Si algo existe en la memoria de todo deportivista son efemérides o momentos para el recuerdo. Más de 100 años de existencia pueden llegar a otorgar la virtud de caminar por encima del tiempo, poseer un amplio repertorio de anécdotas, enseñar desde la experiencia o caer en la cuenta de que a veces las coincidencias existen. Dentro de estos más de 100 años y de una Historia extensa construida sobre lo bueno y lo malo, una anécdota concluye en moraleja y como si de un cuento se tratase, nos enseña a ver que hay caminos que se cierran como se comienzan.

Aalborg BK, primer y último rival en competición europea

Después de haber crecido de la nada, de haber sorprendido a toda la España futbolística, de haber creado simpatías y nuevos aficionados y de haberse ganado un hueco en el corazón de todo aquel romántico creyente en el poder del humilde, el RC Deportivo para unos, el “Coruña” para aquellos que miran de reojo, el Dépor para la mayoría y el SúperDépor para los que lo hacen desde el cariño, comienza una nuevo camino reservado para aquellos que han obtenido el privilegio de disfrutar del buen trabajo obtenido en la competición doméstica, disputar la Copa de la UEFA. Es un camino exento de presiones de victoria y fundamentado en la satisfacción de ver a un escudo, a una entidad y a una ciudad entera paseándose por un mapa futbolístico europeo que parece grande pero que, cosas que enseña la experiencia centenaria, al final pudo haber resultado pequeño.

Un 14 de Septiembre del año 1993, un Deportivo avalado por un trabajo encomiable en una Liga Española todavía justa en la que era grande aquel que se lo había ganado, viaja a tierras danesas para comenzar lo que todavía ni se llegaba a suponer en aquel entonces.

El rival es también un pequeño club de una pequeña ciudad costera de Dinamarca. El Aalborg BK inspira cuanto menos el miedo a lo desconocido y un Arsenio Iglesias de todo menos confiado, viaja a tierras danesas con aquella alineación de carrerilla salvo las ausencias obligadas de Mauro Silva, Bebeto y Ribera. El nuevo SúperDépor se pierde en las diminutas dimensiones del Aalborg Stadium, se agarrota en las frías temperaturas danesas y prácticamente el balón no rueda en un ir y venir de patadas a seguir de unos semiprofesionalizados jugadores daneses que, oficinistas o carpinteros en turno de mañana y futbolistas en turno de tarde, amargan con un golpe franco el ansiado estreno europeo del Deportivo.

14 días más tarde, el viejo Riazor se enfunda por primera vez un vestido de noche en unos dieciseisavos de final UEFA. Sobre el tapete de nuevo el once de carrerilla ahora sí con el factor determinante, José Roberto Gama de Oliveira y su pareja de baile Claudio Barragán. Entre los dos deshacen a un Aalborg al que se le viene todo grande pese a aguantar los primeros 45 minutos con la eliminatoria igualada con un tanto del brasileño. En una segunda mitad bordada, otros dos tantos de Bebeto y dos más de Claudio sellan el inicio de una buena retahíla de noches europeas de ensueño.

En esa edición de Copa UEFA 93/94, el Aston Villa es el primer “grande” batido, el Villa Park el primer gran escenario conquistado y el Eintracht Frankfurt la primera en la frente. Aquel periplo europeo se acaba en cuartos de final con la cabeza alta.

De nuevo coincidencias

Desde aquello, más de 16 años para que Aalborg y Deportivo se volviesen a ver las caras en competición continental y un mundo de por medio. Un conjunto coruñés que dejó de ser una sorpresa para convertirse en realidad, que dejó de ser un humilde simpático para pasar a ser una real amenaza, campeón de Liga y Copa, semifinalista en Recopa de Europa, cabeza de serie en Champions League, semifinalista, grande de Europa… Un conjunto danés de igual manera a años luz de aquel del 93, balón en el suelo, ritmo, presencia europea y ni rastro de carpinteros ni oficinistas, sino futbolistas internacionales, potentes y determinantes.

La cita de igual manera en dieciseisavos de final de una renovada Copa de la UEFA, competición que “paga el pato” de la intentona del máximo organismo europeo en materia fútbol al dotar de todavía más prestigio a la Champions en detrimento de una nueva Europa League que no es otra que una UEFA venida a mucho menos. Ya no es la gran competición del 93, es la Copa del consuelo para los eliminados Champions, el premio del “campeón” Intertoto, el galardón del juego limpio europeo y una culminación agridulce de temporadas fiasco de los conjuntos punteros de las grandes Ligas continentales.

Para el Deportivo supone una eliminatoria poco transcendente dentro de una temporada 2008/2009 en terreno de nadie en Liga y navegando por Europa con la sensación que puede que sea común en Europa League, la de añoranza de momentos Champions.

El conjunto de Miguel Ángel Lotina se planta un 18 de Febrero de 2009 en un estadio que no tiene que ver con aquel de hace 16 años ante un conjunto que tampoco se asemeja nada a aquel de antaño, conjunto que viene de Champions y al que si se le dan espacios determina como dicta el resultado final, tres tantos a cero y la eliminatoria resuelta en Aalborg.

Para la vuelta, Riazor posee más experiencia y el vestido de noche se queda en el armario. Sobre el verde un equipo de circunstancias reinventado con defensa de cinco al puro estilo Lotina, armado atrás para la salida pero excesivamente dependiente de un Juan Carlos Valerón desasistido y huérfano de a quién asistir. Obviamente Rodolfo Bodipo y Omar Bravo no son Claudio ni Bebeto y aquella noche mágica del 93, la primera de tantas, se convierte en la última de todas, la última noche europea del Deportivo hasta el momento. En el marcador, un tres a uno rozando el ridículo y la impotencia.

Cinco años se cumplen hoy 26 de Febrero de aquel encuentro en Riazor, una efeméride más en esta historia centenaria de la que se comenzaba hablando en el inicio y un ejemplo de que hay cosas que acaban como comienzan. Fuera añoranzas y sentimientos pesimistas, el pasado supone la forja del presente y los cimientos del futuro.