A veces las cosas no salen como uno las planea, pero es verdad que la vida nos suele dar una segunda oportunidad. En ocasiones es la última, y es cuando ya no quedan más opciones, cuando la tienes que agarrar con todas tus fuerzas, sino que se lo pregunten a Fabricio, Cezary Wilk o Juan Carlos.

Uno salió por la puerta de atrás, otro vivía a la sombra de un héroe local y el último, que no menos importante, lo intentaron matar desde el principio de la pretemporada. Los tres, cada uno a su manera, fueron protagonistas en la victoria contra el Valencia. Tres puntos, para tres futbolistas, que volvieron a sonreír sobre el césped de Riazor.

Candado a la portería

Si de algo estaba adoleciendo el Deportivo en las últimas fechas era de seguridad defensiva. El conjunto de Víctor Fernández era el más goleado de la categoría, y el que más remates concedía al rival. Datos reveladores que obligaron a revolucionar todo el sistema defensivo, un sistema que con la figura de Fabricio y Wilk, ganó en tranquilidad y sobre todo, en sensación de seguridad. Porque lo mejor no fue dejar la puerta a cero, sino las impresiones que trasmitieron el canario bajo palos, y el polaco en la medular.

Fabricio se marchó de Riazor por la puerta de atrás, abucheado y señalado por cierto sector de la afición. El año pasado cogió el puente aéreo hacía Coruña con la idea de redimirse y de limpiar el mal sabor de boca que le dejó su anterior etapa blanquiazul. Con buenas palabras y con actos, ya saben aquello de la mujer del César aparte de serlo tiene que parecerlo, volvió a recuperar parte del cariño que había perdido en esa batalla tan mal dirigida por Lotina.

Cuando menos se esperaba un cambio en la portería, le llegó su oportunidad

Con esos antecedentes se llegó a la vuelta a Primera División y por consiguiente al bajo estado de forma de Germán Lux. Durante semanas se pidió el relevo en el arco, mientras, el “nuevo” Fabricio, se limitó a trabajar y a dedicar buenas palabras al argentino. Y fue cuando menos se esperaba un cambio bajo palos, cuando le llegó la oportunidad de reencontrarse con Riazor en un partido de Liga.

No pudo tener mejor debut, portería a cero y victoria. El Dépor salía del descenso y el público se dirigía a casa con una sonrisa que se había perdido allá por el mes de mayo. Pero quién más contento acabó fue el canario, había solventado con éxito su redención; y la portería de Riazor notaba que había encontrado nuevo dueño.

Nunca digas nunca

Cezary Wilk y Juan Carlos, fueron los futbolistas que más cerca estuvieron de salir del Deportivo en el mercado veraniego. Con el polaco, se especuló durante semanas con la poca confianza que tenía el maño en su condición futbolística, y no fue hasta su buen partido en el Teresa Herrera, cuando Víctor Fernández confirmó su inclusión en la plantilla herculina que iba afrontar el retorno a la Liga BBVA. Pasaron las jornadas, y las convocatorias; pero fue con la revolución ante el Valencia cuando Cezary Wilk tuvo la oportunidad de demostrar su valía.

Por su parte, Juan Carlos fue descartado en un primer momento, se le buscó una salida hasta la medianoche del 31 de agosto; pero el canterano coruñés acabó formando parte de la primera plantilla del club. A pesar de no contar para el técnico, las bajas abrieron un hilo de oportunidad que le sirvió para entrar en la convocatoria contra el Valencia. Doble sorpresa para el gallego cuando el preparador aragonés decide sacarlo al campo en la segunda parte. De descartado, a futbolista. De repudiado, a solución. En definitiva, de derrotado a ganador.

Historias diferentes que se entrelazaron el domingo en Riazor, un domingo de segundas oportunidades, que como todas las buenas historias, terminó con final feliz para nuestros tres protagonistas.