39 años después de su último encuentro en la ciudad amurallada, Deportivo, Lugo y sus respectivas aficiones volvieron a legar imágenes para el recuerdo del fútbol gallego. No fue un partido cualquiera. Dejando a un lado el resultado final, las calles que conducen al Anxo Carro fueron un punto de conexión entre camisetas blanquiazules y rojiblancas que se mezclaron entre sí. Entre ellas destacaban dos: las que portaban el dorsal número 11 del Lugo –el del capitán, Manu Rodríguez- y las que mostraban el número 28 del Deportivo. El de Pablo Ínsua, un chaval de apenas 20 años que se ganó la titularidad en la primera jornada de Liga y, desde entonces, sólo la soltó puntualmente y por causas ajenas a su rendimiento.

Entre esas camisetas de Ínsua presentes en los aledaños del estadio había una muy especial, la que portaba su propio hermano, presente junto a los padres de ambos en un partido en el que, nuevamente, Ínsua volvió a cuajar una gran actuación. Más allá del tanto que supuso el 0-2 para el Deportivo –y el tercero del canterano deportivista en este curso-, el joven zaguero arzuán volvió a ganar la mayoría de sus duelos individuales y, aunque a cuentagotas, dejó alguna salida de la cueva al más puro estilo Naybet, precisamente el ídolo futbolístico del actual káiser de la defensa deportivista.

Ínsua gusta, y mucho, por varios motivos. El primero, porque su crecimiento ha ido en dirección paralela a su constancia. El segundo quizá sea que, casi diez meses después de su primer partido con el Deportivo en la Liga Adelante, su regularidad haya hecho que, irónicamente, a nadie le sorprenda la inusitada madurez de la que hace gala cada fin de semana. El impacto de Ínsua ha sido tal que, a falta de que la página web del club cierre la encuesta en la que los internautas evalúan las actuaciones de los jugadores en el partido ante el Lugo, el espigado central deportivista lidera la clasificación total de valoración en esta temporada con una puntuación media de 6,34 sobre 10, siete centésimas por delante de otro icono para la afición, Germán Lux.

Sus peores registros han coincidido, de hecho, con partidos en los que el Deportivo mostró su Mr. Hyde particular: ante la UD Las Palmas en casa, en Anduva ante el Mirandés y en la goleada lograda por la Ponferradina en Riazor, tres encuentros en los que el rendimiento colectivo fue mucho menor. Sin embargo, estos pequeños lunares no han mermado la confianza de Fernando Vázquez en él, hasta el punto de convertirse en el cuarto canterano del actual equipo con más partidos oficiales a sus espaldas en el Deportivo tras Juan Domínguez, Álex Bergantiños y Seoane, con un total de 39 encuentros disputados.

En su primera temporada completa con el primer equipo, Ínsua ha logrado asentarse como el miembro de la quinta del 93 con mayor presencia en el once, seguido por Luis Fernández. El dato en sí podría parecer baladí, pero se trata de una de las generaciones con mayor talento que se han visto en las categorías inferiores del club desde la apertura de la ciudad deportiva de Abegondo en el año 2003. Al lado de Ínsua y Luis crecieron, entre otros, Álvaro Lemos y Uxío. También Álvaro Queijeiro, ahora indiscutible en el Fabril de José Luis Devesa. Todos ellos formaban parte de aquel brillante conjunto que llegó a las semifinales de la Copa del Rey juvenil en el año 2011. Tras dejar en el camino a la Real Sociedad y al Real Madrid, sólo el Barcelona comandado por Deulofeu, Dongou y Javi Espinosa pudo apartarlos de la final. Ahora, varios de ellos están ya en la élite o llamando a sus puertas. Ahí donde también se encuentra ahora Pablo Ínsua.