos jóvenes jugadores del Real Zaragoza, con mayor o menor acierto. Esnáider prometió un Córdoba ganador a su llegada, reconociendo que “la pelea es el ascenso”.

Con la confianza del club (firmó hasta junio de 2014) y el voluntarioso ejercicio de sus acciones, la consecuencia lógica dada su trayectoria (dos victorias, un empate y seis derrotas) provocaría su cese como técnico. El desenlace fue de lo más rocambolesco. Idas y venidas produjeron que el entrenador entrase en disputas con la directiva por no dejarle realizar sus funciones y estos no vieron otro fin que el cese de la relación que les unía con la idea de garantizar un año más el ansiado ascenso a Primera División.

Rutilante fue la salida de Alfredo Duro en el mes de abril del Córdoba CF. En un breve comunicado andaluz, se alegaron cuestiones personales y profesionales del director de comunicación y contenidos. No obstante, su salida se produjo tras el enésimo incidente de Duro en las redes sociales (utilizó la cuenta oficial del Córdoba CF en Twitter durante el choque de semifinales de la Champions League entre Bayern de Munich y FC Barcelona mofándose de los azulgranas), las continuas broncas con aficionados y demás quehaceres mostraban un destino lógico, como así resultó.

Tercer trimestre: convulsión e ilusión renovada

Las malas sensaciones en el último tercio de Liga y su posición en la tabla clasificatoria (14º) hacían prever muchos cambios en la plantilla. El primero de ellos fue el del entrenador. Tras su exitosa temporada a las órdenes del filial, Pablo Villa daba el salto al banquillo del primer equipo, una designación que por lo general sentó bastante bien a los exigentes aficionados blanquiverdes. Tras ello, se produjo un gran número de bajas en la plantilla durante los meses de verano, la mayoría de ellos para reforzar a rivales de la categoría.

Así, dos de los pesos pesados como Alberto García y López Garai pusieron rumbo a Gijón para unirse en el Sporting, Alberto Aguilar se unió a la Ponferradina, Cristian García y Kiko Olivas, al Sabadell y Gaspar acabó recalando en Miranda del Ebro. Además, otros jugadores abandonaron la disciplina blanquiverde para probar suerte en la máxima categoría, como Fuentes (Espanyol), Dubarbier (Almería) y Fede Vico, el único jugador que dejó dinero en la entidad, fichando por el Anderlecht belga. A ellos hay que sumar el fin de las cesiones de Rennella, que fichó por el Betis para reforzar al Lugo como cedido; Joselu, que se fue al Recreativo; y Seoane, que volvió al Deportivo de La Coruña.

Con todas estas salidas, la plantilla quedaba bajo mínimos y solo se mantenían de la misma Sáizar, Armando, Fran Cruz (que subía del filial), Caballero, Abel, López Silva, Pedro y Xisco, que tras acabar su contrato en junio volvió a firmar por el club cordobés.

Por ello, llegaron hasta trece incorporaciones para completar la plantilla. Juan Carlos arribó del Hércules para reforzar la meta; Campabadal ponía fin a su aventura inglesa, y junto a Janse, del NAC Breda, firmaban para ocupar el carril diestro de la defensa. En el puesto de central llegaba un jugador con experiencia en la categoría como Iago Bouzón; y para el lateral izquierdo, Samu de los Reyes y Raúl Bravo fueron los elegidos.

En el mediocampo, Luso fue el hombre que venía para ocupar el hueco que había dejado la marcha de López Garai, mientras que Pelayo aterrizaba en Córdoba en calidad de cedido por el Elche. Un jugador prometedor como Joselu, procedente del Almería B, reforzaba la banda derecha, mientras que en los últimos días de mercado se hacían oficiales los dos fichajes más esperados, como fueron los casos de Germán Pacheco y Ulises Dávila. El mexicano, cedido por el Chelsea, protagonizó el culebrón del verano en el Arcángel.

Para la delantera, además del mencionado Xisco, el club realizó dos apuestas arriesgadas. La primera, con Benja, quien tenía una lesión en el ligamento cruzado anterior de su pierna derecha y del que aún no se sabe fecha para su vuelta a los campos; y en segundo lugar, Strahman, un delantero espigado procedente de la segunda división mexicana.

Plantilla corta la que le quedaba a Villa, con 20 jugadores para afrontar una larga temporada, con la idea de tirar de hombres del filial, que había ascendido a Segunda División B, si fuera necesario. Y así se llegaba al comienzo de Liga en el mes de agosto, donde el Córdoba se estrenaba en casa, ante la Ponferradina, partido que acabó con victoria en el tiempo de prolongación gracias al gol de Strahman. La semana siguiente el equipo saldría victorioso de Riazor gracias a un tanto de López Silva tras una acción de estrategia.

El Córdoba terminaba agosto con dos victorias en dos partidos, y con motivos para creer en el objetivo del ascenso. Se podía ver un bloque sólido en defensa, con un equipo bien conjuntado y que aprovechaba sus opciones en ataque.

En septiembre el equipo comenzó con un empate en casa ante el Alavés, y vería cómo su rendimiento descendía a domicilio, tras caer derrotado en Ipurúa y empatar a cero ante el Real Jaén. A pesar de ello, con las victorias en casa ante el Numancia y el Girona el equipo seguía en los puestos altos de la tabla, y finalizaba el mes segundo con 14 puntos, solo por detrás del Recreativo de Huelva.

Cuarto trimestre: mismas dudas, mismos problemas

Las dificultades económicas no permitieron conformar el equipo según las preferencias de Villa y la verdad, el conjunto no parecía convencer a la afición. Pero por increíble que parezca, un amistoso contra el Levante bastó para enchufar a la que meses más tarde sería elegida la mejor afición de España. Por Córdoba se contaban ya los días para recibir a la Ponferradina en el Nuevo Arcángel en una noche que depararía un final épico con gol de Strahman en el descuento. Y una semana después el equipo volvía con los tres puntos de Riazor. El inicio no podía ser mejor.

Pero no todo sería tan bonito. Tras ocupar los primeros puestos de la tabla durante las primeras jornadas, llegaron las derrotas; y los más impacientes sacaron la calculadora y comenzaron a hacer cuentas. Quintos, sextos, séptimos... y hasta decimocuartos llegarían a estar los blanquiverdes, pero la directiva seguía confiando en disputar el playoff. El juego empeoró hasta el punto de ceder la pelota al rival en numerosas ocasiones, logrando victorias por la mínima y con la suerte de los penaltis, que por fin sonríe en la ciudad califal.

Derrotas frente a rivales directos marcaron el descenso en la tabla hasta el punto de conseguir cuatro puntos de quince posibles. A todo esto hay que sumarle finales agónicos como el del Sporting en casa o contra el Zaragoza en La Romareda, dejando escapar cinco puntos vitales. Ilusionados llegaban al Alfredo di Stefano tras la victoria por la mínima ante el Tenerife, pero los merengues tenían preparado un severo correctivo para cerrar el año del Córdoba CF; que llega al parón navideño con veintiséis puntos que le mantienen como decimosegundo clasificado de la categoría de plata, muy lejos del objetivo.

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