Deportivo y Tenerife empataron a un gol en un partido mayormente dominado por el conjunto de Fernando Vázquez, que vio como su a priori cómoda victoria se veía truncada por una mala decisión del de Castrofeito a la hora de hacer los cambios y por un penalti a Ayoze Pérez anotado por Ricardo. Con ello, el Dépor deja escapar una importante oportunidad de crear mayor distancia frente a sus perseguidores y de adelantar al Éibar por el liderato; mientras que el equipo canario se acomoda aún más en zona tranquila.

Y el comienzo del encuentro no pudo ser más favorable para los hombres dirigidos por Fernando Vázquez. Alberto Lopo, en el tercer minuto de juego y gracias a un saque lejano del chileno Bryan Rabello, remató a gol un buen balón al aprovecharse de un desajuste defensivo de los visitantes para colocar el 1-0 en el electrónico; y pudieron ser dos, si Álex Bergantiños hubiera ajustado un poco más un tiro desde fuera del área que acabó muy cerca del palo derecho de Roberto. La primera parte fue un dominio total y absoluto del conjunto deportivista, con un  equipo tinerfeño que permaneció adormilado y a la vez abrumado por los continuos acercamientos de su rival, solo esperanzado porque su joven estrella Ayoze inventara alguna maravilla que les metiera de nuevo en el choque. Así se llegaba al final de los primeros cuarenta y cinco minutos.

Los primeros minutos de la segunda parte no fueron sino un calco de lo vivido en el tramo inicial del partido: un Dépor atrevido y dominador frente a un Tenerife asustado que aguantaba las embestidas rivales como era posible. Fue un momento, una decisión de Fernando Vázquez, la que cambió el devenir de este encuentro: la entrada del pivote defensivo Wilk y de Marchena convirtieron el mostrado juego ofensivo de los blanquiazules en un sistema defensivo con el único objetivo de mantener el 1-0 que reinaba en el marcador de Riazor. No tardó nada el destino en mostrar el error que el de Castrofeito había cometido: un penalti provocado por la estrella tinerfeña Ayoze Pérez que posteriormente convertiría Ricardo lograba colocar el empate en un choque que iba a cambiar casi por completo. De un Deportivo tranquilo y con el partido medianamente controlado se pasó a una muestra de nerviosismo y mal juego atacante por parte del equipo local, y de eso se aprovechó el Tenerife, que aunque con menos éxito del esperado convirtió su juego en algo mucho más ofensivo. Acababan así los noventa minutos, con tablas y un Riazor algo mosqueado por el conservadurismo de su entrenador.

Con este empate, ambos equipos permanecen vivos en sus respectivas aspiraciones: el Dépor, vivo en la lucha por el ansiado ascenso, y el Tenerife por colocarse en la zona de promoción.

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