Era un calurosa tarde en Córdoba en pleno final de Semana Santa. Una semana de penitencia en la que muchos cofrades sufrieron pero tuvieron momentos de alegrías y lágrimas. Día previo a la resurrección de Jesús. Pues bien, el Córdoba hizo pasar a los blanquiverdes un día más de penitencia, día de lágrimas y nada de alegrías y donde la resurrección está más que lejos y no tiene pinta de que vuelva a suceder.

Viejo es ya el dicho de que una buena defensa es el mejor de los ataques pero, en el fútbol moderno de hoy en día, esto no garantiza nada. Romero apostó por la seguridad, el trabajo, el orden y jugar a lo fácil y si encima tienes errores claves, lo acabas pagando. El entrenador sevillano apostó por un once con un ya asentado de nuevo Juan Carlos. Ante las numerosas bajas en defensa tras la más que discutida actuación del colegiado Velasco Carballo en Anoeta donde expulsó a tres jugadores, Romero dispuso sobre el césped a Gunino, Crespo, Krihn y Edimar. Una vez más dejaba fuera a hombres importantes para Djukic como Deivid y Campabadal. Con Zuculini por delante de la defensa como hombre ancla del equipo y Abel y Borja a sus costados ayudándole a la salida de balón. Bandas para Bebé y Fidel y en punta el combativo Florin.

Las claves del sistema

Se pudo ver como el sistema era muy parecido al 4-1-4-1 que solía utilizar en el filial blanquiverde aunque con varias variaciones. A lo largo del partido se vio un equipo quería el balón, que intentaba jugar el balón desde atrás con mucha circulación de balón entre Zuculini, siempre muy participativo, y los dos centrales pero, como ya dijo Guardiola en numerosas ocasiones, mover el balón de un lado a otro sin avanzar es inofensivo y perder el tiempo. Zuculini tocaba a un lado y a otro y el balón le volvía a él y, cuando Mandzukic y Griezman prersionaban de forma inteligente, el balón para Juan Carlos y pelotazo o pérdidas de balón como la sucedida en el minuto 4 que costó el primer tanto a los cordobesistas.

Zuculini tocaba a un lado y a otro y el balón le volvía a él

Tan solo Borja García se acercaba a pedir el balón y llevarlo hacia adelante. De hecho, Borja fue de los más activos de los blanquiverdes sobre el terreno de juego pero no estuvo todo lo acertado que debía. Por tanto, el juego del Córdoba era muy previsible y claro, ante todo un Atlético de Madrid curtido en mil batallas y un estratega del calibre de Simeone, un correcto y suficiente juego de los colchoneros les bastó para anular al colista y llevarse tres importantes puntos. 

La idea del Córdoba era clara, bascular hasta abrir a los laterales que combinaban con los bandas Fidel y Bebé y buscarse la vida. Siempre había dos resoluciones tan repetitivas como inofensivas: centro de Edimar sin remate o disparo/ "centro" de Bebé a las nubes. Así se llegó al descanso, con 0-2 en el marcador.

La segunda mitad tiene una lectura muy evidente y fácil de vislumbrar. Entrada de Ghilas, Fede Cartabia y Heldón a la desesperada pero el equipo estaba totalmente abatido, sin alma, sin ideas, a remolque y tirando de individualidades. Se encontró la portería de Oblak en un par de ocasiones pero poco más y así se llegó al final del encuentro. Romero tendrá que trabajar mucho para sacar algo positivo en lo poco que queda de liga. Lo más importante, actitud y juego ofensivo.