Problemas deportivos, económicos, sociales, institucionales... Tras la insultante derrota ante el Granada de hace dos temporadas y los últimos días de julio de 2013, tras un descenso que casi condujo a la desaparición, posiblemente el Dépor haya tocado el sábado un fondo difícil de igualar tanto por la situación deportiva como la gran división que su afición está sufriendo. El causante de todo, una frustrante derrota ante el Málaga que vio mil y una ocasiones de empate por parte de los blanquiazules (e incluso de remontada) que acabaron en utopía, en un partido que dejó muchas y muy preocupantes sensaciones.

Cambiando el concepto de 'penalti'

Suele ser el peor castigo que un equipo de fútbol puede recibir en un partido, pero en el caso del Dépor las penas máximas están poco menos que malditas; ya que exceptuando el gol que anotó Isaac Cuenca en la segunda jornada los de Víctor Fernández no han logrado sacar partido de ningún penalti, ya sea por errarlos o por marcarlos de forma anecdótica (como en el caso del tirado por Medunjanin en la sonrojante derrota ante el Real Madrid).

Sea como sea, los blanquiazules ya llevan desaprovechadas dos penas máximas de vital importancia: una en Balaídos y otra en Riazor el pasado sábado, que en el mejor de los casos habrían significado cuatro puntos más sumados a los diez que en total tienen los hombres de Víctor Fernández. Además ni siquiera existe un lanzador fijo, ya que en los cuatro penaltis que el Dépor ha ejecutado hasta hoy han participado tres jugadores: Cuenca, Medunjanin y Cavaleiro. Como se acostumbra a decir en este mundillo del balón, los penaltis hay que marcarlos.

"Ni al arcoiris"

Aunque no era difícil de conseguir no se le puede reprochar a Víctor Fernández la mejoría defensiva que el Dépor ha experimentado en los últimos partidos, pero el hecho de encajar pocos goles parece habérsele contagiado al de marcarlos. Cuatro partidos ligueros consecutivos sin anotar es demasiado lujo para un conjunto que aspira a lo que aspira, y si le añades los numerosos intentos de los que gozó ante el Málaga el asunto sobrepasa el grado de lo frustrante.

Ni de cabeza, ni chutando solo ante el portero, ni desde fuera del área, ni al aprovechar malos despejes... Ni siquiera de penalti. A día de hoy el Dépor es un equipo con tan poca capacidad de gol que muchos se podrían preguntar cómo es posible que hace tan solo unos pocos partidos casi promediaba un tanto por partido. Por otra parte, el detalle de que el máximo anotador blanquiazul no supere los dos goles es muy poco alentador; pero irónicamente, y para terminar la bizarrada, su capacidad para crear ocasiones ha crecido. ¿Qué es lo que ocurre entonces? Premio al que sepa responder.

Otra decepción de Medunjanin

Puede ser que tal vez, harto del overbooking de centrocampistas defensivos utilizados por Fernando Vázquez, el ver un centrocampista capaz de mantener el balón y hacer cosas productivas en la creación de juego como Haris Medunjanin despertara en el deportivismo una exaltación fuera de lo común; pero lo cierto es que la cuesta abajo que ha sufrido en su rendimiento y en la ilusión que provocaba a la afición es de proporciones considerables, y de ser uno de los escasos indiscutibles en los onces iniciales ha pasado a protagonizar un debate sobre su titularidad.

Y aunque todavía conserva su innata capacidad para sacar el balón jugado, los detalles que antes se veían en él han ido desapareciendo. El propio jugador, consciente del bajón que ultimamente está sufriendo su juego, admitió hace dos semanas "tener muchísimas cosas que mejorar" para que el Dépor pueda ver su mejor versión. La falta de confianza del ex del Valladolid, además, pudo verse en el momento en el que Postiga provocó el penalti que a la postre pararía Kameni, descartándose automáticamente de los candidatos a lanzarlo con la espina del día de Balaídos aún clavada. Si una cosa está clara, es que el Dépor nota cuando él está bien y está mal.

Cuerda floja para Víctor... Y para el Dépor

Pasó frente al Valencia y volverá a ocurrir contra el Elche, y fuera de los tópicos como los de "ganar o ganar" o "afrontar el partido como una final" lo que es cierto es que todo lo que no sean tres puntos del choque ante los colistas provocará una situación de tensión todavía mayor que la existente actualmente, y con toda probabilidad también la destitución del discutidísimo Víctor Fernández. En esta situación, lo que clama al cielo el aficionado medio del Dépor es una reacción mínimamente similar a la vista hace algo más de un mes contra el Valencia.

En una Liga BBVA en la que se pronostica la salvación más barata de los últimos tiempos, cualquier serie de tres puntos es tratada como puro oro; sobre todo si se consiguen ante rivales directos. El Dépor tiene el lunes a las 20:45 una oportunidad de respirar hondo en su carrera por la permanencia, pero en caso de no aprovecharla el estado de emergencia será grave.

Guerra Civil

'Tinismo', 'Lendoirismo'... En vez de Deportivismo. Por si fuera poco, junto a la crisis puramente futbolística se une la mayor división existente dentro de la afición en muchísimos años, provocando una escala de prioridades dentro de las distintas 'facciones' en la que el mero y simple hecho de apoyar al equipo queda en un segundo plano. Lo que parecían leves discusiones en las redes sociales pasaron a convertirse en graves, y de graves a trasladarse del mundo cibernético al real. A Riazor.

El pasado sábado se demostró de forma definitiva la desunión vigente dentro del deportivismo cuando en los momentos del "Tino dimisión" coreado en varios momentos del partido se generaban contestaciones en forma de pitadas, provocando unas disputas que poco o nada ayudan a remolcar el cada vez más hundido barco que es el Deportivo. ¿Qué fue de aquella afición que presumía de estar con su equipo en las buenas y en las malas? ¿Donde quedó el pulmón incansable, el que no paraba de alimentar el tópico pero efectivo elemento del jugador número doce? Lamentablemente, el único elemento que parecía invencible en el Dépor se muere lentamente a falta de un remedio.