Cuatro días después de que Riazor volviese a vibrar con el que, posiblemente, ha sido el mejor encuentro del Deportivo como local esta temporada, las conclusiones y juicios prepartido de los aficionados, que inicialmente veían con cierto recelo la posibilidad de jugar con un doble pivote de corte más creativo, llegaron a un punto en común que, en cierta parte, da la razón a los que siempre quisieron ver a Juan Domínguez lejos de la línea de tres cuartos y sí en la medular.

Lo cierto es que el Deportivo mostró su mejor versión ofensiva ante el segundo equipo cuyo mediocampo ha logrado más goles de la categoría, sólo por detrás de la UD Las Palmas. Hasta ahora, el Recreativo ha anotado 21 de sus 47 goles gracias a los tantos de Montoro, Arana y Álvaro Antón, entre otros. Curiosamente, fue precisamente con las ausencias de Wilk –por sanción- y Álex Bergantiños –por lesión- cuando Fernando Vázquez, bien por necesidad o por convicción, dio salida a un trivote de corte íntegramente ofensivo, que a medida que discurría el partido pasó a ser un 4-1-4-1, con Juan Domínguez como único mediocentro por delante de la defensa, y tanto Juan Carlos como Rabello alternando las posiciones de volante y mediapunta en función del momento de juego.

Este detalle, nimio en su esencia, sí adquiere relevancia si atendemos a los numerosos cambios que Fernando Vázquez ha llevado a cabo a lo largo de la temporada. El Deportivo ganó ese 2-0 al Recreativo venciendo la batalla en el centro del campo, donde se pudieron ver atisbos de lo que ocurre cuando pones a jugar a futbolistas especiales. Se les suele llamar ‘los diferentes’. Así, entre las figuras de Juan Carlos, Rabello y Sissoko, emergió un Juan Domínguez que demostró que es tan posible ser ancla como timonel.

En su etapa como jugador en Boca Juniors, César Luis Menotti ya había puesto en práctica una de sus frases para el recuerdo, esa en la que explicaba que “se puede dejar de correr, o dejar de entrar en juego durante largos minutos; lo único que no se puede dejar de hacer es pensar”. Juan Domínguez nunca dejó de hacerlo. Ni siquiera cuando en su momento se quiso ver en él al futuro sustituto de Valerón por sus habilidades técnicas. Tras varios años de evolución posicional y crecimiento en su juego, el canterano deportivista sorprendió el pasado domingo a propios y extraños con su desempeño por delante de la defensa, donde dio una lección de cómo ganar los espacios al rival sin necesidad de correr largas distancias. La sensación que desprenden sus movimientos es que Juan Domínguez parece mejorar cuando más metros tiene por delante.

Pese a que su aportación defensiva aumentó notablemente con la llegada de Fernando Vázquez, Juan Domínguez mostró ante el Recreativo varios de los detalles que, a finales de la temporada pasada, ya hacían ver que su gama de recursos con y sin balón había crecido. Quizá por su figura espigada, su envidiable protección del esférico o por sus robos de pelota, algunos vieron en ese momento ciertas cosas de Sergio Busquets, quien, curiosamente, fue retrocediendo su posición con el paso de los años tras llegar a las categorías inferiores del Barcelona siendo delantero centro. Quizá también porque ese característico movimiento de peonza para liberarse de la presión y esas fintas en conducción que parecen detener el tiempo sobre el césped son de otra categoría.

A otros, sin embargo, esos cambios de orientación con la cabeza alta que a menudo efectúa el ‘10’ deportivista les llevan inevitablemente a pensar en Xabi Alonso, modelo a seguir en una faceta en la que Juan Domínguez mejoró ostensiblemente tras ponerse a las órdenes del técnico de Castrofeito, quien a menudo buscó en él –puede que erróneamente- esa llegada desde segunda línea y último pase que sí tiene Juan Carlos, otro jugador que ha encontrado en su propia paciencia el antídoto para esquivar las críticas de quienes no creían en él. Quizá como en su momento pasó con Juan Domínguez, hoy comandante de una nave que, en el tramo decisivo del curso, parece haber encontrado el rumbo a Primera.