Cuando concluyó el encuentro frente al Eibar, el Deportivo tenía por delante 15 días para pulir un sistema que se basaba en la intensidad y achique de espacios en defensa.

Hasta esa fecha, ni Granada, ni Rayo ni Eibar le habían generado mucho peligro en cuanto a número de ocasiones. Se basaba el juego del Deportivo en mucha intensidad en el centro del campo con un presión elevada al jugador rival cuando superaba la línea del centro del campo. Esta presión el Deportivo la llegaba a realizar en campo rival sobre todo en las primeras partes de los partidos. 

Con dos pérdidas del rival en defensa provocadas por las líneas adelantadas del Deportivo supusieron los dos primeros goles de la presente liga. Cavaleiro en Granada y José Rodríguez frente al Rayo se aprovecharon de las imprecisiones de los rivales en la retaguardia. 

Y llegó el partido de Ipurúa. Fue el encuentro más completo tácticamente en el que el equipo supo qué hacer en cada momento. Con el empate en el marcador intentó llegar al área rival con peligro por bandas, sobre todo la derecha, y con el resultado a favor supo juntar líneas y defendió sin excesivas complicaciones la ventaja en el marcador.

En el debe de ese encuentro, la renuncia casi total en ataque de los últimos 20 minutos donde tenía que haber tenido mucha más posesión.

Endeblez, amplitud del equipo  y errores infantiles en defensa

La ilusión por poderle hacer daño al Real Madrid tras 15 días de acoplamiento para los nuevos fichajes duró 30 minutos. Lo que el equipo blanco tardó en anotar el primer gol de los ocho que logró.

No empezó mal el encuentro el equipo herculino en ataque con posesión y buenas combinaciones ofensivas. Todo se complicó con el inapelable gol de James y se esfumó de un plumazo con el tercer gol. Ahí comenzaron los regalos del Deportivo con la salida sin motivo de Lux hasta el centro del campo.

Luego llegaron cinco goles más con errores de bulto en varios, tanto a la hora de tirar la línea del fuera de juego como por pérdidas de balón por malas entregas o regates inoportunos.  El equipo comenzó a mostrar síntomas de pérdida de concentración según avanzaba el encuentro.

Lejos de mejorar en cuanto a esta concentración en el partido en Vigo, el primer gol del Celta fue fiel reflejo de la descoordinación defensiva. Lopo bascula a la banda para ayudar en un lejano saque de banda a Laure y Larrivey supera a ambos y deja sólo a Nolito en el uno contra uno frente a Sidnei.

El segundo del Celta, de córner, se sumaba a los problemas para defender jugadas a balón parado (Granada y Vigo) o centros laterales (Rayo) que se vieron en los goles encajados hasta ese momento por el Dépor a excepción del partido frente al Madrid.

El Almería, sin embargo, se aprovechó de la amplitud excesiva del equipo, con mucha distancia entre líneas y con demasiado espacio en el centro del campo para dominar y tener el control del encuentro. 

El juego deslabazado en ataque del Deportivo, con el único criterio de buscar las individualidades por banda, supuso una pérdida en ataque que con 60 metros sin oposición, el Almería lanzó una contra, que terminó en gol tras un rebote.

En Sevilla, un todo en uno

Como colofón, el partido en Nervión. Nada positivo a destacar del encuentro de este domingo a excepción del magnífico gol de Medunjanin. Inocentes hasta el extremo en defensa y nulos en ataque, el Deportivo tácticamente ha tocado fondo en este encuentro. Ni sabe a lo que juega, ni como se juega. 

Presión descoordinada de los jugadores sobre el campo, basculaciones impropias de jugadores profesionales en defensa, falta de intensidad en cada una de las acciones y lo peor, la confianza y autoestima por los suelos. 

Un panorama que sólo se podrá cambiar si desde el banquillo se toman decisiones en la búsqueda de un equilibrio e identidad que el equipo ha perdido en los últimos cuatro partidos. 

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