Retornaba el Deportivo a Riazor y lo hacía con la firme intención de echar abajo todas las dudas surgidas acerca del rendimiento de la plantilla blanquiazul a la hora de mostrarse como un conjunto fiable en su feudo. El encuentro de hoy ante el Zaragoza parecía una buena piedra de toque para calibrar en qué medida se plasmaba este propósito de mejora, pero los hombres de Fernando Vázquez volvieron a evidenciar que su talón de Aquiles desde el inicio del curso, el balón parado, sigue haciendo estragos a la hora de afrontar sus partidos.

Sin embargo, la principal preocupación volvió a ser, una vez más, la falta de fluidez en ataque. La implantación del sistema 4-1-4-1 parecía haber solucionado, en parte, el debate sobre la ubicación ideal de Culio, pero tampoco fue así. El argentino participa más en el juego, pero lastra a un Juan Domínguez que donde verdaderamente aporta soluciones es como mediocentro puro. El centrocampista de Pontedeume ha visto cómo su mejor versión se ha frenado con su inclusión en una posición donde se necesita llegada.

Debido a la ausencia de automatismos en la parcela ofensiva, la efectividad que a menudo también se ausenta del césped de Riazor fue hoy la salvación de un Deportivo que mereció mejor suerte. Borja representó bien ese espíritu y sumó una diana más a su cuenta particular, el último de los dos goles que han anotado los herculinos en los cinco partidos disputados en casa.

La primera parte, con oportunidades para ambos equipos

No obstante, no todo es estadística. El conjunto blanquiazul mostró una mejoría en su juego que suele diluirse a la hora de llegar al área contraria. Este Deportivo vive a base de ráfagas, y Paco Herrera supo leer esto antes del partido. Con la ausencia de Paglialunga y Acevedo, el técnico barcelonés dio entrada al sempiterno Movilla y a un jugador más posicional como José Mari en el doble pivote. Ambos fueron la sombra de Juan Domínguez y Culio durante casi todo el encuentro. Buen movimiento táctico de un Herrera que, sin embargo, no buscó el tú a tú y se encomendó al talento de Víctor Rodríguez y a la verticalidad -hoy más intermitente- de un buen jugador como Paco Montañés.

Las ocasiones se sucedieron para ambos equipos tras un inicio donde el Deportivo buscó mantener la posesión y llevar la iniciativa. El paso de los minutos dejó buenos movimientos de Borja Bastón y las arrancadas de Laure desde el lateral diestro. Las acometidas del Zaragoza fueron frenadas por Lux, que salvo algún detalle puntual volvió a cuajar un buen partido.

Así se llegó al ecuador del encuentro, con la nota negativa de la expulsión de Fernando Vázquez y la electricidad de movimientos del colegiado balear Sureda Cuenca, que mostró su agilidad y buen hacer a la hora de sacar las tarjetas de su bolsillo, dando al partido una tensión innecesaria para el transcurso del juego.

El Deportivo tiró de casta en los minutos finales

El paso por los vestuarios dio salida a un Deportivo más valiente a la hora de buscar el área contraria. Este esfuerzo fue personificado en particular por el polaco Cézary Wilk, que además de cuajar nuevamente una buena actuación como ancla en el mediocampo dejó buenos detalles a la hora de crear juego y cortar el avance rival.

Aun así, como todo aficionado del Deportivo ha comprobado de un tiempo a esta parte, disfrutar los noventa minutos de un partido de los herculinos implica hacerlo con el tensiómetro a mano, y esta vez no fue menos. Cuando mejor estaban los jugadores blanquiazules llegó el gol de Víctor Rodríguez. Un saque de esquina fue prolongado por Álvaro, que facilitó que el talentoso futbolista catalán enviase el balón a la red.

A partir de ahí, el caos. Tras la expulsión de Luisinho, el Deportivo cercó el área de Leo Franco y se encomendó al orgullo de jugadores como Culio y al oportunismo en el área de Borja Bastón. Ambos fabricaron el gol del empate cuando el partido llegaba a sus últimos compases. Falta botada magistralmente por el mediapunta argentino que es repelida por el larguero, y el ariete madrileño no desaprovechó la oportunidad de devolver las tablas al marcador. Así es la Liga Adelante, una competición de 42 partidos donde el resultado pega un vuelco en apenas unos instantes. Hoy, el postrero tanto de Borja devolvió una sonrisa parcial a Riazor, pero sonrisa al fin y al cabo. La competición sigue su curso.