Todo el mundo daba por hecho que era un encuentro muy difícil para el conjunto andaluz. Ya lo decía José Antonio Romero en sus declaraciones previas al encuentro, pero lo que nadie podía imaginar era que fuese a ser tan fácil para los colchoneros. El actual campeón de liga se presentó al Arcángel con la mentalidad de solventar el partido lo antes posible. Y entre la calidad que tienen los jugadores de ataque y los numerosos regalos defensivos que concede el Córdoba, en apenas dos jugadas sentenciaba el encuentro. El resto del partido, los pupilos de Simeone jugaron a no complicarse la vida y que pasase el tiempo sin cansarse mucho.
El regalo de Zuculini
El Arcángel presentaba una magnífica entrada, rozando el lleno, y con la ilusión de ser "matagigante" por un día y reengancharse a la lucha por la salvación. Pese a ser colista de la clasificación, cualquiera diría que se estaban jugando el título. Pero la situación era bien distinta, sobre todo con las numerosas bajas en defensa (propiciadas por las numerosas sanciones en el último encuentro) que daba como resultado el ver a Khrin formando de pareja de centrales con Crespo o ver en el lateral izquierdo a Edimar, del cual no se sabía nada desde hace meses.
Por desgracia, el partido fue mucho más corto. Corría el minuto tres de partido y un error infantil de Zuculini permitía a Griezmann anotar el primer tanto. Auténtico jarro de agua fría para todo el estadio, que una vez más veía esfumarse las opciones de puntuar.
Los siguientes minutos fueron algo extraños. Romero cumplió con lo que dijo en la rueda de prensa, y el Córdoba salió a dominar el encuentro. Tenían la posesión de balón y la llevaban de un costado al otro. Lo que no sabían era que el control del juego lo llevaba el Atlético de Madrid. Con su clásico 1-4-4-2 esperaba replegado en su campo, andando literalmente, a que el conjunto califal hiciese lo que podía para hacer daño al contraataque.
La pizarra de Simeone y la pasividad blanquiverde
El Atlético de Madrid llegaba una y otra vez con peligro. Además, Juan Carlos no estaba precisamente seguro (nunca lo ha estado en toda la temporada) y la afición se empezaba a poner nerviosa. En toda la primera mitad no dispararía a portería ni una sola vez el Córdoba CF. Pero no solo eso, sino que en un saque de banda, tras peinarle un atacante rojiblanco llegaría solo Saúl para apuntillar aún más a los locales. De la forma más simple que puede existir, el conjunto madrileño se iba al descanso con el cero a dos.
El mismo cuento de todo el año. Los equipos llegan al Arcángel y andando se llevan los puntos. O bien porque el Córdoba le regala los goles, como en este caso, o porque directamente andando son capaces de dominar. La afición pitaba en el descanso. Y no podía ser de otra forma. Pese a ser colista y llevar nueve derrotas consecutivas, no volvía a fallar a la cita y llenaban el Estadio. Pero si no se ve contestado al menos en una pequeña parte, es normal que llegue el nerviosismo.
Cuarenta y cinco minutos sin novedades
Durante la segunda mitad el guión fue muy parecido. El Atlético de Madrid tuvo el señorío y respetó la situación más que extraña que se vivía en el terreno de juego, y no atacó con la fuerza que hiciera en otros encuentros, a sabiendas del daño que podían hacer en un Córdoba muy herido. Romero introdujo a Cartabia y Ghilas pero no estuvieron metidos en el partido en ningún momento.
Mientras que se jugaba el partido sobre el terreno de juego, sin ocasiones por ningún lado, la afición se entretuvo en criticar a la directiva y personalmente en el máximo mandatario, Carlos González. Pero no solo la tuvieron con los del palco, sino que los jugadores también tuvieron lo suyo. Los cánticos habituales en estas situaciones se sucedieron unos tras otros. Mención especial merece Juan Carlos, al que la grada le recriminó varias actuaciones en las que no estuvó muy acertado.
José Antonio Romero intentaba tranquilizar a los suyos, que debido a la gran tensión que se respiraba en el ambiente, fallaban en acciones tan sencillas como controles o pases de cinco metros. La única diversión la encontraron los aficionados rojiblancos de tierras andaluzas que se acercaban lo máximo posible en busca de camisetas y fotos de sus ídolos. Además, destacar la ovación de la grada a Fernando Torres a su entrada, debido a lo que ha dado con la Roja, sobre todo con el gol en aquella final de la Eurocopa ante Alemania.
Y con esto, se terminaría un partido sin historia, donde el Atlético de Madrid se llevó los tres puntos con el mínimo esfuerzo posible y deja hundido al Córdoba CF de Romero, que tendrá que reponerse lo antes posible, ya que el miércoles disputa un trascendental encuentro ante un rival directo como es el Deportivo de la Coruña.