Las palabras son la firma de la razón, constituyen un elemento útil para narrar todo aquello que se puede suponer y se conforman como creadoras de imágenes en la mente de las personas. Desde el corazón, el lenguaje parece no ser suficiente para describir lo que no pasa por la mente, sino que fluye desde la parte más instintiva del ser humano.

Desde el corazón, el lenguaje parece no ser suficiente para describir lo que no pasa por la mente

El Fútbol, la "caja de Pandora" en la que prácticamente todo tiene un significado y manifestación máxima de que la pasión o la rabia son conceptos tan antagónicos como instintivos. Está dotado por el capricho y elige aleatoriamente momentos para transcender y convertirse en algo más que un juego para rozar el Arte o, en estado sumo, la Magia que inicie la puesta en marcha de la maquinaria más potente al servicio del hombre, las emociones.

Cuando el Fútbol se disfraza de Magia roza lo imposible y se erige como el elemento motivador de uno de los ideales de la existencia, la felicidad. En este punto, las palabras vuelan y resulta prácticamente imposible narrar el torrente de sentimientos que genera la consecución de lo inalcanzable mezclado con orgullo, esperanza o satisfacción elevadas a la máxima potencia cuando se generan bajo el siempre atractivo "factor sorpresa".

Resulta prácticamente imposible narrar el torrente de sentimientos que genera la consecución de lo inalcanzable

El encuentro disputado por el R.C Deportivo y por el A.C Milan el 7 de abril del 2004 en Riazor en cuartos de final de UEFA Champions League, evidencia la fragilidad de los calificativos a la hora de dar imagen a algo que, por momentos, traspasa los límites de la realidad para enclavarse en el maravilloso mundo de los sueños, donde nunca se llega a distinguir del todo si lo vivido forma parte o no de lo real o si lo sentido es o no de naturaleza.

En el encuentro del que hoy se cumplen 10 años, la perfección es solamente un punto de partida y un ideal que pierde peso en favor de otros. La perfección en el juego es un medio para conseguir un fin, la victoria, que da lugar a otros olvidados por el resultadismo pero determinantes para aquellos muchos que conciben al Deporte Rey como otra forma de querer y a su equipo como un fiel amigo en lo bueno y en lo malo, por el que se siente y por el que se padece.

En aquellos 90 minutos de obra maestra, la cara es el fiel reflejo del alma y un retrato de cada deportivista resultaría más esclarecedor y con total seguridad, más fiel a la realidad de lo ocurrido que cualquier otro documento encargado de narrar algo inenarrable.

Un retrato de cada deportivista resultaría más fiel a la realidad de lo ocurrido

En cada retrato, la mueca que denota la sorpresa en un reverso imposible de Pandiani va dejando paso a los ojos abiertos cuando Albert Luque se adueña del asombro o cuando Fran apuntilla a los italianos para dar lugar al más puro e incontrolable de los sentires, la euforia.

Al final del duelo y de ahí para siempre, un retrato en el alma de todo amante del espectáculo y de todo romántico dado al disfrute de ver a David acabar con Goliat. Para todo deportivista, un canto a la esperanza y un momento de felicidad plena de los que crean identidad por unos colores. De cara al fútbol en general, una perla, un objeto de coleccionista, un partido que ya es Historia.

Para los que por momentos no confían en la plenitud de las palabras, una muestra para recordar de cuando el Fútbol se disfraza de Magia.