Un descenso nunca es plato de buen gusto. Supone, en la mayoría de los casos, una readaptación de plantilla en la que algunos permanecen para enmendar errores mientras otros "vuelan" para seguir compitiendo para mayores objetivos. Puede suponer también una coma, un punto y seguido o un punto y a parte en la relación equipo-afición, al significar uno de esos momentos clave en los que se valora si continuar o no alentando y en los que se demuestra si lo que se siente es conveniencia o pura fidelidad, que no entiende de divisiones ni de circunstancias.

Entorno mediático, plantilla, afición, momento de Club... Son muchas las circunstancias que rodean la planificación de una Temporada y todas influyentes en cada jornada o en el resultado final de la competición. El "clima" sobre el que se desarrollan los acontecimientos puede llegar a tener una determinación absoluta en la consecución del éxito, motivando hacia el equilibrio o creando situaciones de inestabilidad.

En el caso del Real Club Deportivo, la asimilación del descenso supone un caso particular digno de análisis. En dos de las últimas tres Temporadas, el equipo coruñés ocupa plaza en una Liga Adelante que, lejos de suponer un motivo para la desesperación o para el fracaso deportivo, supone un paso más de cara a un futuro más prometedor en lo futbolístico y un lazo de unión que refuerza todavía más los vínculos entre el equipo y su respaldo desde la grada.

Pese a que el curso 2013-2014 todavía no ha llegado a su fin y pese al común acuerdo de no dar nada por conseguido, este Deportivo huele a aquel otro que llegó a batir récords dos campañas atrás y no solamente por ocupar el liderazgo de la tabla, sino también en la manera de concebir el paso por una división que, tradicionalmente, no es la que le corresponde.

De cara a la parroquia deportivista, el ascenso se comienza a preparar en el mismo momento en el que se desciende. Lejos de ser concebido desde el miedo, la duda poco asoma incluso en los peores momentos, aquellos en los que el mismo Club roza la desesperación económica y en los que la plantilla se resiente en un inicio de competición marcado por la falta de efectivos que garanticen, a priori, competitividad en una división larga y exigente.

Poco a poco las dudas se disipan, el Club parece cobrar vida dentro de la todavía incertidumbre y el equipo se va paso a paso reforzando con criterio hacia una línea que deja entrever una pelea por un ascenso, objetivo que a principio de competición podría resultar lejano para un entorno, el deportivista, caracterizado por ser consciente de sus potencialidades y, sobre todo, de sus limitaciones.

Frente a otros casos de conjuntos tradicionalmente "de Primera" como los últimos descendidos Mallorca y Zaragoza, el Deportivo se afianza y roza su segundo éxito en una competición que se presumía olvidada tras más de veinte años de protagonismo en la BBVA.

En Mallorca, el artífice del éxito deportivista (José Luís Oltra) es destituído a mitad de competición para dar alas a un conjunto preparado desde el inicio para el ascenso pero que, a falta de ocho jornadas, no acaba de atinar objetivos al situarse actualmente más próximo al descenso que a puestos de Play-off.

En Zaragoza, la situación no cambia. Un Paco Herrera con experiencia en la categoría deja su sitio a un Víctor Muñoz que se estrena con derrota frente, precisamente, al Deportivo. El equipo maño ocupa la decimotercera plaza de la tabla e, igualmente que el Mallorca, se encuentra a seis puntos del Play-off y a cuatro del descenso.

Como conclusión a todo esto, en el aire si el límite que separa el éxito del fracaso en la Adelante atiende meramente a cuestiones deportivas o si el proceso de adaptación a la categoría es algo mucho más amplio que no depende directamente del rendimiento en el terreno de juego.

Lejos de establecer comparaciones con otros conjuntos como los dos citados, la experiencia del paso del Deportivo por la Segunda en los últimos tiempos deja un ascenso rotundo en 2011 y un paso por la categoría en la campaña actual que determina un equilibrio total entre el equipo y su entorno, aspecto que no lleva a otro lugar más que a plasmarse en resultados.

En lo objetivo, un equipo ajeno a crisis institucionales, un rendimiento por momentos por encima de las conocidas posibilidades y una relación sincera entre todas las partes que conforman el deportivismo. Lo más complicado, la creencia pase lo que pase en una única intención, un ascenso, logro de todos.

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