El Deportivo necesitaba un descanso. El equipo había traspasado la línea de no sumar puntos para ni siquiera dar la cara. El último partido en Sevilla fue para olvidar: los jugadores parecieron no saltar al campo y si lo hicieron fue con una actitud penosa. Era necesario pararse a reflexionar, afianzar algunos conceptos y dejar que los lesionados se recuperasen. Víctor Fernández lo aprovechó y dió cabida por primera vez en el once a Lucas Pérez, el gran esperado e hijo de la ciudad; además regresó Ínsua por todo lo alto. No fueron las únicas novedades en el once, ya que el aragonés presentó toda una alta gama de recambios de la que ni el guardameta Lux consiguió librarse. Álex Bergantiños y Laure también se quedaron fuera para dar cabida a Wilk y Juanfran respectivamente.

Algunos dicen que las revoluciones se empiezan desde abajo y, aunque nunca fueron sencillos los golpes de efecto ante un equipo que, a priori, es netamente superior, un Deportivo inaudito se dió cita esta tarde para demostrar su valía en un coliseo que, no siendo para menos, se mostraría exigente.

El conjunto ché llegaba a un hostil e ingrato Riazor como la revelación de la liga; no de una forma exagerada porque ya se ha visto al equipo gustándose, con Rodrigo y Alcácer en su dulce momento y todavía esperando la llegada de Negredo. Puede que por exceso de confianza o simplemente por no tener un buen día, el Valencia salió al campo desganado y zafio, con los engranajes chirriando y sin ninguna aportación individual de mérito.

El Deportivo lo aprovechó y consiguió firmar su mejor primer tiempo en lo que va de campaña: las líneas muy juntas, bien organizados atrás y con buenas asociaciones en la tres cuartos entre Fariña, Cuenca y Cavaleiro. El argentino comenzó muy enchufado los primeros minutos, incisivo y cayendo bien a la banda, arremetiendo una y otra vez. De sus botas saldrían las intenciones más dañinas y las asociaciones más inspiradas.

Medunjanin avisa e inmediatamente llega el gol

El Valencia se mostró incómodo desde el principio y era el equipo coruñés el que creaba las mejores ocasiones. La más clara: una falta lanzada por Medunjanin que entre la cruceta y la colleja de Yoel se desvió a córner. El bosnio hizo lo propio y tras un desajuste defensivo Mustafi despeja hacia su propia portería y Gayá, bajo palos, termina de introducirla.

El Deportivo se adelanta en el minuto 36 haciendo bueno el esfuerzo colectivo y la solidaridad entre líneas. Los herculinos continuan bien plantados y el Valencia apenas crea peligro, dejando a los locales muy cómodos. Poco antes del descanso una prolongación de chepa por cortesía de Cavaleiro permite que Lucas Pérez la cruce con la zurda para doblar la distancia en el marcador. Riazor, rondando los tres cuartos de entrada,  estalla de manera retumbante y el equipo inhala una dósis importante de moral. Pero aún quedaría tiempo para más: Wilk (el mejor durante el primer acto) solo llega a rozar la pelota en boca de gol tras un buen centro de Cavaleiro desde la derecha.

Con tranquilidad en la puerta gallega, todos los jugadores cumplieron con oficio, incluso los menos habituales que revolucionaron el once. El Deportivo no fue presa del pánico y mostró una solidez insólita con estandartes como Wilk, que no dejó de bombear oxígeno por los cuatro costados. El polaco no despertaba simpatías en un Víctor Fernández que no tuvo más remedio que brindarle esta oportunidad después de la inacción de Bergantiños y Juan Domínguez en las últimas jornadas (este último por molestias físicas). Juanfran se vio obligado a desenvolverse en un lugar menos vistoso y firmó uno de los encuentros más serios desde que viste la zamarra blanquiazul. Ocupó el lateral derecho con solvencia y llevó a cabo unas cuentas internadas por banda, asociandose con Cuenca.

La tempestad que nunca llegó

El Valencia se echó para delante con dos cambios en el descanso: Carles Gil y Feghouli ocupaban los puestos de Filipe Augusto y Piatti. Pero no conseguía el conjunto ché terminar sus internadas y centros al área; hasta que Rodrigo, tras un pase de la muerte de Carles Gil envía el balón cerca del palo izquierdo de Fabricio. Poco más tuvo el Valencia salvo un remate al primer palo de Barragán que se pierde después de estrellarse en el poste. Acto seguido llegaría la sentencia de Toché tras una contra colectiva que deja al murciano sólo ante Yoel y define plácidamente con un disparo centrado. El Deportivo da un golpe en la mesa y supera a un Valencia irreconocible y al que no le salió nada. Los de Víctor Fernández beben del bálsamo y afrontan con otra cara los encuentros venideros.