El Deportivo recibió a una Real entusiasmada por el estreno de su nuevo técnico para enderezar una dinámica peligrosa que se prolonga una semana más. Hay que intentar que el punto cosechado en Córdoba no resulte en vano y el equipo al menos sigue sumando. Un lluvioso Riazor, que presentó una entrada media, fue testigo del retorno de los tres centrales en la maltrecha e inocente zaga coruñesa. El elevado número de bajas en la zona delantera de la plantilla llevó a Víctor Fernández a presentar una defensa de cinco: Ínsua, Lopo y Sidnei fueron de la mano durante los 90 minutos. Fariña y Lucas continuan con sus recuperaciones y Salomao no parece estar listo; además, Isaac Cuenca apenas tuvo minutos al no evidenciar un buen tono físico.

Como quien se camela a su nuevo jefe, la Real comenzó eléctrica e inspirada en los últimos metros, sustentada en las individualidades de Vela y las zancadas de "Chori" Castro. Un desorientado Deportivo aguantó un chaparrón que no resultó tan malo, aunque la defensa sufrió mostrándose inoperante y sin un líbero claro. Puede que por el aspecto de la zaga, o por la presentada apatía, la grada pareció sufrir un deja vú al ver a un Dépor tan oscuro y triste que más de uno creyó ver a Lotina peinándose la calva. Canales estrenó a Fabricio con una inesperada parada con la cara a los 13 minutos, salvando el primero del partido. Poco antes, Lopo cometía un penalty clamoroso sobre Agirretxe que el arbitro no vio. El Deportivo lo intentaba tímidamente con alguna internada de Juanfran y Luisinho, los mejores del partido, pero ni robaba ni creaba. Víctor Fernández parecía ausente, incluso en la salida de tono de su segundo tras increpar de forma agresiva al cuarto árbitro, lo cual supuso su expulsión. Por lo visto, David Moyes intervino en la trayectoria de un balón que terminaría en una soberbia parada de Fabricio ante la exquisita vaselina de Carlos Vela.

Otro de los valores al alza de los donostiarras fue Agirretxe: presionó, jugo de espaldas y supuso todo un incordio ganando los balones por alto una y otra vez, ridiculizando a un desaparecido Hélder Postiga que no hizo bueno el trabajo de la directiva coruñesa al conseguir que le retirasen la segunda amarilla ante el Córdoba. La recta final de la primera parte mantuvo la tónica interior al verse el Dépor ampliamente superado por una Real pletórica a la que lo único que faltaba era abrir la lata, pero el conjunto herculino regresó de pie a la caseta después de los 45 minutos.

Lavado de cara

Siempre habrá un período de adaptación para todo aquel que aterriza en un equipo a mitad de temporada, y David Moyes no será una excepción. Tras la reanudación, fue el escocés el que no tuvo presencia, mientras que Víctor Fernández salía de la cueva para insuflar una dosis de moral y sacrificio a los suyos. El secreto: Cezary Wilk. El polaco demostró por enésima vez que merece ser indiscutible en el mediocampo gallego, al proporcionar una solidez manifiesta tanto en la contención como en las recuperaciones en las contras realistas. No te hundes en la tabla por nada, la Real lo demostró con una irregularidad que ya la lleva condenado desde el inicio de la campaña. La tres cuartos no se entendió y no ganó los balones que sí tuvo en la primera parte. El Deportivo se engrasó las clavijas y poco a poco se hizo con el dominio del partido. José Rodríguez, viva imagen del equipo, fue de menos a más al terminar ofreciendo las mejores ocasiones para los locales. También aprovechaba el Dépor las jugadas a balón parado, Ínsua tuvo el remate más franco del encuentro, pero no fue certero al rematar con el hombro. Calculó mal.

Toché sustituyó a Postiga en el minuto 73, para intentar poner en aprietos a un más que fiable Ansotegi. Lo consiguió al provocar dos desajustes en el área visitante en una misma jugada, pero la segunda línea se mostró lenta y no lo aprovechó. La afición endulzó el regusto al vivir unos diez últimos minutos de infarto, en los que el Dépor puso contra las cuerdas a una Real rendida y pidiendo la hora. José Rodríguez protagonizó la ocasión más clara del partido al superar hasta tres jugadores en una jugada individual explosiva y con desparpajo, pero Zubikarai consiguió desvíar a córner. El Deportivo parecía despertar de su letargo aupando y gustando a Ríazor. Puedes no ganar, puedes no marcar, pero los últimos arreones siempre fueron agradecidos y te ayudarán a afrontar las jornadas venideras con otras sensaciones. Los coruñeses siguen sin ganar, y siguen sin perder. La zona baja de la tabla no es demasiado convulsa, pero sin triunfos no mantienes la categoría, sobre todo al no batir a tus rivales directos. En el Calderón espera un Atlético de Madrid recuperado y en la zona alta de la clasificación. El Deportivo tendrá que sufrir y sacrificarse para obtener algún punto y poder seguir sacando petróleo.