Muchas eran las esperanzas que en La Coruña estaban depositadas en el fichaje de un delantero centro. Nombres estridentes, figuras que habían conquistado Europa, incluso perlas que en su día fueron lo más prometedor de este país. Pero el mayor condicionante en el fútbol moderno es el dinero, un condicionante que en el caso herculino brilla por su ausencia.

Tiempos de vacas flacas, que permiten fichar lo que se puede o lo que a uno le dejan. El consejo del Deportivo se encargó de pregonar contra viento y marea que el poco dinero disponible iría para fichar a un “9” que marcara las diferencias. Una promesa que nada más pronunciarse, se podía vislumbrar el alto componente de riesgo que tenía en una afición sedienta de nuevos ídolos, o por lo menos, alguno al que ponerle el nombre a una camiseta que hace años que está más bonita con la espalda vacía.

Los intentos se sucedieron, tantas como reuniones hubo con Mitroglou. Pero parece que esta es época de finales tristes, los finales felices se empezaron a agotar en aquella eliminatoria contra el Oporto, y como un jugador de baloncesto, el consejo de administración se vio obligado a jugarse sobre la bocina el tiro ganador. La pregunta tras dos meses y medio de competición es si aquella suspensión del 31 de agosto fue canasta, de momento parece que ni tocó la red.

Pedirle sal al vecino

La llegada de Hélder Postiga se produjo en el último día de mercado. El ariete portugués no creó mucha expectación en la llegada a la ciudad de cristal, principalmente, por que las opciones anteriores tenían un brillo superior al del ex del Zaragoza o Valencia. Aun con todo el consejo había solventado la papeleta y ahora era cuestión del natural de Porto de demostrar con goles que aún estaba disponible para jugar en la élite.

Su firma por un año hacía presagiar que la idea del jugador era utilizar el Dépor como trampolín para volver a un club con mayores aspiraciones. Hasta ahí las dos partes parecían condenadas a entenderse, uno porque quería redimirse y la otra porque necesitaba goles que le ayudaran a mantenerse en Primera División.

Desde un primer momento el portugués llegó con la vitola de titular. Solo Toché rivalizaba en la punta de lanza del ataque coruñés, pero a pesar de la predisposición de Víctor Fernández hacía su figura, su debut en Eibar iba ser un calco de la temporada que le esperaba. Bajar un par de balones, poca participación y nulas ocasiones de gol.

Un gol en ocho partidos

Los números del internacional portugués no son los de un “9” que debía solventar los problemas crónicos de gol del conjunto coruñés. Una posición que desde que se fue Diego Tristán nadie ha tenido el poder para cogerla como se merece, de hecho, el máximo realizador del Dépor lleva dos tantos.

Ni los múltiples cambios de sistema y estilo le han servido al portugués para destacar en el campo. No genera ocasiones de gol, pero las pocas que ha tenido las ha errado de forma estrepitosa, su primer y único gol hasta el momento ha sido contra el Getafe, previo fallo de una ocasión de cabeza de las que antes no se le solían escapar.

Muchas sombras y escasas luces en el rendimiento de Hélder Postiga con la camiseta blanquiazul, lo único bueno para el delantero portugués es que hasta enero seguirá teniendo la titularidad en la delantera gallega. La confianza del entrenador no ha minado, pero si la de una afición que le prometieron oro y plata, y le han traído bisutería. Pero al fútbol y a la grada se le gana con goles, por eso de momento esta historia está lejos de terminar. ¿El desenlace? Solo puede encontrarse en las botas de Hélder Manuel Marques Postiga.